A 300 millones de kilómetros de la Tierra, la nave OSIRIS-REx de la NASA se prepara para descender este martes llegar a la superficie del asteroide Bennu y extraer una muestra que traerá a nuestro planeta para descifrar los secretos que alberga este cuerpo rocoso tan antiguo como la Tierra. Se trata de un evento que será transmitido en vivo desde las 21.00 UTC (16.00 en Perú).
La misión OSIRIS-REx fue lanzada en 2016, llegó a la órbita de Bennu en diciembre de 2018 y, desde entonces, ha realizado observaciones que han revelado material orgánico, compuestos de carbono —ambos componentes básicos de los seres vivos— y ‘huellas’ de agua en las rocas. Por tanto, el estudio de estas muestras podría decirnos un poco más sobre la hipótesis de que los meteoritos trajeron algunos de los ingredientes para el origen de la vida y los océanos en la Tierra.
Bennu mide 500 metros de diámetro, un poco más grande que el Empire State Building de Nueva York. Los científicos calculan que se formó en los primeros 10 millones de años del Sistema Solar, es decir, hace más de 4.500 millones de años.
Este asteroide es considerado una “pila de escombros”, ya que está hecho de muchos pedazos rocosos que se juntaron por la gravedad. Esto se produce cuando un impacto rompe un cuerpo más grande. En el caso de Bennu, su ‘asteroide padre’ tenía 100 km de ancho.
“Probablemente tomó solo unas pocas semanas (después del impacto) para que estos fragmentos de restos espaciales se fusionaran en la pila de escombros que es Bennu”, explica la NASA.
El objeto, cuyo probable ‘lugar’ de nacimiento es el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, viaja a más de 100.000 kilómetros alrededor del Sol y se ha acercado cada vez más a la Tierra por las interacciones gravitacionales con otros cuerpos celestes.
Acercamiento a la superficie de Bennu. Foto: NASA/Goddard/University of Arizona
Este martes 20 de octubre, poco antes de las 18.00 UTC (13.00 en Perú), OSIRIS-Rex, del tamaño de un automóvil, usará sus propulsores para impulsarse suavemente fuera de su órbita segura alrededor de Bennu y acercarse al sitio elegido: el interior de un cráter de 140 metros de diámetro llamado Nightingale.
Antes de hacer contacto, los ingenieros de la misión tendrán que maniobrar la nave cuidadosamente para no chocar con las rocas —algunas tan grandes como autobuses— que están regadas por toda la superficie. Para ello, cuentan con un mapa detallado de obstáculos elaborado con las observaciones de los últimos dos años.
Finalmente, la nave extenderá un brazo de 3,35 metros de largo, el cual lleva al final un cabezal para recolectar muestras llamado ‘Touch-And-Go’ (TAG), capaz de aspirar granos de hasta 20 milímetros y albergar hasta 2 kilogramos. En solo diez segundos, el TAG tocará la superficie de Bennu, disparará gas nitrógeno para agitar el material alienígena que entrará al cabezal y retrocederá. Si ese método fracasa, el TAG lleva unos discos similares a almohadillas diseñadas para recoger el material, llamado regolito.
Si todo marcha bien, la nave emprenderá su viaje de regreso y llegará a la Tierra con las preciadas muestras el 24 de setiembre de 2023.
La NASA transmitirá en directo la maniobra de descenso al asteroide y recolección de muestra este martes a partir de las 21.00 UTC (16.00 en Perú).
Hay varios asteroides nombrados por la NASA como potencialmente peligrosos, pero Bennu destaca por ser uno de los pocos que puede impactar la Tierra a finales del próximo siglo (entre 2175 y 2199). La agencia espacial calcula que la probabilidad de que este cuerpo de tamaño considerable colisione con nuestro planeta es 1 en 2.700.
A pesar de esa estimación, la NASA vigila cuidadosamente la órbita de este y otros objetos espaciales para medir con mejor precisión la trayectoria de su órbita.
“Si algún día, en el futuro lejano, Bennu acabara chocando, los efectos que tendría sobre la biosfera serían catastróficos a nivel global. Pero, aunque podemos asegurar que no va a ocurrir en muchísimo tiempo, no es descartable que otros asteroides cercanos más pequeños lo hagan en tiempos no muy lejanos”, explicó a ABC Javier Licandro, coordinador de investigación en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que ha participado en la misión.
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