El humor en la piel. Carlos Tovar, Carlín, ha tenido una vida intensa, de pluma brillante. El notable caricaturista de La República planea publicar un libro de reflexión política y social. Reafirma que seguirá con sus afiladas caricaturas. Los políticos ya están avisados. Con sus trazos logró convertirse en uno de los críticos más punzantes de políticos y funcionarios públicos. En las imágenes, con sus hijos Gabriel, José Carlos y Patricia. Además, cuando aún no cumplía el año de vida. Perfil NOMBRE. Carlos Tovar Samanez, Carlín. ESTUDIÓ. La primaria en el colegio Pestalozzi, y la secundaria en La Salle. PROFESIÓN. Arquitecto, egresado de la Universidad de Ingeniería. PASIÓN. El dibujo humorístico y el diseño gráfico. EL HUMOR EN LA PIEL • Carlos Tovar, Carlín, ha tenido una vida intensa, de pluma brillante. • El notable caricaturista de La República planea publicar un libro de reflexión política y social. • Reafirma que seguirá con sus afiladas caricaturas. • Los políticos, ya están avisados. María Elena Castillo. Muchos políticos y funcionarios saben que la gente no desea recordarlos nunca más, que los historiadores no les darán un lugar en sus textos, que serán irremediablemente olvidados. Por eso mismo, deberán agradecer a Carlín. Pese a todo, los ha inmortalizado en sus caricaturas. Durante casi 40 años, las acciones y desatinos de diversos personajes públicos han sido registrados por su hábil pluma. Famosas son sus satíricas caricaturas de los jefes de Estado peruanos, desde el general (r) Francisco Morales Bermúdez hasta el actual presidente Alejandro Toledo. Sin embargo, pocos conocen el rostro de este artista, cuyo nombre real es Carlos Tovar Samanez. Incluso para muchas de sus “víctimas” es un ilustre desconocido. Rozar al poder “Recuerdo que en una oportunidad me crucé con Morales Bermúdez (uno de los más frecuentes personajes que ilustró la revista de humor político Monos y Monadas ). Lo saludé, él me respondió, pero estoy seguro de que no me reconoció”, confiesa Carlín, sin una pisca de disgusto. Tal vez, el general no le hubiera respondido el saludo si hubiera sabido que ese amable señor con barba, cabello cano y de aspecto inofensivo, era ese caricaturista que a fines de los años 70 lo dibujó con falda, vestido como domador de circo y de muchas otras maneras, satirizando su gestión como presidente del Perú. Historia a trazos Carlos Tóvar nació el 28 de abril de 1945, en una familia de clase media acomodada de Lima. Vino al mundo en la Clínica Anglo Americana, estudió en el colegio Pestalozzi, y terminó la secundaria en La Salle. Carlín, el caricaturista, prácticamente nació con él. “Desde que tengo memoria he dibujado. En el colegio ya hacía caricaturas y en quinto de secundaria las publicaba en el periódico escolar”, relata. En ese época copiaba todo lo que caía en sus manos, paisajes, animales, rostros. Aún guarda los retratos que en aquellos momentos hizo del líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre, el ex presidente Fernando Belaúnde, y el ex primer ministro británico, Winston Churchill. “Entonces llevé un curso de dibujo humorístico por correspondencia; era la única forma que había de estudiarlo. Vi un aviso en la contracarátula de una historieta, envié el cupón, y con mis propinas me matriculé”. Nunca le llegó el set para dibujantes que ofrecían, y no pudo terminar el curso. Pero le ayudó a confirmar su vocación. Difícil elección Como en esa época –los años 60– se consideraba como profesión solo lo que se conseguía con los estudios universitarios, Carlín postuló e ingresó –y esta vez sí culminó– arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería. Pero el arte pudo más y ni bien acabó la carrera comenzó a trabajar como diseñador gráfico. “Veía que de esa manera se podía expresar un mensaje. Hice folletos sobre el subdesarrollo y una historieta sobre la reforma agraria”, dice orgulloso de su posición de izquierda. Recién en 1975 empezó a dibujar caricaturas profesionalmente, cuando trabajó en el semanario Marka , como diagramador. La experiencia duró poco. El gobierno militar cerró la revista y deportó a los periodistas. “Me dejaron porque era solo un diagramador”, señala. Monos y monadas El despegue de Carlín fue con la revista satírica Monos y Monadas . Al principio colaboraba con algunos dibujos, porque sentía miedo de “no tener humor”: se consideraba una persona muy seria. Poco a poco fue liberando su interior y, ya en 1979, sus dibujos salían con frecuencia en las portadas de la revista. Para entonces trabajaba en el área de telecomunicaciones del Ministerio de Educación. Y tomó la decisión: dejó esa labor para dedicarse de lleno al arte gráfico. El gobierno militar A pesar de que sus caricaturas fueron cada vez más satíricas, Carlín no sufrió las consecuencias de sus críticas. “Una vez publicamos una caricatura en Monos y Monadas , en la que salían los generales Morales Bermúdez y Richter Prada que estaban jugando golpeado con los naipes. Uno preguntaba: ¿golpeas? Y el otro respondía: no, robo. Parece que los militares se asustaron, cerraron la revista, detuvieron a varios periodistas, entre ellos a Luis Jaime Cisneros Hamman, quien luego me contó que le preguntaron por Carlín. Los militares se quedaron con la idea de que mi apellido era ese”, refiere. En otra ocasión, cuando ese mismo gobierno cerró los medios de comunicación, publicaron una caricatura en la que se veía una sala de redacción, donde todos los periodistas, incluso la secretaria, eran Morales Bermúdez. “En muchos quioscos colgaron esta caricatura”, ríe el dibujante. Para entonces, había dejado atrás la timidez que le hacía dudar de su talento, y le impedía imaginar que alguna vez pudiera hacer una caricatura diaria, como lo hace actualmente en La República. “Antes pensaba: qué pasa si no se me ocurre nada. Por suerte no me ha sucedido. Pero el esfuerzo es tan grande que me deja sin ganas de seguir dibujando por el resto del día. Termino y me voy al cine, a comer, hago cualquier otra cosa”, cuenta, a carcajadas. Cosas serias de la vida Pero todo no es humor en la vida de Carlín. Como diseñador gráfico ha dibujado a pulso los afiches de películas como “ Alias la Gringa ” de Alberto Durant, ha creado los logotipos del Consejo Nacional de Educación, la Superintendencia Nacional de Registros Públicos, pero el que más satisfacción le ha dado, ha sido el logo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, por el significado que esta institución tiene para el país. “Conozco una amiga que se salvó de Tarata, porque un mes antes se mudó a otro lugar. Recuerdo que poco antes, colocaron una bomba en la avenida Larco. Fueron tiempos difíciles, en que aprendimos a habituarnos a la guerra. Había una bomba en la esquina, pero tenías que seguir trabajando. La vida no se podía detener”, refiere. En 1988 fue invitado a colaborar en el semanario italiano Tango y vivió en Roma durante tres meses. Pero regresó por su compromiso con el país y sus hijos. “Mis tres hijos han dibujado mucho cuando eran pequeños. Pero se plantaron como ‘carrera de caballos, parada de borricos’. Mi hija mayor escogió economía y acaba de doctorarse en la universidad de Maryland; el segundo estudia biología; y el tercero aún está en el colegio y no sé qué estudiará, pero no creo que sea dibujo”, asegura. Plantea jornada laboral de 4 horas al día Carlín ha publicado 6 libros, que son básicamente un compendio de sus obras. Pero en el 2002, Carlos Tovar publicó el libro “ Habla el viejo, la crisis mundial y su solución ”, en el que presenta un diálogo con el fantasma de Carlos Marx. Con él conversa sobre la caída del comunismo. “Cuando me preguntan por qué Marx. Les digo: si a ti te jalan en matemáticas, tienes dos opciones, regresas a tu casa y quemas el libro, y la otra es volver a leerlo para saber en qué te has equivocado. Yo opté por lo segundo, aunque la mayoría eligió lo primero, y ahora dicen que Marx ha fracasado. Pero yo creo que no”. Entre sus proyectos está publicar la segunda parte de este libro, en la que presentará soluciones a la crisis que se vive a nivel mundial. Espera ofrecer una salida a la falta de trabajo, que es uno de los principales problemas de nuestros días. “Aumenta el desempleo y los que trabajan laboran cada vez más horas. Hay un debate mundial sobre este tema, pero la salida es que se reduzca la jornada de trabajo a solo cuatro horas. Sí se puede lograr, ya se hizo cuando se luchó por las 8 horas en lugar de las 12 que había antes”.