Han pasado cerca de tres décadas desde que selectos grupos de ingenieros de la NASA, ESA y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) empezaron a desarrollar y construir el telescopio James Webb, una poderosa sonda que deberá desplegar todos sus componentes en órbita con una precisión ajustada al milímetro. Todo apunta a que el lanzamiento se efectuará en la mañana navideña (25 de diciembre), pero, tras ser mandado fuera de la atmósfera, cualquier fallo en sus 344 operaciones podría poner la misión en riesgo.
A este periodo se le conoce como ‘Los 14 días de terror’, cuyo conteo se activará luego de los 33 minutos en que el cohete Ariane 5 demorará su escape de la Tierra. A partir de allí, los astrónomos esperarán que los mecanismos de la sonda espacial se acomoden sin mayores inconvenientes, como un origami al revés en clave metafórica.
Aunque la comparación no alcanza la misma magnitud, esta situación de zozobra se vivió también al monitorear el turbulento viaje del rover Perseverance en su entrada friccionada a la atmósfera de Marte y el momento crítico de siete minutos en su descenso a la superficie del cráter Jezero. A razón de ello, la incertidumbre de los científicos fue mayor al saber que el suceso era captado con 11 minutos y 22 segundos de retraso.
Así se ve al telescopio James Webb plegado dentro del revestimiento de carga útil del cohete Ariane 5. Foto: ArianeGroup
Al primer día, los paneles solares se liberarán del sucesor de Hubble para ir absorbiendo energía del astro rey. Hora y media después, la antena direccional, que permitirá establecer comunicaciones con la Tierra, cobrará firmeza.
En el tercer día, el telescopio James Webb, apodado por la NASA como ‘máquina del tiempo’, iniciará la separación de las cinco capas delgadas de su parasol del tamaño de una cancha de tenis.
Probado en la Tierra durante el 2020, este componente crítico sirve para proteger la óptica del telescopio ante cualquier fuente de calor. Krystal Puga, ingeniera de sistemas del fabricante aeroespacial Northrop Grumman, explica que no debe engancharse ni enredarse; sin embargo, los ensayos le dan “la confianza”.
A cinco días del lanzamiento, el sistema de parasol, con 14 metros de ancho, se asemejará a un diamante por su forma de abrirse. Al día siguiente, se tensarán y separarán las cinco láminas. Se necesitará la coordinación precisa de 140 resortes, 70 bisagras, 8 motores de despliegue, 400 tiradores y 400 metros de cable. Mientras que al séptimo día, la tarea ya habrá sido completada.
Los 14 días críticos que James Webb enfrentará antes de partir hacia el segundo punto de Lagrange (L2). Infografía: ESA
Mike Menzel, ingeniero de sistemas líder del proyecto, quien ostenta 40 años de experiencia en la composición de mecanismos complejos, asegura que los despliegues en órbita no son aconsejables, pero el telescopio James Webb, con un peso de 6 toneladas y 200 kg, los requiere de todos modos, sino los daños evitarían su mejor desempeño como nuestros nuevos ‘ojos espías del cosmos’.
En palabras de la astrofísica española Begoña Vila, una de las responsables de los aparatos tecnológicos a bordo del telescopio, que lleva más de 15 años trabajando en él, los días 10 y 11 son cruciales. “Respiraremos a medida que las distintas actividades se ejecuten con éxito”, acota. El espejo secundario se centrará adelante del gran espejo primario de 6,5 m de diámetro con segmentos hexagonales hechos de berilio.
En el día 13, al espejo primario le llegará el turno de extenderse simbolizando el éxito inminente. A las dos semanas, una ala restante se expandirá y el James Webb quedará operativo para partir a su destino si el centro de control en la Tierra así lo aprueba.
Partes del telescopio James Webb. Foto: NASA
Después de que se calibren los espejos mediante 126 actuadores especiales, en el día 29, tras haber superado ‘Los 14 días de terror’, los motores del telescopio se encenderán. La sonda se dirigirá al punto dos de Lagrange (L2), una zona donde la gravedad conjunta de la Tierra y el Sol equilibra la órbita de un tercer objeto menos masivo, a 1,5 millones de km de nuestro planeta.
Aproximadamente en junio de 2022 —a 180 días del lanzamiento—, la humanidad verá las primeras imágenes entregadas por este inmenso aparato de la NASA, ESA y la CSA. Los ingenieros involucrados en esta misión de rasgos épicos afirman que, de presentarse obstáculos, tendrán la paciencia de remediarlos a través de planes de contingencia.