Jorge Jáuregui Mendieta: “Podemos ver que en el Congreso hay una vocación autoritaria”
El abogado en temas electorales y profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) habla sobre la situación política y los mecanismos para llegar la poder. "Quienes tienen los recursos para financiar campañas, pero no logran convencer a mayorías, están apelando a prácticas fascistoídes"
Las pretensiones de diversas fuerzas políticas en el Congreso por aprobar una ley que permita denunciar constitucionalmente a los titulares del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), la ONPE y el Reniec reflejan que estamos en una etapa de maniobras autoritarias. En esta entrevista, el abogado Jorge Jáuregui explica por qué.
—¿Por qué es peligroso que el Congreso apruebe una reforma constitucional que permita denunciar a los titulares de los organismos electorales
Yo diría que no es peligroso, es absolutamente grave. La delgada línea que separa una democracia débil, como la que tenemos en Perú, de un régimen autoritario es, justamente, siguiendo las ideas de Steve Levitsky, es la autonomía de los organismos electorales. Mientras los organismos electorales gocen de autonomía para organizar las elecciones y para resolver el contencioso electoral, podremos confiar en que el resultado electoral expresará la voluntad popular.
—¿Esta propuesta de ley se presta para represalias de los partidos políticos?
Totalmente. Si los organismos electorales no gozan de autonomía, las elecciones están maniatadas. Y esto no se trata de un control político, estamos hablando que quienes participan de las elecciones, los partidos del Parlamento, podrían sancionar, hacer una vendetta, presionar, socavar y someter a quienes resuelven las elecciones.
—El informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) enfatiza que el Congreso no debe aprobar este tipo de reformas; sin embargo, los parlamentarios hacen caso omiso.
Lo que sucede es que si usted revisa los resultados electorales del 2021, el Perú tiene 25 millones electores. Estas fuerzas políticas que han logrado capturar el Parlamento, y formar una mayoría artificial, saben que sus posibilidades de éxito electoral son remotas.
—En una próxima elección…
Exacto. La inmensa mayoría del país no votó por estas personas. En la lógica de que las elecciones limpias no le permitan obtener mayoría, el único mecanismo que puede encontrar esta gente para salir de esta situación, pobre de legitimidad política, es socavar la independencia de los organismos electorales.
Si esta reforma constitucional alcanza los 87 votos, en dos legislaturas consecutivas, el Congreso podrá denunciar a los jefes de la ONPE, el JNE y el Reniec, y luego retirarlos de sus cargos.Foto: composición LR/John Reyes/Facebook
—¿Ha quedado en evidencia que cuando se trata de discutir este tipo de normas no pesa quién es de derecha o de izquierda?
Es que desde el punto de vista de la Ciencia Política es evidente que estos conceptos de derechas e izquierdas son como un arcaísmo. Lo que hemos visto es sectores conservadores en lo político. Quienes promueven el progreso social y la aceptación a un debate plural son los sectores liberales. Hay una discusión entre conservadores y liberales que decanta en una oposición entre sectores democráticos y de vocación autoritaria. Quienes tienen los recursos para financiar campañas, pero no logran convencer a mayorías, están apelando a prácticas fascistoides.
—Pasando a otro tema, la elección del defensor del Pueblo será esta semana. ¿Qué impresión tiene sobre este proceso?
Es sumamente grave. Podemos ver que en el Congreso hay una vocación autoritaria. No de todos, pero, por lo menos, de un número de parlamentarios que puede sumar los votos para aprobación de leyes. Hay una vocación autoritaria que se manifiesta en un sistemático copamiento de los diversos estamentos del poder público. Y esto es lo que define Levitsky como los autoritarismos competitivos. El Perú ya tuvo uno que se instaló en el golpe de Estado de 1992, hasta el 2001. E iniciamos luego una transición democrática que no logró avanzar en reformas básicas y puntuales para lograr mejorar el control de los ciudadanos respecto al Parlamento.
—¿En qué se diferencia el autoritarismo competitivo del actual Congreso con el autoritarismo de la década de los 90?
En que en un sistema autoritario clásico se rompen las instituciones de la democracia. Los regímenes autoritarios destruyen instituciones democráticas. Pero los autoritarismos competitivos instrumentalizan las instituciones de la democracia, como el Ministerio Público, el Parlamento. La Defensoría del Pueblo siempre fue un bastión importante, fue creada con la Constitución del 93, pero no pudieron socavar su carácter autónomo y defensor de derechos humanos. En un autoritarismo competitivo, no se destruyen las instituciones de la democracia, pero sí se las somete al interés autoritario, que es perpetrarse en el poder con fines corruptos.
—En ese escenario, ¿qué más puede pasar? El Congreso se está tomando cada vez más atribuciones.
El Perú entró en una zona bastante gris desde el intento de golpe de Estado de Pedro Castillo. Él anuncia el golpe, pero se lo terminan dando a él. Ahí hay una serie de cuestionamientos sobre la forma en cómo terminó su mandato, que no lo legitima. Castillo perdió legitimidad como presidente al anunciar la disolución del Parlamento de forma inconstitucional. Ahí entramos en una dinámica bastante gris, que no es propiamente una democracia, entramos en una lógica de una democracia sumamente precaria, pero todavía hay una luz en el camino para revertir ese proceso, a través de una elección que permita una representación nueva, legítima, que responda al interés ciudadano, mientras el JNE y la ONPE sean autónomos.