Solemos pensar en nuestro sistema solar como un conjunto de planetas alrededor del Sol, pero en realidad es mucho más que eso. Una de las formas más aceptadas para definir el alcance de nuestro ‘vecindario cósmico’ es mediante los límites de la heliósfera, una región marcada por la influencia nuestra estrella. Más allá de sus fronteras, el viento solar desaparece y comienza el espacio interestelar.
Se trata de una enorme burbuja magnética cuyo extremo más cercano —cruzado solo por las naves Voyager— está más de 120 veces la distancia del Sol a la Tierra. Hasta ahora, las investigaciones han sugerido que tiene una cola muy larga, parecida a un cometa. Sin embargo, un equipo de científicos usó datos de las misiones de la NASA para estimar cómo es en realidad la forma de esta estructura.
Partes de la heliósfera. Fuente: NASA.
Entre los datos que más sirvieron al estudio liderado por profesor de Astronomía Merav Opher, destaca la misión New Horizons, la nave espacial que proporcionó mediciones de iones de recolección: partículas que se ionizan en el espacio y son captadas por el viento solar para moverse en conjunto. Como tienen orígenes distintos de las partículas que salen del Sol, estos iones son mucho más calientes.
“Hay dos fluidos mezclados entre sí. Tienes un componente que está muy frío y uno que está mucho más caliente, los iones de recolección. Si tienes algo de fluido frío y fluido caliente, y los coloca en el espacio, no se mezclarán, evolucionarán principalmente por separado. Lo que hicimos fue separar estos dos componentes del viento solar y modelar la forma 3D resultante de la heliósfera”, explicó Opher.
Asimismo, en base a un estudio anterior de Opher, los científicos utilizaron el campo magnético solar como una fuerza dominante. De esta manera, se creó una forma de “cruasán desinflado”, una versión rara del famoso pan.
“Debido a que los iones captadores dominan la termodinámica, todo es muy esférico. Pero debido a que abandonan el sistema muy rápidamente más allá del choque de terminación, toda la heliósfera se desinfla”, dijo el docente de la Universidad de Boston.