De Comas a Hong Kong: peruano que trabajó como ayudante de cocina en escuela de la Marina del Callao, hoy triunfa en el continente asiático
“Mi motivación siempre fue ser un buen cocinero”, señaló Abel Ortiz Álvarez, chef peruano dueño de tres restaurantes en Hong Kong.
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Perú es cuna de grandes exponentes de la gastronomía nacional. Gastón Acurio, Virgilio Martínez, entre otros chefs de gran renombre, triunfan en el extranjero, quienes llevan lo mejor del sabor peruano. Esta vez, un joven de Comas se convirtió en la estrella del pollo a la brasa, pero en Hong Kong, lugar donde echó raíces y logró inaugurar tres restaurantes que son los favoritos de la población asiática. Esta es la historia de Abel Ortiz Álvarez, un chef peruano que decidió emigrar a tierras hongkonesas para mostrar lo mejor de su arte: la comida con marca Perú.
Desde pequeño, su vida estuvo influenciada por la cocina
Según cuenta el peruano, nació y creció en Comas y su entorno familiar fuertemente vinculado con la cocina. Su padre, cocinero en la Marina de Guerra, y su madre, quien regentaba un puesto en el Mercado Central del Callao, le inculcaron una relación cercana con los fogones desde su niñez. A temprana edad, Abel ya mostraba un notable interés por el arte culinario, ya que acompañaba a su hermana mayor en los amaneceres del mercado mayorista de La Parada, lugar donde se impregnaba de los aromas y ritmos del comercio local. En su infancia, su madre lo acomodaba sobre sacos de arvejas mientras hacía las compras, una vivencia que marcó profundamente su conexión con la gastronomía.
A los 14 años, comenzó a adentrarse más en la cocina profesional. Decidió estudiar gastronomía a los 18, con la firme intención de perfeccionarse en su campo. Con jornadas laborales largas y sin apenas descanso, Abel no se detuvo en su búsqueda por crecer. Fue durante este tiempo que tuvo la oportunidad de realizar prácticas en algunos de los restaurantes más prestigiosos del Perú, y fue Jaime Pesaque, quien le dio la oportunidad de liderar un restaurante en Uruguay, y poco después, en Hong Kong.

Abel fusionó los sabores tradicionales de su país con toques modernos, creando una experiencia gastronómica única en ChullsChick. Foto: Andina
Abel Ortiz y el sueño de un restaurante peruano en Asia
En 2018, Ortiz cumplió su sueño de abrir un restaurante en Hong Kong, que no solo destacara por su excelente comida, sino que también representara lo mejor de la gastronomía peruana. Así nació ChullsChick, un restaurante que rápidamente se convirtió en un rincón de Perú en medio de la ciudad asiática. Abel fusionó los sabores tradicionales de su país con toques modernos, creando una experiencia gastronómica única. Su plato estrella, el pollo a la brasa, fue preparado con un pollo francés marinado durante dos días en una mezcla especial de cerveza oscura y especias, con lo que logró un sabor auténtico y jugoso. La carne se cocinaba en un asador especial que garantizaba una piel crujiente y jugosa por dentro. No obstante, este no fue el único platillo que presenta a sus comensales, sino también el ceviche, los tamales, la causa de pescado y la sabrosa chicha morada, los cuales tienen gran demanda.

El pollo a la brasa es su platillo bandera que ha conquistado el corazón de los hongkoneses. Foto: Andina
Los platillos estaban diseñados para ofrecer a los comensales una experiencia completa de la cocina peruana, los que utilizan productos frescos y técnicas culinarias heredadas de generación en generación.
El éxito de Abel Ortiz en Hong Kong
El restaurante ChullsChick pronto se convirtió en uno de los favoritos de los hongkoneses y turistas, gracias a la autenticidad de su comida peruana. Los precios de los platillos variaban entre 40 y 300 dólares de Hong Kong, lo que permitía a todos disfrutar de la cocina peruana en el corazón de Asia. Aunque en un inicio, tuvo problemas con el idioma, Abel Ortiz logró transformar su sueño en realidad y se ganó el reconocimiento del Consulado General del Perú en Hong Kong por su destacada labor en la promoción de la gastronomía peruana. Su éxito fue testimonio del poder de la cocina peruana, uniendo dos culturas a través de la comida.