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Política

Diego Panigo: “Hay caldo de cultivo en el Perú para que aparezca un modelo autoritario, y sería peligroso”

El asesor político argentino Diego Panigo advierte que la clase política en Perú falla porque no hace lo necesario para ganar credibilidad atendiendo la percepción y lo que siente la ciudadanía.

Asesor de Marketing Diego Panigo
Asesor de Marketing Diego Panigo

El asesor político argentino Diego Panigo advierte que la clase política en Perú falla porque no hace lo necesario para ganar credibilidad atendiendo la percepción y lo que siente la ciudadanía. Además, considera que la situación de crisis persistente en nuestro país abre posibilidades a opciones autoritarias que resultarían muy perjudiciales.

-¿Cómo aplica la neuropolítica en nuestra movida región?
Hace replantear según lo que la gente está sintiendo, aplicado a comunicación de gobierno o campaña electoral. Nos equivocábamos mucho antes pensando que bombardear mensajes era igual a credibilidad. La neuropolítica es pasar a lo comunicacional-emocional. Ha servido en muchos casos. Por ejemplo, en Honduras, con Salvador Nasralla, quien pudo denunciar fraude a nivel internacional, con respaldo de la gente.

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-¿Cómo ve el caso de Perú?
Hay un “no creo nada a nadie”. Hay mucha polarización y muchos partidos, pero no logran entender que el primer parámetro es credibilidad.
¿Qué hacer ante el gran desencanto del electorado?
Número uno: credibilidad. La propuesta no interesa si no eres creíble. Es el gran problema en Perú. Lograr credibilidad es costoso porque incluye mostrarse como ser humano, con errores. La mayoría de los partidos no se animan a esa innovación y siguen apostando a “yo haré esto” o a la pelea. La gente está harta de ese círculo y el peruano está igualando a los políticos: “Todos son lo mismo”. El político cree por su acceso a medios: “Llegará a la gente”. La pregunta es: ¿la gente lo creerá?

-¿Pueden los mismos que nos mintieron ser creíbles o necesitamos cambiar líderes?
Un principio de neuropolítica es llamar la atención. Cuando no esperas algo nuevo, si un político es disruptivo, sale perpendicularmente con algo innovador y creíble, tendrá una ventaja porque se aleja de la masa que carece de credibilidad.

-¿Pero se puede innovar con los mismos actores?
Sí, a un costo muy grande. Los políticos pueden hacerlo, pero tienen que enfrentar a ellos mismos, su ego. No hay problema de edad, sino de mentalidad. Si dejo de lado miedos internos e innovo, un periodo se reirán, pero puedo llegar al éxito. Nayib Bukele cuando fue expulsado de su partido era el hazmerreír. Ahora hablan de él.

-¿En Perú quiénes tienen mayor potencial innovador?
Estoy entrando a su coyuntura. En Perú, el “no le creo nada a nadie” es el ganador. El segundo lugar es “son todos iguales”. Entonces, el que logre una diferenciación tendrá una ventaja, aunque hay muchos factores más. En Ecuador, Novoa estaba abajo del séptimo lugar en las encuestas, incluso faltando 30 días, y es el presidente actual. A veces, la gente se harta y dice: “Quiero algo nuevo, no importa qué”. Ese sentir estuvo cuando Trump ganó a Hillary Clinton, y todos quedamos sorprendidos.

-¿Y en la región?
Con pinzas, hablo de la campaña de Javier Milei. Es el primero que llega diciendo que cuando gane, las cosas estarán peor hasta poder mejorar. Es el antipropuesta: “No estarás bien, pero tengo la cura”. ¿Qué vendió? Credibilidad e innovación. ¿Quién se animará en Perú a decir: ‘Si gano, habrá sacrificio’?

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-En 1990, eso hizo Mario Vargas Llosa y perdió ante el miedo. Allí ganó Fujimori.
Había otro sentir social y hay que ver qué representaba Vargas Llosa, si innovación o la derecha. Quizás no se veía innovador, sino como solución de derecha conservadora. No quiere decir que derecha o izquierda no pueden innovar. No importa tanto lo que propongas, sino lo que la gente crea de ti.
Hay liderazgos con graves cuestionamientos que parecen no importar a algunos sectores.
Toda persona que gobierna tendrá críticas. El hecho es qué representa para la gente ese gobierno: incapacidad, ladrón, un criminal, alguien que ayuda, que está peleando. Tiene que ver incluso con cuestiones inconscientes. No es lo mismo el desinterés que el enojo hacia un liderazgo. También hay que ver el momento de las emociones, no son algo de todo el tiempo. Hay que ver en qué momento está Perú. Lo que sí hay reinante es desencanto y descrédito.

-¿Es un escenario favorable a opciones extremistas?
Sí, siempre que no traigan muy enfrente su bandera dogmática. Si alguien de izquierda o derecha quiere más imponer su bandera dogmática que las soluciones del país, desaprovecha la oportunidad. La comunicación dogmática no sirve porque solo atraes a los que piensan como tú. Eso es un enorme error.

-Debe haber pragmatismo
Debes mostrar que tienes la capacidad real de solucionar los problemas. A la gente ya no le importa que seas de izquierda, derecha o centro. La gran mayoría quiere soluciones.

-¿Cómo ve el avance del autoritarismo en la región?
Con Pinochet, se discutió que se avanzó en lo económico, pero con consecuencia de muertes y más. El autoritarismo no es bueno, porque no es sano perder balances, sino que debemos fortalecer instituciones. Lamentablemente, a veces un poco de autoritarismo resuelve. En El Salvador se enfrentó algo muy duro. En Singapur, un dictador frenó la corrupción. Pero luego pasa emergencia. El problema es cuando crees que ese es el modelo correcto y salvador. No estoy de acuerdo con eso, y sí hay caldo de cultivo; Perú puede ser uno de ellos, para que aparezca un modelo autoritario y la gente tenga lo que se dice un supuesto salvador. Eso sí sería peligroso.

-¿Por qué en Perú hay caldo de cultivo para un autoritarismo?
Porque ya ha tenido demasiados problemas de continuidad democrática y la clase política no termina de ganar credibilidad. La clase política tiene que replantearse. Cuando se recupere la credibilidad, puede cambiar todo el panorama. Es parecido a lo que pasó con Donald Trump: habló mal de Washington, como clase política a la que no le importa el país. Si aparece ahora en Perú un candidato que ataca a la clase política y la gente se identifica con ello, aunque un poco autoritario, puede crecer. ❖