Sociedad

Vale reír: la resiliencia del humor para afrontar todo tipo de crisis

La incertidumbre política, la variación de precios en los mercados y cualquier difícil situación personal puede convertirse en el tema ideal para un chiste o un meme a fin de generar unas carcajadas.

El humor es un aliado para cualquier persona que pase por una situación difícil. Así obtenemos una perspectiva diferente sobre la misma. Foto: Jorge Cerdán/La República
El humor es un aliado para cualquier persona que pase por una situación difícil. Así obtenemos una perspectiva diferente sobre la misma. Foto: Jorge Cerdán/La República

Ante la coyuntura política, siempre incierta y al borde de cualquier nueva crisis, puede que solo nos quede reír. En el mejor de los sentidos, se dice que el humor es la mejor medicina. Alineado a este dicho popular, el psicoanlista Jorge Bruce califica a la capacidad de reír como un “recurso formidable”, además de representar un “salvavidas” durante situaciones extremas.

El especialista también señala que esta característica es un remanente de nuestra etapa infantil, por lo que lejos de ser tildada de inmadura se convierte en un instrumento “en pro de la vida”. El simple hecho de reír nos puede ayudar de una manera terapéutica a sobrellevar todo tipo de crisis.

A diferencia de los mecanismos de defensa como la disociación, la negación o la represión, el humor se presenta como la herramienta disponible para rescatarnos en situaciones que “de otro modo podrían resultar intolerables”, explica Bruce.

Asimismo, la comediante Fabiola Arteaga también considera que, cuando una persona ya es capaz de reírse de algo “feo” de su pasado, es porque ha sanado. “El humor como catarsis es muy efectivo. Una vez que le quitamos peso a las situaciones difíciles y somos capaces de ver las cosas con un filtro de humor, sanamos”, sostiene.

Humor y resiliencia

Bruce detalla que al afrontar una crisis o situación compleja en nuestras vida, el humor comprende solo una parte de la fórmula. La ‘sanación’ a la que nos referimos es un fruto de su relación con la resiliencia, la capacidad de convertir situaciones potencialmente traumáticas en resultados creativos o útiles para uno mismo o la comunidad.

El humor se presenta como un aliado para toda persona que atraviesa una situación difícil. Al recurrir a este, se obtiene una perspectiva diferente sobre la misma situación. “Al reírte de alguna situación aterradora, le quitas poder al miedo”, afirma Arteaga.

En ese mismo propósito, tanto el autor de Nos habíamos choleado tanto como la creadora del show stand-up Humorbo consideran que la capacidad de reírse de uno mismo ayuda muchísimo más y es propia de gente con un mayor nivel de elaboración humorística.

“Mi mayor respeto siempre irá para las personas que son capaces de reírse de sí mismas. Esas son las personas que tienen más inteligencia a mi modo de ver”, opina Bruce.

“Para el humor sirve más nuestras miserias y nuestros defectos que nuestros logros y aciertos”, comenta Arteaga.

Para el especialista del psicoanálisis, reírse del otro en vez de reírse con el otro “revela nuestras fracturas como sociedad y lo endeble de nuestro lazo social, de nuestro pacto social”. Explica que, en tal caso, el humor es utilizado como un arma “para perpetuar la desigualdad en términos de racismo, clasismo, machismo, xenofobia y toda serie de lacras nuestras y de la humanidad en general”.

Abuso de ser bromistas

En su artículo para el diario La República titulado La memecracia, Bruce señala como el gran teórico de la resiliencia a Boris Cyrulnik. Este intelectual francés considera que las personas que se ríen con frecuencia son “grandes trasportadores de serotonina”, el neurotransmisor relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo.

Pese a esto, el abuso de una conducta bromista o despreocupada ante episodios graves puede conducir a extremos como la bipolaridad. Lo que tradicionalmente se llamaba la manía, opuesto a la depresión, y que significa una incapacidad de conectar con situaciones tristes.

Sin embargo, Bruce rescata que, por lo general, las personas con un sentido del humor “agudo” son personas creativas y que por lo tanto suelen ser personas inteligentes emocionalmente, así como en otros aspectos de la inteligencia.

Entonces, ¿vale reírse de nuestra clase política? Desde luego. Entre otras cosas porque, como explica el psicoanalista, esta característica no es exclusiva de nuestro país, sino que sucede en todo el mundo. “Sobre todo en las democracias, porque en las situaciones totalitarias hay que tener mucho cuidado. El humor te puede llevar a la cárcel”, aclara.

Para Bruce, los políticos son risibles “en la medida en que representan por lo menos a una buena parte de nosotros mismos”. De este modo, “cuando nos reímos de ellos también nos estamos riendo de nosotros mismos, a veces sin saberlo”, sostiene. Por el lado de Arteaga, comenta que, al ver la clase política que tenemos y no sabemos si reír o llorar, “siempre escojamos mejor reír”.