Sociedad

COVID-19: Testimonio de dolor y de esperanza

DESDE ADENTRO. El periodista Washington Román salió airoso de su batalla contra el coronavirus gracias a la ayuda de médicos y enfermeras de EsSalud. Permaneció 4 días internado, ahí vio de cerca la muerte pero también la convicción para salvar vidas.

boca abajo. Es una de las técnicas que utilizan los médicos de EsSalud para iniciar el tratamiento de infectados y mejorar la oxigenación.
boca abajo. Es una de las técnicas que utilizan los médicos de EsSalud para iniciar el tratamiento de infectados y mejorar la oxigenación.

José Víctor Salcedo

Cusco

Acaba de fallecer un compañero de esta sala. Estaba entubado. Han retirado los equipos y los desinfectan. Murió lejos de su familia. Solo nosotros le dedicamos una oración en nombre de ellos ¡Descansa en paz amigo!”.

Esa voz desfalleciente corresponde al periodista Washington Román Rojas también hospitalizado en la sala COVID-19 del Adolfo Guevara de EsSalud del Cusco. Román Rojas graba su narración en su smartphone no obstante a su insuficiencia respiratoria. “Retiran todas sus pertenencias y lo embolsan para sacarlo de la sala”.

El cuerpo de la víctima está herméticamente sellado en una bolsa negra. Era un varón.

El periodista estuvo internado cuatro días. Fueron sus peores días. “Es una enfermedad difícil, no se puede conciliar el sueño. Es agobiante. La fiebre, dolor de cabeza, malestar general, tos, y cuando finalmente sabes que la tienes, te salta la preocupación de haber contagiado a la familia”, escribió una noche ya internado en el hospital.

Washington vio morir a dos personas. El segundo era un profesor. “No respondía al entubado y se lo quitaron. Según las enfermeras, lo trasladaron a UCI para esperar algún milagro, que no ocurrió”.

Cuando cae la noche, llega el alba o a cualquier hora del día, el miedo se posa como una sombra sobre los pacientes internados con coronavirus. Es como si los Jinetes del Apocalipsis hubieran venido a encender las pesadillas y matar las ganas de vivir.

“Hoy desperté a las dos de la mañana. Sentía inquietos a algunos pacientes en sus camas, me contagió el nerviosismo”, escribió la madrugada del 9 de julio.

Un grupo de enfermos permanece en sus camas, conectados a sus balones de oxígeno, mientras son atendidos por el personal médico que está protegido con trajes especiales y mascarillas. Todos están acostados boca abajo, posición conocida en el mundo médico como “decúbito prono”, una antigua técnica que ayuda a las personas a aumentar la cantidad de oxígeno que ingresa a los pulmones.

Ángeles de la guarda

Washington Román tuvo dificultades para ser hospitalizado. Cuando acudió a EsSalud un médico dijo que tenía alta probabilidad de COVID-19, pero en el hospital le dijeron que era negativo y le dieron 8 naproxenos. No quisieron hospitalizarlo. Volvió al día siguiente y recién entró a cuidados intermedios.

Desde ese momento conoció a sus salvadores o ángeles de la guarda. Médicos, enfermeras, técnicos y todo el personal del seguro realizan un enorme esfuerzo, a costa de sus vidas, para salvar a los pacientes que llegaban en estado moderado o grave. “Son unos ángeles. Atienden a los pacientes con unas formas que merecen ser destacadas y reconocidas”, dice agradecido Washington Román.

Casi todos extrañamente son contratados. Cada mes deben emitir sus recibos por honorarios. No tienen beneficios laborales ni apoyo para movilidad y otras necesidades. “Ellas diariamente bañan a los pacientes. Nunca mostraron un gesto de incomodidad o algo que demuestre fastidio. No demuestran miedo. Dan vueltas para cubrir con las mantas a los enfermos o les dan aliento a quienes entran nerviosos, casi temblando. Es una nueva escuela de profesionales de la salud (médicos y enfermeras), muy angelicales”, señala Washington.

Gracias al trabajo denodado y profesional del personal del seguro social, Washington Román ganó la batalla al coronavirus. “En la noche me desconectaron el oxígeno, el médico me revisó y me dijo que mi pulmón sorpresivamente había mejorado y que lo dejáramos funcionar sólo toda la noche. Ya son las 5.22 a. m. y ya no necesito el oxígeno”, informó Román una mañana. Horas después fue dado de alta y ahora recibe tratamiento en un inmueble lejos de sus seres queridos.

Cuando un paciente llega con dificultades respiratorias lo primero que se hace es colocarlo boca abajo. Los médicos empiezan además a suministrarle durante dos 2 días ivermectina y azitromicina. En algunos casos la dosis es acompañada de anticoagulantes y protectores estomacales y antibióticos. “El oxígeno es permanente, porque no puedes respirar por sí solo, la agitación surge con el más mínimo esfuerzo”, cuenta Washington tragando aire antes de soltar cada palabra.

El jefe de Inteligencia Sanitaria de la Dirección Regional de Salud, Javier Ramírez, explicó que la ivermectiva se usa ni bien se confirma un caso, pero aclara que el medicamento no puede ser usado preventivamente. Su uso durante dos días permite desatrofiar el sistema respiratorio.

ileso.  Román cuenta sus vivencias de paciente COVID.

ileso. Román cuenta sus vivencias de paciente COVID.