Hombres rompiendo la cadena de violencia
Programa. Desde 2018, está en marcha la estrategia Hombres por la Igualdad del Ministerio de la Mujer; la cual busca frenar la violencia familiar generando cambios en el varón, el principal ejecutor de agresiones. Aquí, historias de personas que, inyectadas por estereotipos y machismos, pudieron cambiar y no temen usar el mandil rosado.
Elmer Mamani
El miedo asaltaba a Alejandrina cada vez que su esposo “explotaba”. “¡Me estás controlando, carajo!”, le gritaba sin justificación Filiberto Iberio (53) años atrás. La mujer lloraba por esa violencia psicológica a la que era sometida. “(Mi esposo) tenía un genio muy fuerte”, dice.
Filiberto es pintor de brocha gorda. Su intolerable carácter se forjó dentro de un cuartel del Ejército, donde le inculcaron valores, pero también le inyectaron ese mal social llamado machismo, que pregona la superioridad del hombre sobre la mujer. “Allí te enseñan a ser lo que se dice ‘macho’. Te hacen creer que eres Rambo”, nos cuenta. Recuerda que le podía invadir la ira en cualquier momento. En una ocasión, su celular no funcionaba y furioso lo estrelló contra el suelo asustando a su hija.
Si el pintor no hubiera decidido cambiar, Alejandrina quizás habría sido víctima de una agresión más grave, por las que miles llegan a las comisarías. Arequipa produce al año entre el 9% y el 10% de los casos de violencia psicológica, física y sexual de todo el país. Pero Filiberto se unió a Hombres por la Igualdad, una estrategia que promueve el Programa Nacional contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer. La iniciativa causó revuelo sin razón, porque mandos militares lucieron mandiles rosados.
El programa apunta a exterminar erróneas actitudes y pensamientos del principal ejecutor de la violencia: el hombre. El 85% de denuncias por agresión al año recaen contra ellos. El ministerio trabaja por primera vez con este género. Atiende a los que tienen discusiones frecuentes en el hogar y expresan comportamientos desbordantes, como gritar e insultar. Alexander Flores, especialista del programa, enfatiza que buscan que recapaciten y no se conviertan en agresores.
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Los participantes reciben charlas y talleres vivenciales para desterrar los estereotipos y el machismo, combustibles de la violencia. A las capacitaciones, en el distrito de Cerro Colorado, asistió Filiberto. Allí aprendió a controlar su ira y reintegrarse a su familia. “Reconozco que he tenido un carácter muy fuerte y que los lastimé”, afirma. El pintor es en la actualidad presidente del colectivo Hombres por la Igualdad de Cerro Colorado.
Entre Patas
En la comisaría Independencia del distrito de Alto Selva Alegre (ASA), como cada jueves, inició Entre Patas, un espacio de reflexión y cambio que es parte de Hombres por la Igualdad. El encargado de la estrategia es el psicólogo Nicanor Caira. Les pide a todos escribir una lista de cuáles creen que son los deberes de sus parejas. La mayoría colocó “cocinar”, “calentarme la comida” y “atender a los hijos”. Caira los rectifica: “Si nosotros creemos eso, estamos muy mal. Sus parejas no son sus empleadas. ¿Cómo creen que se sienten ellas? (…) Las labores del hogar tienen que ser compartidas”.
En la reunión, Einer Zanabria (43) cuenta que peina a sus dos hijas. Él es agente de seguridad, acude a Entre Patas hace 4 meses y ya es secretario del colectivo de ASA. Las dinámicas le sirvieron para darse cuenta de que tiene que contribuir más en los quehaceres de casa.
Cambios. Einer peina a sus hijas, mientras que Filiberto aprendió a controlar su ira. En tanto Gabriel contribuye en los quehaceres de la casa.
A la sesión de ASA, solo asistieron ocho hombres, un número reducido para el gran problema que se vive afuera. No existe día sin denuncias. Hasta septiembre, los 18 Centros de Emergencia Mujer (CEM) de la región atendieron 11 874 casos. La cifra fácilmente superará a la de 2018 (12 949) y la de 2017 (9 532).
Entre Patas también se ejecuta en Hunter, Cerro Colorado, Cercado, Paucarpata, Miraflores y las provincias de Islay y Camaná. Son espacios donde los varones empiezan a tener contacto con sus emociones y admitir errores. Nicanor Caira recuerda que, en una de las sesiones, un asistente se quebró, porque recordó que su padre golpeaba salvajemente a su madre cuando era niño. “Si los hijos ven cómo nos relacionamos como pareja, en el futuro ellos van a imitar esos roles”, dice. La última Encuesta Demográfica de Salud Familiar (Endes) del 2017 detalla que niños y niñas tienen 3.6 de probabilidad de sufrir violencia si provienen de familias donde impera ese problema.
Tumbando mitos. Equipo busca concientizar y acabar con creencias machistas.
Resistencia
Es miércoles y hay reunión de Entre Patas en el municipio de Cerro Colorado. Filiberto invitó a varios varones, pero solo unos cuantos acuden. El psicólogo Egdar Durand, especialista del programa en ese distrito, refiere que hay mucha resistencia: “Creen que el problema no está en nosotros”.
Muchos de los testimonios son actos de violencia condenables. Uno de los participantes relata que una vez le gritó a su esposa: “¡Esta cochinada cocinas!”, y tiró el plato de comida al patio. “Lo que hice es algo irreversible, que va a quedar para siempre en mi esposa y en mis hijos, por más que me disculpen o perdonen”, afirma. Durand señala que estos hechos, en muchos hogares, se han normalizado. “La violencia y la ira sí están permitidas para los hombres, se toleran. Pero si una mujer explota o grita, nos burlamos”, añade.
El CEM de Cerro Colorado es uno de los que recibe más casos de violencia en la región, 15%. Al mes se pueden presentar 250 denuncias. Por eso, es importante prevenir, refiere la coordinadora de los CEM en Arequipa, Dilia Urquizo. “Muchos viven inmersos en la violencia sin darse cuenta”, afirma.
Existen en total ocho colectivos de la estrategia en Arequipa, que buscan replicar lo aprendido y así enterrar conceptos como “ella me provocó”, “si le pegue, es porque no me obedeció”, etc.
La máxima expresión de toda la violencia son los feminicidios y, en Arequipa, se produjeron muchos. En lo que va del año, se reportaron cuatro, pero los números fueron más espeluznantes en 2018 (11 casos) y 2017 (12). Todos, en algún momento, hemos ejercido violencia contra nuestra pareja o familiares. El equipo e integrantes de Hombres por la Igualdad quieren romper con toda esa cadena.
Charlas. De manera vivencial, los varones se dan cuenta de sus errores en Entre Patas de Alto Selva Alegre.
¿Eres machista y quieres cambiar?
Los colectivos de Hombres por la Igualdad tienen la misión de organizar eventos y difundir la estrategia con los amigos, la familia, su centro de trabajo y su comunidad. El especialista del Ministerio de la Mujer, Cristhian Nina, explica que para ser un integrante hay que capacitarse. Son 20 sesiones. Las primeras 12 les permiten reflexionar e identificar cómo aprendieron a ser machistas. Luego, se les imparten ocho sesiones más, para que trabajen dentro de su comunidad. También existe el espacio Entre Patas, donde llevan talleres vivenciales para desterrar machismos.