Los niveles de oxígeno en los lagos de agua dulce templados del mundo están disminuyendo rápidamente, más rápido que en los océanos, una tendencia impulsada en gran medida por el cambio climático.
Una investigación, publicada en la revista Nature, revela que los niveles de oxígeno en los lagos estudiados en la zona templada han disminuido un 5,5% en la superficie y un 18,6% en las aguas profundas desde 1980.
“Toda la vida compleja depende del oxígeno. Es el sistema de soporte de las redes alimentarias acuáticas. Y cuando se empieza a perder oxígeno, se pueden perder especies —afirma en un comunicado Kevin Rose, autor y profesor del Instituto Politécnico Rensselaer, en Estados Unidos—. Los lagos están perdiendo oxígeno entre 2,75 y 9,3 veces más rápido que los océanos, un declive que tendrá repercusiones en todo el ecosistema”, se lee.
Los investigadores analizaron un total combinado de más de 45.000 perfiles de oxígeno disuelto y temperatura recogidos desde 1941 en casi 400 lagos de todo el mundo. La mayoría de los registros a largo plazo se recogieron en la zona templada, que abarca de 23 a 66 grados de latitud norte y sur. Además de la biodiversidad, la concentración de oxígeno disuelto en los ecosistemas acuáticos influye en las emisiones de gases de efecto invernadero, la biogeoquímica de los nutrientes y, en última instancia, la salud humana.
Aunque los lagos sólo representan un 3% de la superficie terrestre de la Tierra, contienen una concentración desproporcionada de la biodiversidad del planeta. El autor principal Stephen F. Jane señala que los cambios son preocupantes tanto por su potencial impacto en los ecosistemas de agua dulce, como por lo que sugieren sobre el cambio ambiental en general.
“Los lagos son indicadores o ‘centinelas’ del cambio ambiental y de las posibles amenazas al medio ambiente porque responden a las señales del paisaje y la atmósfera circundantes. Descubrimos que están cambiando rápidamente, lo que indica hasta qué punto los cambios atmosféricos en curso ya han impactado en los ecosistemas”, apunta Jane.
La relación entre el calentamiento del clima y el cambio de los niveles de oxígeno está impulsada por mecanismos diferentes entre las aguas superficiales y las profundas.
La desoxigenación de las aguas superficiales se produjo principalmente por la vía más directa: la física. A medida que las temperaturas de las aguas superficiales aumentaron 0,38 grados centígrados por década, las concentraciones de oxígeno disuelto en las aguas superficiales disminuyeron 0,11 miligramos por litro por década.
“La saturación de oxígeno, o la cantidad de oxígeno que puede contener el agua, disminuye a medida que aumentan las temperaturas. Se trata de una relación física conocida y explica la mayor parte de la tendencia del oxígeno superficial que observamos”, añade Rose.
La pérdida de oxígeno en las aguas más profundas, donde la temperatura del agua se ha mantenido en gran medida estable, sigue una trayectoria más compleja, probablemente ligada al aumento de la temperatura del agua en la superficie y a un periodo cálido más largo cada año.
Las concentraciones de oxígeno regulan muchas otras características de la calidad del agua. Cuando los niveles de oxígeno disminuyen, las bacterias que prosperan en entornos sin oxígeno, como las que producen el potente gas de efecto invernadero metano, comienzan a proliferar.
Esto sugiere la posibilidad de que los lagos liberen mayores cantidades de metano a la atmósfera como resultado de la pérdida de oxígeno. Además, los sedimentos liberan más fósforo en condiciones de poco oxígeno, añadiendo nutrientes a unas aguas ya estresadas.
“Las investigaciones en curso han demostrado que los niveles de oxígeno están disminuyendo rápidamente en los océanos del mundo. Este estudio demuestra ahora que el problema es aún más grave en las aguas dulces, amenazando nuestro suministro de agua potable y el delicado equilibrio que permite que prosperen los complejos ecosistemas de estos hábitats”, añade Curt Breneman, decano de la Facultad de Ciencias.
“Esperamos que este hallazgo aporte mayor urgencia a los esfuerzos para hacer frente a los efectos progresivamente perjudiciales del cambio climático”, comenta.