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Sociedad

La otra cara de las rondas campesinas en Puno

En un contexto, en que las rondas campesinas fueron objeto de cuestionamientos por excesos, en el altiplano estas organizaciones, por el contrario, están preparadas para respetar los derechos fundamentales de las personas. Trabajan de la mano con las autoridades judiciales.

Puno. Orlando Sanga Yampasi, camina chicote en mano, por inmediaciones del mercado Tupac Amaru de Juliaca. En su condición de presidente de las Rondas Urbanas de San Román, es el responsable de que las cosas que no salgan de control al momento de hacerle frente a la delincuencia. Lo acompañan en su tarea varias mujeres que cumplen una función importante. Debido a su género ponen equilibrio.

Mientras camina a la expectativa de cualquier novedad, a Jesús Sanga, le lanzamos una pregunta ¿Qué opina del secuestro de periodistas en Cajamarca y la retención de mujeres acusadas de hechicería?

“Nosotros rechazamos todo exceso. Tenemos formas de actuar. No podemos ir más allá de nuestras competencias. Si cogemos a una persona que está robando solo lo chicoteamos y lo entramos a la Policía. El que se excede también puede ser sancionado de la misma forma o en su defecto, y, si el caso es grave, lo expulsamos. Las rondas no se pueden perjudicar por unos cuantos”, aseguró.

Tienen códigos

En un contexto, donde el papel de las rondas campesinas fue puesto en tela de juicio por sus excesos, su versión hasta pareciera ser inverosímil. Sin embargo, en el altiplano puneño, los ronderos tienen códigos.

Su objetivo no es ajusticiar a una persona, sino solo imponer un castigo que haga reflexionar por su mal actuar en distintos niveles de su vida social.

“A nadie le pasa nada por recibir chicotazos. Al contrario, ayuda a que la persona se corrija. En nuestra organización también hemos tenido personas que actuaron mal. Fueron sancionados con ortiga o castigo físico, y no pasó nada. Si es una persona que cometió delitos de inmediato, tenemos que entregarlo a la Policía y de ahí la Fiscalía tiene que responder y hacer su trabajo”, aseguró Jesús Sanga.

La provincia de Carabaya, es la cuna de las rondas campesinas. Esta organización tiene tal importancia que ha resuelto diversos casos policiales y criminales. Logró detener a roba motos, abigeos e incluso a propios miembros de la Policía, después de solicitar dinero a particulares. Su preponderancia es tal que la propia ciudadanía les tiene más confianza.

La forma cómo las rondas están organizadas fue puesto de manifiesto cuando en enero de 2022, retuvieron a Richard García Chislla y su pareja Agustina Sucapuca Mamani. Entraron en contradicción cuando fueron interrogados y terminaron revelando cómo planificaron y asesinaron a Rosa M. C., esposa del varón detenido.

Walter Churata Morocco, presidente de la ronda provincial de Carabaya, explica que las rondas tienen roles específicos socializadores y de corrección. “Nuestro objetivo no es torturar. Lo que hacemos es someterlo a cadena ronderil, que no es otra cosa que hacer trabajos comunitarios en determinados sectores. Lo que se quiere es que en ese proceso la persona que cometió faltas, o está metido en actos que atentan contra las buenas costumbres, reflexione y no vuelva a cometerlos. Cuando hay delitos graves, se entrega a las autoridades”, dijo.

Walter Churata Morocco, refiere que las rondas respetan el libre tránsito y los derechos fundamentales de las personas y nadie podría someter a castigo por gusto. “Nosotros lo tenemos claro. Tenemos nuestra competencia y no salimos de ese marco. No podemos cometer secuestro”.

Vicente Huanacune Maquera, Jefe de la Oficina Distrital de Apoyo a la Justicia de Paz y Justicia Intercultural de la Corte de Puno, aseguró que desde hace años el Poder Judicial, se acerca a las rondas. Son preparados legal y jurídicamente para que se fortalezca el nivel de coordinación entre los diversos sistemas de justicia.

Precisó que la base del vínculo entre justicia ordinaria y comunitaria es el artículo N° 149 de la Constitución. Ahí se precisa que las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de conformidad con el derecho consuetudinario, siempre que no violen los derechos fundamentales de la persona.

Huanacune Maquera, dice que los resultados fueron positivos hasta la fecha porque los pueblos más alejados imparten justicia acorde a sus costumbres y los parámetros legales.

Siempre hubo justicia popular

Julio Chucuya Zaga - abogado

Los pueblos originarios, siempre han impuesto justicia en sus fueros, incluso mucho antes de la instalación de la República. El Tahuantinsuyo tenía sus formas de castigo. Había reglas. El problema es que ahora tenemos una única mirada de la justicia. Por supuesto, nosotros condenamos los excesos, y si es que existiera debe haber sanción, pero los pueblos castigan de otra manera. Por ejemplo, imponen hacer ejercicios físicos. Luego chicotean para disciplinar a una persona y en algunos, casos se apela a la ortiga. Esa forma de sanción, para algunos puede ser vista como lo peor. Pero siempre se aplicó, sobre todo en las comunidades.