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Sociedad

Nada que celebrar, la búsqueda continúa: ¿qué pasó con Shirley y Solsiret?

Rosario Aybar y Norma Rivera tienen en común tres cosas: una hija desaparecida, una búsqueda incansable y el feminismo. Solo en el 2020, según la Defensoría del Pueblo, fueron desaparecidas 5.521 niñas, adolescentes y mujeres en el Perú.

Rosario Aybar y Norma Rivera visibilizando su lucha en torno a la búsqueda de sus hijas desparecidas. Foto: La República
Rosario Aybar y Norma Rivera visibilizando su lucha en torno a la búsqueda de sus hijas desparecidas. Foto: La República

En el Perú, las mujeres desaparecidas se cuentan por miles. De acuerdo a la Defensoría del Pueblo, solo en febrero de este año se reportaron 450 niñas, adolescentes y adultas en esta situación; mientras, el 2020 se cerró con un total de 5.521. Pero las mujeres no se esfuman, entonces, ¿qué pasó con ellas?

Esa es la pregunta que se hacen Norma Rivera, madre de Shirley Villanueva, y Rosario Aybar, madre de Solsiret Rodríguez. Ambas emprendieron la búsqueda de sus hijas sin descanso, incluso, cuando las autoridades las revictimizaban constantemente.

Sin embargo, además de la tragedia, las dos comparten un soporte en común: el feminismo como fortaleza para perseverar en su lucha.

¿Dónde está mi hija?

En pocos días se cumplirán 4 años desde que Shirley Villanueva desapareció. Ella había salido a ver un partido de fútbol con sus excompañeros de universidad: Joseph Velásquez Fernández, Edgar Pozo Velarde y Bryan Arenas Vivas. Según la versión de estos, después del primer tiempo se dirigieron a la playa Marbella para continuar bebiendo y fue ahí donde a la joven se ahogó y despareció entre las olas del mar.

Pero este testimonio estaba plagado de contradicciones, pues inicialmente le habían referido a doña Norma que habían embarcado a su hija en un micro hacia su casa. Además, las pertenencias de Shirley fueron halladas en un tacho de basura cerca a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), un lugar alejado de donde supuestamente su compañera había perdido la vida.

Lamentablemente, este caso parece haberse guiado solo en torno a las declaraciones de estos sujetos, quienes desde un principio dijeron distintas mentiras. Por su parte, las autoridades no han planteado hipótesis alternativas, juzgando a los principales sospechosos por omisión de auxilio a una persona en peligro, un delito menor de acuerdo a nuestro Código Penal. Actualmente este proceso ha sido apelado.

“Se siente la indolencia de las autoridades, como si no les importara. Las familias mismas tienen que luchar, buscar. La jueza me dice: ’El día que encuentre su cuerpo, señora, ahí sí podemos variar la sentencia’. ¿Se da cuenta? ¿Cómo puedes decirle eso a una madre que pasa por ese dolor?”, sostiene Norma Rivera.

Eso no fue todo, pues antes tuvo que soportar los cuestionamientos machistas de algunos efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP). Cada vez que acudía a exigir que buscaran a su hija le decían: “Señora, pero su hijita se ha expuesto, ¿qué hacía tomando con tres varones?”, nos cuenta doña Norma.

“Todo esto causa rabia en uno, porque nada de eso tiene que ver con el hecho de que a mi hija la desaparezcan. Las autoridades no te apoyan, esperemos que más adelante sea distinto con los protocolos de búsqueda de las personas desaparecidas”, señala.

Nota de alerta de la desaparición de Shirley Villanueva. Foto: La República

Nota de alerta de la desaparición de Shirley Villanueva. Foto: La República

Búsqueda de justicia

“Buscar justicia es otra lucha”, manifiesta la madre de Solsiret Rodríguez, quien el 18 de febrero del 2020 recibió la llamada que tanto temía: los restos de su hija habían sido encontrados. Kevin Villanueva y Andrea Aguirre, cuñados de la víctima, siempre lo supieron; ellos estaban detrás de su asesinato.

Durante más de 3 años, la señora Rosario Aybar tuvo que enfrentarse a policías y fiscales para que no desistieran en la búsqueda. Las autoridades le repetían que mejor consultara con las amigas porque todo indicaba que se había ido con un hombre, pero no, a su hija la habían desaparecido.

Al igual que en el caso anterior, los encargados de la búsqueda cuestionaron a la víctima antes que a la evidencia existente. Era más sencillo adjudicarle conductas inciertas que perfilar un caso o identificar responsables.

A pesar de todo el maltrato sufrido, la madre de Solsiret continúa buscando justicia, pues para ella es un acto de reivindicación a la memoria de su hija y la respuesta que en un futuro podrá brindarle a sus nietas.

“Pido lo que cualquiera en mi posición: justicia, que las leyes cambien. Pero una verdadera justicia y no a medias. Ahora los agresores tienen más derechos que las víctimas. Además, que cuando uno vaya a hacer una denuncia por desaparición no nos insinúen que ‘se ha ido con otro’, es una burla y merecemos respeto”, expresa.

Madre de Solsiret Rodríguez y activistas feministas acompañándola. Foto: FB Rosario Aybar

Madre de Solsiret Rodríguez y activistas feministas acompañándola. Foto: FB Rosario Aybar

Sistema sin protocolos

El año pasado se lanzó el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Este fue anunciado con bombos y platillos como una herramienta que cambiaría la problemática de las personas desaparecidas. Los denunciantes podrían comunicarse a través de la línea 114 y, tras dejar la información, 140.000 policías en todo el país recibirían una alerta a través de un aplicativo.

Como suele suceder, las expectativas no superaron a la realidad. Según Kathe Soto, fundadora del colectivo Mujeres Desaparecidas Perú, no existen cambios significativos en el sistema de búsqueda o en la implementación del conjunto de herramientas que se contemplan en el Decreto Legislativo (DL) 1418. Además, hasta el momento, el protocolo sigue siendo un saludo a la bandera.

“Hasta el momento no tenemos un protocolo efectivo que pueda tener un enfoque interseccional donde se responda con enfoque de género en los casos de mujeres desaparecidas. Entendiendo que la particularidad del registro de una denuncia por desaparición tiene aristas singulares porque hablamos de un tipo de violencia estructural”, explica.

Además, se refiere al registro de personas desaparecidas, el cual solo enumera las notas de alerta realizadas bajo un rango de edad y regiones. Pero deja de lado información complementaria que ayude a identificar a las mujeres desaparecidas en su diversidad. Este punto es fundamental, pues permitiría desarrollar políticas públicas que se ajusten a indicadores reales.

“Es sumamente importante que tengamos el protocolo para la atención, el registro para poder tener datos e información que nos pueda servir para implementar políticas nacionales efectivas, que se visibilicen las desapariciones de mujeres dentro de la Política Nacional de Igualdad de Género y, por último, que las herramientas del sistema nacional de búsqueda, todas, funcionen como se debería para evitar que más mujeres y niñas sigan desapareciendo”, finalizó.

Plantón de madres de mujeres desaparecidas fuera del MIMP. Foto: FB Norma Rivera

Plantón de madres de mujeres desaparecidas fuera del MIMP. Foto: FB Norma Rivera

Lo que el feminismo unió

En medio de su búsqueda, estas madres terminaron encontrándose en el feminismo. Un movimiento con el cual no estaban relacionadas, pero que desde el primer momento estuvo a su lado para apoyarlas y darles fortaleza.

Para doña Norma, el feminismo era algo que veía de lejos hasta que alzó la voz para que buscaran a su hija. Fue en ese momento que el vínculo nació desde la sororidad de unas jóvenes que, sin conocerla, jamás la abandonaron.

“Antes de (la desaparición de mi hija) no estaba vinculada al feminismo, recién con lo que me sucedió se afianzó mi lucha por las mujeres”, relata. Asimismo, dice que este Día de la Mujer conmemora la lucha por la igualdad de derechos, contra la violencia y que, al margen de todo lo sucedido, ella ahora se siente incluida en el movimiento.

En el caso de la señora Rosario, el feminismo no era ajeno porque su hija siempre le habló del tema. De hecho, recuerda que en una de sus últimas conversaciones se reconoció ante Solsiret como feminista, pues entendió que hacer valer su opinión y tener independencia dentro de un matrimonio de décadas no era la normalidad en una sociedad machista como la nuestra.

“Sol siempre me hablaba de los derechos de la mujer. Cuando sucedió su desaparición para mí fue más fácil involucrarme. En la primera marcha a la que fui dije: ‘A partir de ahora yo voy a estar siempre, así no me inviten voy a estar. Uno, por los ideales de mi hija; dos, por mí y tres, por mis nietas’. Esto debe continuar para poder erradicar la violencia contra la mujer. De repente yo no lo disfrute, pero habrá al menos un mejor futuro para las que vienen”, sentenció.