El lunes 14 de septiembre, un equipo de científicos anunció la detección de fosfina en las nubes altas de Venus. Según los autores, el hallazgo (que aún debe ser confirmado) puede deberse a la presencia de vida en ese planeta o a algún proceso químico desconocido. Su estudio indica que la causa biológica podría ser la más probable, pero eso plantea más preguntas que respuestas, ya que se trata del planeta más infernal de nuestro sistema solar.
Si en algo se caracteriza Venus es por ser hostil para la vida, al menos como la conocemos. Es el segundo planeta más cercano al Sol y, si bien es rocoso como la Tierra, están lejos de parecerse. Su ambiente cargado de gases de efecto invernadero provoca un calentamiento global descontrolado, lo que genera una temperatura de 465 grados centígrados (°C) en la superficie, un calor suficiente para derretir el plomo. Por si eso no bastara para un lugar peligroso, su atmósfera es tan densa que genera una presión aplastante, comparable a la que hay a 1.600 metros bajo el nivel del mar en nuestro planeta.
Sin embargo, a 50 kilómetros sobre la superficie, donde se encuentran las nubes altas, la presión y la temperatura son mucho más parecidas a las que hay en la superficie terrestre en un día cálido a 20 °C, según los datos obtenidos por la NASA. En este entorno más amigable, aparentemente se encuentra un gas incoloro tóxico e inflamable, con olor a ajo y pescado podrido: la fosfina, también llamada fosfano.
Planeta Venus. Crédito: NASA.
Una molécula de fosfina se forma al unir un átomo de fósforo (P) y tres de hidrógeno (H). Observaciones previas en los gigantes gaseosos Júpiter y Saturno detectaron fosfina (PH3) en las capas internas, donde las temperaturas llegan a más de 500 °C. En ambientes extremos como estos, el proceso que genera este gas no está relacionado con la vida. No obstante, la fosfina también existe en la Tierra y es producida principalmente por microbios que habitan ambientes donde no hay oxígeno, como detalla un anterior estudio realizado por algunos de los autores del nuevo hallazgo.
“Se han reportado emisiones en las plantas de tratamiento de aguas residuales y sedimentos de aguas poco profundas, pantanos o en el estiércol de animales”, explica a La República Rómulo Cruz, químico del Laboratorio de Investigación Fisicoquímica de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Los científicos indican que microbios como las bacterias pueden absorber minerales de fosfato, agregar hidrógeno mediante reacciones químicas y, en última instancia, expulsar el gas fosfano hacia el exterior. Pero el proceso no está claro, “ya que (los microbios) requieren mucha energía para hacerlo posible”, anota Cruz.
Sin embargo, este gas en nuestro planeta también es producido, aunque en menor proporción, por fuentes abióticas (sin presencia de vida). El científico peruano destaca que, en este caso, “(la fosfina) está asociada a fuentes antropogénicas. Por ejemplo, la industria agrícola genera emisiones de PH3, provenientes del uso de insecticidas o raticidas”. Añade que también puede ser producida en la atmósfera por reacciones en moléculas como el ácido fosfórico. Otras fuentes naturales podrían ser eventos energéticos como los relámpagos, actividad volcánica o la caída de meteoritos. “Hay estudios que establecen la posibilidad de que a través de la fricción de minerales basados en fosfatos se pueda generar fosfina en concentraciones detectables”.
Ilustración de la fosfina hallada en las nubes de Venus. Crédito: ESO.
Estas posibles fuentes de fosfina podrían servir para descartar la presencia de microbios en Venus, pero hay un problema: detectaron demasiado de este gas. El equipo dirigido por Jane Greaves, científica de la Universidad de Cardiff, calculó que la abundancia de fosfina es de aproximadamente 20 partes por cada mil millones, al menos mil veces más de lo que se ha detectado en la Tierra. Al considerar ese factor y las condiciones existentes en Venus, descartaron la mayoría de las posibilidades abióticas.
“Por ejemplo, la producción de fosfina durante las erupciones volcánicas, con la velocidad de producción requerida para explicar la abundancia en la atmósfera de Venus, solo podría ser posible si en Venus hubiera una cantidad mucho mayor de volcanes”, señala Cruz. “La cantidad de fósforo que podría llegar en meteoritos a Venus y transformarse en fosfina es también muy baja. La descomposición del ácido fosfórico (H3PO4) hacia PH3 también se presenta como una ruta poco realista en las condiciones de presión y temperatura de Venus”.
Las simulaciones realizadas por los investigadores mostraron que ningún evento conocido lograba explicar el hallazgo. “Las alternativas son entonces que estamos ante una geoquímica o fotoquímica desconocida, o tal vez frente a una posible vida”, enuncia Cruz, que ha sido miembro de la Sociedad Científica de Astrobiología del Perú.
Fotografía de la superficie de Venus tomada por el módulo soviético Venera 13. Crédito: Venera team / Don P. Mitchell.
“El descubrimiento plantea muchas preguntas, por ejemplo, cómo podría sobrevivir cualquier organismo. En la Tierra, algunos microbios pueden hacer frente a aproximadamente un 5% de ácido en su entorno, pero las nubes de Venus están casi completamente compuestas de ácido”, dijo en un comunicado Clara Sousa-Silva, coautora del estudio. Otra pregunta sería ¿desde cuándo existe esta vida?¿Acaso son rezagos de un pasado en que el planeta era más parecido a la Tierra?
Por su parte, Cruz enfatiza en que falta mucha información sobre Venus antes de llegar a una conclusión definitiva. “Los autores señalan que la fotoquímica en las gotas ácidas de las nubes de Venus es desconocida casi por completo. Por lo tanto, debe considerarse una posible fuente de fosfina dentro de las gotas”.
La detección de fosfina se realizó mediante las ondas de radio, pero los autores indican que hace falta encontrar rastros de este gas mediante otras longitudes de onda, como la luz infrarroja, para confirmar el hallazgo. Esta tarea les puede llevar meses, pero confirmar si hay vida, mucho tiempo más.