Un equipo internacional de científicos ha determinado que los homínidos (antepasados humanos) machos perdieron sus grandes colmillos desde las primeras etapas de su evolución, lo cual podría estar vinculado a una reducción de su agresividad, posiblemente para ser del agrado de las hembras.
En los grandes simios, como los chimpancés y gorilas, los machos tienen colmillos (dientes caninos) mucho más grandes que las hembras. En cambio, en los humanos, esa diferencia entre ambos sexos es casi imperceptible.
Desde que Darwin centrara su estudio en esta particularidad de nuestra especie, los investigadores han estado preguntándose el cómo y el porqué de esta evolución.
Para descifrar el misterio, el mencionado grupo de investigadores aplicó métodos estadísticos que le permitiera estimar y comparar los niveles de dimorfismo sexual (variaciones en tamaño o morfología entre los sexos) de los dientes caninos.
Los investigadores analizaron más de 300 dientes fósiles que abarcan 6 millones de años de evolución de los homínidos.
Los resultados sugieren que el débil dimorfismo sexual, es decir, la escasa diferencia entre los colmillos masculinos y femeninos se volvió una característica de los miembros del lado humano en el Ardipithecus ramidus, que vivió hace unos 4,5 millones de años.
Ilustración de Ardipithecus ramidus. Foto: Quo.es
Las pruebas fósiles disponibles indican una drástica reducción del tamaño de los colmillos masculinos y que después de esa época los cambios fueron mínimos.
Esto sugiere que en los inicios de la evolución humana se produjo un profundo cambio conductual asociado a una reducción de la agresión masculina.
Este cambio en la conducta podría haber tenido una causa muy específica: la necesidad de apareamiento.
“Los caninos pueden evolucionar para ser más pequeños si las hembras prefieren aparearse con machos que son propensos a menos agresión”, dijo Gen Suwa, antropólogo físico de la Universidad de Tokio en Japón y coautor del estudio publicado en PNAS.
Entre los primates antropoides existentes, se observan caninos masculinos relativamente más pequeños en especies que se caracterizan socialmente por tener relaciones más tolerantes entre machos y por la codominancia macho-hembra, como es el caso del bonobo o el mono araña lanudo.
El dimorfismo sexual suele cuantificarse mediante una proporción simple, pero fundamental: la relación entre los valores medios masculinos y femeninos de un rasgo concreto, como puede ser el tamaño del diente canino.
El estudio del tamaño corporal y del dimorfismo sexual de los caninos ha sido un centro de interés en la paleoantropología debido a sus implicaciones en diferentes teorías sobre las sociedades humanas del pasado y comportamientos como la poliginia o la monogamia.
Con información de EFE.