Sociedad

Historias de superación de jóvenes con discapacidad

Buen ejemplo. Un joven con ceguera, una mujer que padeció parálisis cerebral, otro muchacho con retardo leve y sordomudos fueron incorporados como pasantes de la Corte de Justicia de Arequipa. Los acompañamos en un día laboral.

1. sheyla huata. Es una joven de 28 años que sufrió parálisis cerebral. Gracias a operaciones y terapias se incorpora al mundo laboral, a esta pasantía en la
1. sheyla huata. Es una joven de 28 años que sufrió parálisis cerebral. Gracias a operaciones y terapias se incorpora al mundo laboral, a esta pasantía en la

Guillermo es invidente de nacimiento. Una voz de software le lee lo que dice la pantalla del computador. Mientras escucha atento, navega por la web. Su comunicación con el mundo externo es el sonido. Gracias a la voz de software memorizó la estructura de la página web de la Corte Superior de Justicia de Arequipa. En esta institución hace una pasantía laboral de un mes.

Guillermo, de 30 años, estudió computación. Eso le permitió que su labor sea más fácil. Ayuda a los usuarios con procesos en el Poder Judicial y que no están familiarizados con las computadoras a ubicar sus expedientes y descargarlos para que lo lleven en USB. Mientras tenga ganas de aprender y ayudar a la gente, uno se siente bien”, señala.

Él es parte del grupo de 5 seleccionados de 43 personas que se presentaron a la convocatoria de esta pasantía de la corte arequipeña. Comenzaron a inicios de noviembre y para Guillermo Charcahuana López, la adaptación ha sido fácil. Sus limitaciones visuales no fueron obstáculo para estudiar, siguió Computación en el Centro de Rehabilitación de Ciegos (Cercia) y se preparó en fisioterapia y rehabilitación. Él quiere que esta pasantía le sirva para tener un mejor futuro.

proceso. En Corte de Arequipa, se evalúa caso de La Positiva.

PODER JUDICIAL - CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA

Su monitora, la jefa de la Unidad de Servicios Judiciales, Joyce Álvarez Vitorino, resalta de Guillermo, la habilidad que tiene para la computación.

Un piso más arriba de donde labora Guillermo, trabaja Sheyla Huata. La joven de 28 años de edad padeció de parálisis cerebral infantil, luego de que nació prematura a los 6 meses. Con mucho esfuerzo, tres operaciones y terapias, Sheyla no es nada de lo que era antes. Así lo confiesa. Ahora camina y en gran medida se conduce de forma independiente, incluso ha estudiado fisioterapia y rehabilitación.

“Fue una negligencia, porque si me hubieran puesto el oxígeno cuando nací, nunca hubiera dejado de respirar. Al ser prematura, era débil, los doctores al verme completa no me pusieron el oxígeno, yo hice el esfuerzo de respirar y rompí una vena del cerebro. Las enfermeras me vieron y ya estaba muerta, me hicieron electroshock, me resucitaron. Al momento que dejé de respirar sufrí la parálisis cerebral”, cuenta.

Su madre le dijo que nunca se rinda, que ella podía todo lo que se proponga. Sheyla folia documentos, los numera, ordena expedientes y pega cédulas. Su labor no le ha resultado compleja, esta es su primera experiencia formal de trabajo y la describe como una adaptación interesante.

Su experiencia en la pasantía le deja la satisfacción de conocer más personas y que las personas con discapacidad sean más incluidas.

La jueza Rocío Aquize es la monitora de Sheyla y se siente satisfecha con los resultados.

Bullying

En otra oficina de la Corte, se encuentra el joven Anjuet Cárdenas, de 18 años. Su sinceridad es una de sus características y dice que se siente bien y contento en la oficina, aunque piensa que la labor no es fácil. Está aprendiendo a foliar, sellar los expedientes y próximamente entrará a fotocopiar.

Anjuet tiene un retardo leve, seguía sus estudios secundarios en el colegio, sin embargo, no los pudo concluir, sus compañeros le hicieron bullying, se burlaban de él, lo empujaban, le tiraban lapiceros y decidió retirarse. “Estaba sentado en mi escritorio, hacía los trabajos”, recuerda.

“Ah, mira ese payaso, ese loco, decían. A mí no me gusta eso y me fui”, cuenta con tristeza. Quiere terminar la secundaria. Una de sus metas es trabajar en algún supermercado en el área de seguridad. Con esta experiencia, ahora quiere aprender cómputo.

José Pacheco y Junior Huamaní son los otros dos jóvenes que están en la pasantía. Son sordomudos y hacen labores de numeración de expedientes. Una compañera de Junior señala que ha sido difícil para los trabajadores el proceso de adaptación, pero admiran en él su compromiso.

No quiere irse hasta culminar la tarea que le han encomendado. Junio lee los labios y así se comunica con las otras personas.

Falta inclusión laboral

La jueza María Concha Garibay es la monitora de Anjuet e impulsora del proyecto. Confiesa que la selección fue compleja. No hay instituciones que preparen a las personas con discapacidad para insertarse laboralmente. Por eso, la lección de este proceso es que se deben tener más espacios para que los jóvenes como ellos puedan desarrollarse, más allá de la secundaria.

El proyecto nació en el 2019 a raíz de una mesa taller sobre la inclusión laboral y la discapacidad, además porque la ley contempla que todas las entidades públicas están obligadas a contratar personas con discapacidad en una proporción no menos al 5% de la totalidad de su personal.

La magistrada dice que sería fácil para la entidad contratar a personas con alguna discapacidad motora, pero que tienen estudios universitarios.

Sin embargo, lo complejo está en incluir a personas con discapacidad cognitiva. “No es imposible, ellos pueden desempeñarse”, reflexionó. Lamentó que en el caso de Anjuet ni siquiera haya habido inclusión educativa de parte del colegio para que él pueda concluir sus estudios.

La pretensión de la corte, mediante la Comisión de Acceso a la Justicia, es que se hagan varias pasantías en el próximo año. Quieren despertar en otras instituciones, el compromiso de involucrarse más con este sector de la población.