Sociedad

Puno: gasolina de contrabando se trafica en las calles de Juliaca

Costo - beneficio. Ante el encarecimiento de los carburantes peruanos esta ciudad es el mayor punto de venta de petróleo y gasolinas que ingresan de Bolivia. Cuestan dos soles menos. La avenida Circunvalación se ha convertido en un gran grifo donde llegan cientos de choferes a abastecerse. La autoridad silba al techo.

Grifo público. La avenida Circunvalación en Juliaca ha sido tomada por los comerciantes que venden gasolina y diésel de contrabando. La diferencia con la peruana es dos soles. Foto: Juan Carlos Cisneros/La República
Grifo público. La avenida Circunvalación en Juliaca ha sido tomada por los comerciantes que venden gasolina y diésel de contrabando. La diferencia con la peruana es dos soles. Foto: Juan Carlos Cisneros/La República

La avenida Circunvalación en la ciudad de Juliaca-Puno se convirtió en un grifo público. Ahí no hay surtidores eléctricos ni despachadores con mamelucos.

Lo que abundan sobre las veredas y áreas verdes son galoneras amarillas llenas de combustible.

Es gasolina y petróleo de contrabando que provienen de Bolivia. Una manera de sacarle la vuelta a los encarecidos combustibles peruanos. Los de Bolivia cuestan S/ 2.00 menos.

La Circunvalación es una vía transversal que cruza de extremo a extremo la ciudad calcetera. Por su característica, es una ruta de paso obligatorio para unidades de carga pesada y unidades que prestan servicio a diversas provincias de la zona norte del altiplano y las regiones de Arequipa y Cusco.

Nicanor Quispe es propietario de una combi que cubre la ruta Juliaca-Azángaro. A diario acuden a abastecerse de diez galones de petróleo boliviano.

En los grifos nacionales por cada galón de petróleo se paga 17.20 soles. En la circunvalación cuesta S/ 15.50 y 16.00 soles. La gasolina peruana de 90 octanos vale S/ 23.40, los contrabandistas la ofrecen a S/ 21.00.

El ocasional cliente puede ahorrarse hasta S/ 20.00 soles si tanquea el vehículo. “Mira hermano, yo gano por transportar pasajeros. A estas alturas no me puedo dar el lujo de gastar mucho en combustible caro porque me queda poco para mis ingresos y la gente no quiere pagar más. Si acá me sale más barato, así sea de Bolivia, no importa, con tal de que mi carro llegue a su destino”, asegura el conductor a este medio.

El abastecimiento de combustible de las galoneras al tanque de la unidad se hace a través de embudos metálicos.

Fronteras sin control

Mientras la vendedora llena el tanque vehicular, una tercera persona, a metros de distancia, hace el papel de vigía para asegurarse que los compradores no sean infiltrados de la Policía Fiscal. Si detectan algo sospechoso informan de inmediato a sus grupos de Whatsapp. Entonces se repliegan.

Esta avenida es el mayor punto de abastecimiento de combustible de contrabando en el altiplano. Los comerciantes operan a vista y paciencia de las autoridades. Es incluso un punto de compra de combustible robado.

Todos los integrantes del negocio están bien organizados. Ante cualquier acto de represión, prefieren rociarlo al piso en vez que las autoridades policiales incauten su ilegal negocio.

Si bien Juliaca, es el mayor centro de expendio de combustible procedente de Bolivia, no es el único lugar. Le siguen la ciudad de Ilave y posteriormente la ciudad de Puno.

Según fuentes de la Policía Nacional hay dos puntos de ingreso al Perú. El primero es Desaguadero (Sur de Puno) y Tilali (norte de Puno). El cruce de la frontera es bajo la modalidad del menudeo en galoneras y se acumulan en tanques plásticos que son almacenados cerca de los puntos de venta pública.

Para los responsables de la Policía Fiscal, es imposible combatir el ingreso del carburante extranjero porque la frontera entre Perú y Bolivia, por el altiplano puneño, tiene 1500 kilómetros transitables de paso libre.

La avenida Circunvalación en Juliaca es prácticamente un grifo público y particular, el más grande del altiplano.

Alrededor de cien comerciantes esperan vehículos de pasajeros y carga pesada. Están instalados en puntos distantes como para reaccionar ante cualquier acción de fiscalización.

La situación es más crítica en Ilave. Ahí la ciudadanía sale a favor de los comerciantes contrabandistas. Asumen que al ser el conductor quien decide qué combustible compra, el Estado, a través de sus organismos de fiscalización, no tienen derecho a reprimir un negocio que les garantiza sustento a una familia.

La consigna de los expendedores ilaveños es que es preferible incendiar el combustible antes que el Estado se lo apropie.

Para que un negocio se mantenga en el mercado tiene que haber demanda. Los transportistas si bien reconocen que la gasolina y el petróleo bolivianos se consumen rápido, prefieren adquirirlo porque es más barato. Prefieren invertir menos en combustible y cobrar lo mismo o quizá algo más al usuario por concepto de pasaje.

También el gas

El panorama es similar con el gas boliviano. Tiene un costo actual de S/ 45.00 en las zonas más alejadas frente a los S/ 65.00 del gas Licuado de Petróleo que se vende en el Perú. La Policía Fiscal, no tiene una cifra exacta de cuánto es el volumen de gas que ingresa al Perú. Pero se estima que entre todos los mercados a diario se oferta 1500 galones de gas boliviano. Según los expertos tiene menor fuerza calorífica, pero tiene alta demanda por tener bajo precio.