El avance de la deforestación en la Amazonía, combinado con el cambio climático, expondrá a unos 12 millones de habitantes en Brasil al calor extremo para 2100, lo que supone riesgos para la salud, inclusive de muerte.
“La deforestación a gran escala de la selva amazónica asociada a los cambios climáticos aumentará el riesgo de exposición al calor extremo”, indica un estudio de la escuela de salud pública Fiocruz, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) y la Universidad de Sao Paulo.
Los investigadores prevén un aumento de las temperaturas actuales de entre 7,5 °C y 11,5 °C para 2100 en regiones del norte brasileño, considerando escenarios moderados y extremos.
“Aproximadamente 12 millones de personas de la región norte de Brasil estarán expuestas a riesgo extremo de estrés térmico”, indica el informe, que por primera vez vincula la destrucción de la selva y el calentamiento global con la salud humana.
La exposición sostenida al estrés térmico puede causar deshidratación, agotamiento y, “en casos más graves, estrés y colapso de las funciones vitales, lo que lleva a la muerte”.
Además, afecta “el estado de ánimo, los trastornos mentales y reduce el rendimiento físico y psicológico de las personas”.
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Otro ángulo de la deforestación en Mato Grosso (Brasil) en agosto del 2019. Foto: AFP
Límite para la supervivencia
El estudio demuestra que “existe un límite de deforestación para la adaptación y sobrevivencia de la especie humana”.
“Si la deforestación continúa en las proporciones actuales, los efectos serán dramáticos para la civilización”, afirmó el investigador Paulo Nobre, del INPE.
La destrucción de la mayor selva tropical del planeta tuvo un fuerte repunte desde la llegada al poder en 2019 del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, favorable a abrir la selva a actividades agropecuarias y mineras.
La devastación está muy cerca de su nivel récord
En los últimos 12 meses previos a agosto, la Amazonía perdió 8.712 km², un 5% menos que los 9.126 km² destruidos entre agosto de 2019 y julio de 2020, el máximo registrado desde que el INPE empezó a publicar estos datos en 2015.
Ambientalistas, asociaciones indígenas y la comunidad internacional acusan al Gobierno brasileño de permitir el aumento de la deforestación en la Amazonía y desmontar los organismos de protección del bioma.
Migración en masa
Además de los daños en la salud, los investigadores advierten los efectos socioeconómicos, que podrían afectar a unas 30 millones de personas que viven en el empobrecido norte.
“La población de esa región podría vivir en condiciones precarias de sobrevivencia, impulsando efectos como la migración en masa”, alertan.
El aumento de incendios forestales, la expansión de áreas agrícolas y la actividad minera tienden a “impulsar el crecimiento desordenado y un proceso de urbanización no planeada, con falta de infraestructura sanitaria básica y trabajo informal más frecuente”, observan.