La gloria al filo de la muerte
En este episodio, los realistas y patriotas se enfrentan en la última etapa de la lucha por la independencia. La batalla se libra entre el Cusco y Apurímac en diciembre de 1824.
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El ejército real y el Ejército Unido Libertador juegan sus últimas cartas. Entre dos fuegos, el virrey La Serna prioriza combatir a los independentistas, que marchan por el norte, en lugar de sofocar la rebelión ultramontana del general realista Pedro de Olañeta en el Alto Perú.
Los ejércitos rivales se desplazan tácticamente por el sur andino intentando sorprender uno al otro entre el Cusco y Apurímac. La persecución se prolonga hasta nuestros días sin tregua ni pausa con la lectura de las Memorias del general Guillermo Miller (Memoria del general Miller al servicio de la república del Perú) y el testimonio del general realista Andrés García Camba (Memoria para la historia de las armas españolas en el Perú). A mediados de noviembre los realistas han avanzado sobre Huamanga y cortado la comunicación de los patriotas con el norte y los republicanos, sedientos de gloria tras el triunfo en la batalla de Junín, quince semanas después de ese enfrentamiento, hoy se encuentran acorralados y al límite de sus existencias.
En un intento por flanquear al enemigo los patriotas son emboscados viciosamente en la quebrada de Corpahuayco a pocas leguas de distancia de la Pampa de Ayacucho, el 3 de diciembre de 1824. “Todo les era contrario y espantoso; pero el ánimo y el valor de los republicanos parecía aumentarse en proporción que las cosas tomaban peor aspecto”, narra el general realista Andrés García Camba. Entre la espalda y la cordillera, Sucre se dispone a librar batalla, o morir en el intento.
Escribe: Nelson Pereyra (*)
El jefe del Ejército Unido Libertador al mando del general Antonio José de Sucre cambia de estrategia bélica tras recibir instrucciones del Libertador Simón Bolívar, quien le indica que busque el enfrentamiento abierto con los españoles para propiciar su derrota militar.
El general Sucre había sorteado todo encuentro frontal con el ejército comandado por el virrey José de La Serna a fin de evitar un grave descalabro en el valle del río Pachachaca, zona colindante con el Cusco, cuartel general del Ejército español. El jefe patriota confía en el envío de refuerzos provenientes de Colombia.
Ahora, luego de cruzar el caudaloso río Pampas y replegarse a Apurímac, el general Sucre opta por dar batalla a los realistas ante las constantes emboscadas de estos.
El 3 de diciembre a las 17 horas, la primera división de infantería del Ejército español ataca de manera sorpresiva la reserva del Ejército Unido Libertador cuando se desplaza por la abrupta quebrada de Corpahuayco en Ayacucho. El ataque de los soldados, comandados por el general Gerónimo Valdés, desde las alturas de la cordillera de Pumaccahuana, ocasiona el descalabro de tres batallones (Vencedor, Vargas y Rifles) de la primera división de la infantería colombiana que en ese momento estaban cruzando el desfiladero.
El asalto, sorpresivo y contundente, obliga a los soldados patriotas a dejar los bagajes y ganado que transportaban para empuñar sus armas y defenderse. Los batallones Rifles y Vargas son dispersos. La pericia del jefe de esta última unidad, teniente coronel Trinidad Morán, logra evitar el descalabro total. Los soldados agredidos fueron auxiliados por el batallón Bogotá de la segunda división de la infantería colombiana y por un batallón de la Legión Peruana de la Guardia que al momento del ataque estaban abandonando la quebrada. En horas de la noche, los sobrevivientes del Rifles subieron por la pendiente de la quebrada. La caballería patriota no es gravemente afectada porque se desplaza por el valle de Chonta, a tres kilómetros de Corpahuayco.
Como resultado de la emboscada, el Ejército Unido Libertadores reporta más de 200 soldados muertos, entre los que figura el mayor Thomas Duchbury, segundo al mando del batallón Rifles. Según el jefe de la caballería patriota general Guillermo Miller, los realistas se apoderan del parque, caballos, mulas y uno de los dos cañones de campaña.
Tras la terrible emboscada los soldados patriotas continúan su marcha por las localidades de Tambo Cangallo y Acocro. Al cruzar el río Pongora, Sucre ordena una disposición de batalla para enfrentar a los realistas; pero, estos deciden retirarse hacia la ciudad de Huamanga evitando el enfrentamiento abierto con las tropas libertarias, que ahora más que nunca desean derrotar a sus oponentes para consolidar la liberación de los pueblos del Perú e Hispanoamérica.
(*) Historiador de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, con estudios de maestría en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad Pablo de Olavide en España. Doctor en Historia con Mención de Estudios Andinos. Sus ejes de investigación están relacionados con la participación política de los campesinos en la formación del Estado peruano y con la historia y cultura regional. Recientemente ha editado el libro Ayacucho: la batalla final por la independencia junto con Claudia Rosas y Juan Marchena en la colección Sílex Ultramar de España.