ATENTADO. Hampones dejaron explosivo para amedrentar al dueño de centro educativo, al que extorsionaban desde hace meses. Efectivo de la UDEX trataba de neutralizar la granada cuando esta detonó en sus manos y a centímetros de su rostro., Con más de 25 años en la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDEX), el superior PNP Adolfo Castellano Carrillo era consciente de que desempeñaba una labor riesgosa, en la que un mínimo error podía costarle la vida. Por eso se encomendaba a Dios cada vez que debía atender una emergencia. A las 2:30 p.m. de ayer, el experimentado agente cometió la única equivocación de toda su impecable carrera: dejar que la espoleta de una granada de guerra, abandonada por delincuentes extorsionadores en el frontis de un colegio en Villa El Salvador, hiciera detonar el artefacto en sus manos. Minutos antes, otra granada había explosionado en la tolva del camión C6M-878, estacionado frente al centro educativo Cristo Salvador. Por ello la Policía acordonó la zona y pidió a profesores y alumnos evacuar el local ubicado en la Av. Revolución, sector 3, grupo 16 del mencionado distrito. Castellano trabajaba en lo suyo cuando el infortunio lo alcanzó. "La granada había sido dejada sin la chaveta (dispositivo de seguridad) y dentro de un cono de papel higiénico, que era lo único que impedía su detonación. Al parecer, este cono de cartón se rompió e hizo que estalle", explica uno de sus compañeros. Murió en el hospital Aún con vida, pero con serias lesiones en las manos (había perdido todos los dedos) y el rostro, el suboficial Castellano fue evacuado en helicóptero al hospital de la Solidaridad de VES, donde recibió primeros auxilios. Por su estado de gravedad, fue derivado luego al Hospital Central de la PNP, donde poco después falleció. "No resistió las lesiones, perdió mucha sangre", lamentaron los médicos de dicho nosocomio. Mientras terminaban su trabajo, sus colegas conocieron la fatídica noticia y se solidarizaron con su familia. "Era el más experimentado de todos y estaba por retirarse. Quería ser profesor en la escuela de la PNP", comentaron afligidos. HEREDÓ SU VOCACIÓN Fito Castellano, hijo del efectivo fallecido, sigue los pasos de su padre y hace solo un año se graduó como suboficial. "Él trabaja actualmente como policía de tránsito en el cono norte. Heredó la vocación de mi hermano", relata Adela Castellano. Cinco horas antes de la fatídica explosión, el heroico policía, miembro de la Décima Cuadrilla del Señor de los Milagros, había desayunado con su esposa, su hijo y su nieta de tres años. "Nos dijo que el próximo mes comenzaba a enseñar en la escuela. Hace poco lo homenajearon en su unidad por su impecable trayectoria", contaron sus deudos. Al cierre de esta edición, vecinos del colegio realizaban una vigilia; pedían más seguridad en el distrito.