En esta cárcel se asesinaron más de 100 presos: se encontraba en una isla del Perú y terminó bombardeada por Alan García

En pleno auge de las tensiones sociales de la década de 1980, el penal El Frontón fue uno de los escenarios más oscuros de la historia del Perú. Situado en una isla frente al Callao, esta prisión albergó a algunos de los criminales más peligrosos del país, pero también fue escenario de uno de los incidentes más sangrientos en la historia carcelaria del Perú. En junio de 1986, los reclusos, en su mayoría miembros del desaparecido Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), iniciaron un motín que culminaría con una represión violenta por parte de la Marina de Guerra del Perú, en un operativo que acabó con la vida de más de 200 internos y la destrucción completa del lugar.

La masacre de El Frontón dejó cicatrices profundas en la memoria histórica del país por la falta de justicia y la impunidad que rodeó el caso, denunciada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). A pesar de los esfuerzos por esclarecer los hechos, el debate sobre la responsabilidad de los actores involucrados sigue siendo un tema en discusión.

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¿Cuándo se construyó El Frontón?

El penal El Frontón fue edificado en 1917 durante el gobierno de José Pardo y Barreda, en una isla deshabitada frente a la costa del Callao. El objetivo inicial era albergar a los presos más peligrosos del país, alejándolos de la población en un entorno apartado. La cárcel se convirtió rápidamente en una de las más temidas del Perú, debido a la brutalidad de su régimen y a los constantes informes de abusos contra los reclusos.

No obstante, pronto también comenzó a albergar a los opositores del gobierno de turno, como le ocurrió al expresidente Fernando Belaúnde Terry, tras encabezar una protesta contra el gobierno de Manuel Prado Ugarteche en 1962.

¿Qué sucedió en El Frontón durante el gobierno de Alan García?

La violencia en El Frontón alcanzó su punto máximo el 18 de junio de 1986, cuando los prisioneros del pabellón azul iniciaron un motín, en simultáneo con otros penales del país como San Juan de Lurigancho y Santa Bárbara. Se desataron disturbios con la intención generalizada de los reclusos de escapar. El motín de El Frontón coincidió con la Conferencia mundial de la Internacional Socialista llevada a cabo en Lima, donde asistieron 22 presidentes, incluyendo a Alan García, quien era presidente del Perú en ese entonces. Asimismo, al evento acudieron decenas de líderes de partidos políticos y alrededor de 500 periodistas extranjeros.

Ante la situación, el gobierno de Alan García envió una Comisión de Paz para intentar negociar con los reclusos; sin embargo, las conversaciones fracasaron. La situación empeoró y el 19 de junio, el presidente García decretó que los penales fueran considerados "zonas militares restringidas" mediante el Decreto Supremo N.º 006-86-JUS, permitiendo el uso de la fuerza de la Marina de Guerra del Perú si los amotinados no se rendían. La represión fue brutal.

“El viceministro ordenó la suspensión del diálogo con los internos pese al reproche de las autoridades judiciales. El director de dicho establecimiento protestó ante el jefe del servicio penitenciario, pero este le respondió tajantemente que era una orden del presidente de la República”, se indica en el informe de ‘La Matanza en El Frontón’, publicado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

El 19 de junio, a las 3 de la mañana, la Marina comenzó el ataque sobre la prisión El Frontón con armamento tradicional, pero también usando bazucas, morteros y explosivos como el C-3, con los que demolieron el conocido pabellón Azul. Tras la rendición de los amotinados, muchos de ellos fueron llevados a un área conocida como ‘Los Baños’, donde fueron asesinados a tiros y con bayonetas, otros fueron torturados para luego ser ultimados por las fuerzas del orden. La violencia fue tan extrema que varios de los reclusos que murieron fueron posteriormente exonerados de los cargos que se les imputaban, como el caso de Nolberto Durand y Gabriel Ugarte, quienes luego de ser asesinados fueron absueltos por un tribunal. La masacre fue considerada un crimen de lesa humanidad por la CIDH el 16 de agosto del 2.000 y se responsabilizó al Estado peruano. Aunque la Fiscalía Especializada en Desapariciones Forzosas, Ejecuciones Extrajudiciales y Exhumación de Fosas Clandestinas abrió una investigación para determinar cómo se originó el motín y a la vez, el proceso judicial para esclarecer los hechos aún sigue siendo un tema de debate.

¿Cómo luce hoy El Frontón?

Según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, más de 200 internos acusados o sentenciados por terrorismo perdieron la vida durante los motines de junio de 1986, por el uso deliberado y excesivo de la fuerza contra estos reclusos que una vez rendidos y controlados fueron ejecutados extrajudicialmente por agentes del Estado. Los únicos sancionados fueron los ejecutores directos y no los que dieron las órdenes y, después de los incidentes, el reclusorio jamás volvió a recibir reos.

Hoy en día, El Frontón es un lugar abandonado, que permanece en la memoria colectiva como un sitio de dolor y represión. A pesar de su historia oscura, la isla no ha sido objeto de una restauración completa ni de un uso funcional. A lo largo de los años, han surgido diversas propuestas para reabrir el penal, como las del congresista Alejandro Soto en 2024, principalmente debido a la creciente crisis carcelaria en el Perú.