Sociedad

García Márquez y Vargas Llosa: El último instante de una amistad y, luego, el puñetazo

XAVI AYÉN. El periodista de Barcelona, en la reedición de Aquellos años del boom, confirma que el alejamiento de los dos escritores lo desencadenó aquel incidente ocurrido el 12 de febrero de 1976 en México. Pero todo habría sido un malentendido.

Última foto. En 1974, Vargas Llosa y García Márquez se despiden en Barcelona. Luego, vino el derechazo del peruano.
Última foto. En 1974, Vargas Llosa y García Márquez se despiden en Barcelona. Luego, vino el derechazo del peruano.

Juan Carlos Soto

Colaboración Alexis Choque

Cuando al premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa le preguntan por qué golpeó a su colega y también nobel Gabriel García Márquez, responde: “Que lo investiguen mis biógrafos”.

El periodista catalán Xavi Ayén publicó Aquellos años del boom. La segunda edición del libro dedica un capítulo detallado al puñetazo más famoso de la literatura universal.

Ayén aclara que su libro no es una colección de chismes, tampoco un tratado de literatura, pero era inevitable no abordar el asunto. La edición publicada en Perú por Debate añade hechos omitidos en la primera versión del libro, que solo podían contarse tras la muerte de ciertos personajes; por ejemplo, Carmen Balcells, la famosa agente literaria que lanzó al estrellato a Mario y Gabo. Se trata de una investigación sobre el boom de la literatura latinoamericana, que hizo mundialmente conocidos a narradores de esta parte del continente.

Ayén admite que el libro le trajo algunos problemas. Balcells le dijo que 12 páginas no podían publicarse, sino perdería la amistad de los Vargas Llosa. No le hizo caso y, desde entonces, no ha tenido contacto con el nobel peruano ni su familia. Directamente de ellos, no conoce una supuesta molestia.

Lo narrado se remonta a 1974. Vargas Llosa abandona España para volver al Perú con su familia. En ese viaje, en barco, conoce a Susana, se enamora y deja a su familia por ella. No obstante, fue una relación muy breve que desembocaría en la riña con García Márquez.

Ayén aclara que este suceso es menor y no empaña la trayectoria del escritor peruano, muy íntegro y coherente con sus principios. “En el mundo latinoamericano, tratamos a los escritores como dioses y yo he querido tratarlos como humanos explicando luces y sombras”, justifica durante la entrevista que concedió a este medio en el Hay Festival de Arequipa.

García Márquez y Vargas Llosa eran muy amigos, el último instante de esa amistad ocurrió en el puerto de Barcelona en 1974, cuando el peruano se embarca rumbo a Lima. La fotografía la tomó Carmen Balcells y aparece como una de las novedades de Aquellos años del boom.

Juan Armas Marcelo, amigo de Vargas Llosa, dice que Mario se enfadó con Gabo porque el colombiano quiso cortejar a Patricia.

Cuando Patricia retorna a Barcelona —tras la separación con Mario—, sale a cenar con Carmen Balcells, los García Márquez y Jorge Edwards. Toman unas copas y, en una conversación, Gabo bromea con Patricia diciéndole que, para que vuelva con Mario, “deberíamos liarnos”. Bromean con la idea, pero delante de testigos. Según Carmen Balcells, cuando Patricia le cuenta a Mario, exagera para justamente provocar una reacción y esta es la que todos conocemos. (…) Hay un peruano, Francisco Igartua, que luego del puñetazo acompañó a Mario al hotel y ahí Patricia le arroja una lámpara y le dice: “Estúpido, ahora sí que van a creer todos que era verdad”. Esa frase creo que es la prueba definitiva de que no era verdad. De eso podemos deducir que si no hubiera existido el puñetazo, habrían continuado siendo amigos, porque nunca pasó nada. (…) Yo les pregunté a los dos por la reconciliación y, al final, me dio la impresión de que eran las esposas de ambos las que no querían.

¿Qué le dijo García Márquez sobre el suceso?

Le quitaba importancia, le sorprendió mucho el puñetazo y lo vio como una reacción desmesurada, pero su versión de los hechos era que no pasó nada.

¿Cuando usted entrevistó a Gabo ya estaba perdiendo la memoria?

Lo entrevisté en diciembre del 2005. Luego, lo vi el 2007 en Barcelona, ahí ya no reconocía a nadie. El 2005, yo no noté estar delante de un enfermo, sino de una persona adulta, pero el 2007 sí claramente era Mercedes quien tenía que hacerle recordar. Se acercaba alguien a saludarlo y, cuando se iba, Gabo decía: ¿Este quién es? Entonces, Mercedes Barcha (su esposa) le daba un resumen de la persona. En 2005, sí tuve una entrevista de tres horas que él no me dejó grabar, no le gustaba. En su escuela de Cartagena, tienen esa norma de que las entrevistas no se graban. Ahí me anunció que ya no escribiría más. Me dijo que le diagnosticaron la enfermedad (alzhéimer).

Usted también menciona que, cuando le preguntaban sobre Vargas Llosa, él decía: ¿Quién es ese señor?

No, era como decir que no era importante. En 2005 sabía perfectamente quien era. Le dije que había muchos intentos para que se volvieran abrazar.

Y tampoco creo que recordaba lo que había escrito…

Eso yo no lo vi, pero sí hubo gente que me dijo que le ponían Cien años de soledad y él empezaba a leerlo en voz alta y decía: “Caray, ¿eso lo he escrito yo? ¡Qué bueno!".

La tesis es que el boom se rompe por el puñetazo…

En una entrevista que di, titularon: “El boom se rompe por el puñetazo”. Más bien, lo correcto era: “El boom se rompe por el puñetazo y otros motivos”. A finales de los años 60, los principales escritores (del boom) vivían cerca, hacían cosas juntos. Después se dispersan, cada uno se va a un país distinto y eso los distancia. Luego, hay autores del boom coronados con el éxito. García Márquez, Vargas Llosa y Cortázar se hacen ricos con sus libros. Sin embargo, hay otros que ganan poco, que no pueden pagar ni el alquiler, como José Donoso, quien se marcha de Barcelona y se muda a un pueblecito. Se crean celos, los ambientes que frecuentan son distintos, unos siguen el ámbito bohemio y a otros les descuelgan el teléfono jefes de Estado. Otra razón importante es la política, lo de Cuba.

¿Los escritores se aprovecharon de la revolución de Cuba?

Es mutuo. (...) En realidad le decimos boom, pero es un big bang. Crean el mundo de ahora. Antes cada autor publicaba libros en su país y lo leían los lectores de ese país. Mucho antes del Internet, ellos crean un mercado global de la literatura en español; cuando los autores publican una novela, sale en todos los países y eso antes de ellos no pasaba. Es la primera generación de escritores que se profesionalizan, que viven de sus novelas. Cuando se hablaba de los mejores escritores vivos, se pensaba en Europa o en Norteamérica, con el boom se pensó en Latinoamérica. Fue como ganar un mundial de fútbol en literatura. Eran los Dan Brown de la época, vendieron mucho. Además, los académicos los reconocían. Fue una inyección de autoestima brutal para América Latina, con problemas económicos y de dictaduras.

¿Se habla también de que los escritores del boom eran machistas?

No podemos ver a ese grupo con los ojos de hoy. Es raro que ahora las esposas de los escritores sean sus secretarias o amas de casa. El mundo funciona de modo distinto. Hubo grandes escritoras en esa época: la brasileña Nélida Piñón, la peruana Alba Lucía Ángel, la argentina Luisa Valenzuela, etc., pero no las incluyeron. La mujer del boom es Carmen Barcells, ella les hacía de todo; ella quiso que solo se dedicaran a escribir y les organizaba sus viajes, hoteles... compraba el papel, la cinta para la máquina de escribir, etc.

Y hoy ese tipo de literatura en España como envejece...

Hay un debate muy interesante; por ejemplo, con Rayuela han salido muchos críticos a decir que no aguanta el paso de los años, otros dicen que sí. No obstante, hay un debate, están cuestionando algunas obras de referentes clásicos y, sin embargo, nadie cuestiona todavía las grandes obras de García Márquez o Vargas Llosa.

¿En su libro, habla del veto a La ciudad y los perros en España?

Eso lo investigué, fui a los archivos de la censura. Hay un libro muy bueno de Carlos Aguirre.

¿En la versión de Armas Marcelo, Juan Goytisolo hizo un informe desfavorable de la novela?

Eso mi libro lo desmiente. Hablé con Goytisolo, me explica que su mujer Antonia leyó el manuscrito de La ciudad y los perros, entonces se llama Los impostores. Le dijo: “Luis, lee esto, que aquí tienes una gran novela”. Entonces, Goytisolo lo lee y hace un informe muy favorable sin firmar, lo redacta y termina en manos de Carlos Barral. Este último, con el informe, sin haber leído el libro, se comunica con Vargas Llosa y le dice: “Leída su novela es fantástica, quiero que se presente al Premio Biblioteca Breve, espéreme, que voy a ir a verlo a París”. Luego, Barral, en sus memorias, coquetamente dice que esta novela había sido descartada por un informe.