En octubre del año 2017 ingresaba al sistema solar un objeto astronómico de color oscuro, alargado y plano, distinguido como asteroide por unos y como cometa o nave interestelar por otros. El denominado Oumuamua, o “mensajero que llega primero desde lejos”, en lengua hawaiana, despierta dudas hasta la actualidad por su misteriosa procedencia y composición.
Por otro lado, en abril de 2020, la Marina los Estados Unidos había desclasificado y publicado tres videos con los nombres de FLIR, GOFAST y GIMBAL, donde pilotos de aeronaves se aparecen anonadados al observar cómo unos ovnis se movían en los cielos ejecutando maniobras casi imposibles.
A raíz de ello, el Pentágono, sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, sacó a la luz un informe ovni preliminar y de libre acceso, de solo nueve páginas, que contiene hipótesis de 144 avistamientos de UAP ocurridos entre 2004 y 2021, en los que no habría indicios de inteligencia extraterrestre.
Abraham ‘Avi’ Loeb —o simplemente Avi Loeb—, astrofísico de Harvard, ha vuelto a la carga con sus controvertidas posturas acerca de esta clase de fenómenos al mencionar que el Oumuamua podría tratarse de un receptor. El aparato, según su artículo subido a Scientific American, habría estado recogiendo información de sondas depositadas en los planetas del sistema solar.
En tal sentido, los UAP (fenómenos aéreos no identificados) formarían parte de un escuadrón de dispositivos espías, así como cuando la humanidad dirige sondas a otros planetas o lunas con el objetivo de estudiarlas.
La forma de disco plano del Oumuamua, conforme al físico teórico estadounidense, le daría un mayor impulso al absorber la energía del astro rey y viajar a modo de vela solar.
“De acuerdo con esta imaginaria línea de razonamiento, Oumuamua podría haber aparecido como proveniente de un área local de descanso, que serviría como un aparcamiento galáctico, por lo que su verdadero origen permanece desconocido”, subrayó Avi Loeb.