COVID-19: El drama de los familiares que viven en los exteriores del Hospital Regional Lambayeque [Vídeo]
Duermen en la calle en cartones como si fueran indigentes y muchos sobreviven de la caridad de los vecinos.
Se ha hablado mucho del coronavirus y de las personas que la padecen, pero poco conocemos la otra la cara de la moneda. El reverso que muestra el padecer de los familiares, cuyos seres queridos adquirieron –de manera comunitaria o por contagio- este letal virus.
Desde que se dio el primer campanazo sobre la posible llegada del coronavirus a Chiclayo, un niño procedente de Corea –que fue negativo- hasta el primero confirmado, un joven que de España, son los familiares de las personas infectadas las que han llevado una lucha a parte para saber del estado de salud de sus parientes.
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Muchos viven en la calle, como indigentes, usando como cama unos cuantos cartones que los vecinos y dueños de negocios colindantes al Hospital Regional Lambayeque, les han proporcionado para que no pasen frío en la noche.
Unos sobreviven de la caridad de los moradores de los barrios colindantes que les dan de comer, pues a muchos de ellos el dinero que habían llevado ya se la acabó. “Yo no tengo la intención de moverme de aquí, no quiero irme sino es con mi paciente ya recuperado. Llevó acá más de quince días y casi no tengo información de cómo se encuentra. No sé si se ha recuperado o se ha agravado”, comentó una mujer que aguanta las lágrimas solo para demostrar fortaleza.
Duermen sobre cartones
Se reconfortan
Sienten por momentos que las fuerzas les fallan, pero reciben el confort de otros familiares de pacientes COVID-19 que se encuentran en la misma situación que ellos. “No se preocupe, todo va a salir bien. Dentro de poco estaremos en casa recordando todo esto como un mal sueño”, dice un recio hombre de campo que dejó su charca para estar con su hijo, quien actualmente se encuentra conectado a un respirador artificial y da férrea lucha a este virus.
“Mi hijo”, dice don Juan (de quien no daremos su nombre real), es uno de los luchadores. Nunca se da por vencido y estoy seguro que saldrá de ésta. Los médicos me han dicho que ha presentado una leve mejoría y eso ya es mucho”, agrega.
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Los decesos
Lo más difícil para ellos es cuando sale un enfermero para comunicar el número de decesos que se han registrado en el día. Cuando los ven salir y mirar a todos lados, ellos saben que son portadores de malas noticias. Luego los agrupan a una distancia prudencial, lee los nombres y luego acota que son las personas que fallecieron.
Mueren solos y se van a la tumba solos. No les permiten verlos y por ende despedirse de ellos. Son padres, esposos, hijos, los que se van y no pueden darles cristiana sepultura. “Es terrible ver como las personas se desesperan por entrar y encontrar a su ser querido. Ellos quieren llevárselo, pero no los dejan, es el protocolo”, dice uno de los familiares.
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Si no tienes para pagar un digno funeral, que incluye la cremación e inhumación de los restos, o simplemente la inhumación cumpliendo los estándares establecidos, no te lo puedes llevar. Sus restos terminarán en una fosa con una cruz de madera, o bien con su nombre si los deudos lo aprueban, o simplemente con un código sanitario, con el que luego de dos años podrán exhumar para llevarlos a descansar a un camposanto más digno.
Comunicación
Una vecina, en cuyo primer piso de su casa funciona un establecimiento comercial, se ha apiadado de los familiares de los pacientes COVID-19 y ha instalado un toma corriente en su puerta, con el único fin de que ellos puedan comunicarse con sus enfermos o los enfermeros que buenamente les han dado sus números personales y los mantienen al tanto de la evolución de la salud de sus seres queridos.
Es un buen gesto, pues es la única comunicación que tienen con el interior del hospital, pues los especialistas tienen poco tiempo para salir y dar un parte médico sobre el cuadro clínico de los enfermos.
“Este punto es gratis. La dueña de casa no nos cobra por ello. Mantenemos cargados nuestros celulares, pues nos tienen comunicados con nuestros seres queridos”, dice.
La vida para estas personas es dura y cruel en este momento, pero ellos ven con optimismo que todo acabará pronto. Qué todo habrá sido un mal sueño, y después de esta pandemia su vida continuará; pero esta vez para bien.
Están comunicados