Política

Jaime Chincha: “Dina Boluarte no es capaz de consumar ni de anunciar una dictadura”

Periodista considera que el Gobierno de Dina Boluarte pone al límite los márgenes de lo que es una democracia, pero sostiene que a la jefa de Estado le falta capacidad para liderar —lo que algunos denominan— el camino a una autocracia.

Jaime Chincha indica que, cada vez que sale a las calles del Perú, se encuentra con un “tráfico sin ley”. Foto y video: Fiorella Bazán/LR
Jaime Chincha indica que, cada vez que sale a las calles del Perú, se encuentra con un “tráfico sin ley”. Foto y video: Fiorella Bazán/LR

El periodista y conductor de Octavo mandamiento, Jaime Chincha Ravines, habla —en entrevista con La Repúblicasobre cómo los Gobiernos de Pedro Castillo y Dina Boluarte pusieron a prueba los límites de la democracia. Al respecto, considera que comparten un denominador común: la incapacidad para sacar al Perú de la parálisis en la que se encuentra. También comenta sobre periodismo, su tiempo en Canal N y su paso por Willax, medio que ayudó a fundar.

—Sin quererlo o sin merecerlo, desde la prensa, se puede tener detractores o enemigos porque para los de derecha puedes verte muy caviar y para los de izquierda muy de derecha, ¿has sentido esa mirada desde ambas esquinas en estos años como periodista?

—A veces, pienso que el mundo se ha llenado de etiquetas que no necesariamente se condicen con el fondo de la cuestión. Yo me considero alguien de centro desde el punto de vista menos cobarde la palabra. Para empezar, yo no soy un actor político, soy un observador, un crítico, un opinante, un columnista. Soy alguien que se expresa porque tengo un DNI y soy un ciudadano del Perú.

El trabajo que me ha tocado me permite decir lo que pienso porque este es un país libre hasta donde yo sé, no pienso antes de hacer o decir algo si voy a sonar muy caviar. Aunque yo sí creo que uno debe hacer un análisis previo porque yo creo en el pensamiento crítico, pero eso a mí no me hace de izquierda. Quien sea de izquierda, bienvenido sea. Quien sea de derecha, bienvenido sea. Hemos perdido la mesa donde nos podíamos sentar a conversar, a interactuar y a discrepar.

—Son tiempos complicados para el país, aunque esto ya parece ser una constante desde PPK. He escuchado que dicen que vivimos en una dictadura, una dictadura blanda, que estamos en la transición a una autocracia, un país con una democracia débil, ¿en qué país vives tú?

—Yo vivo en el Perú y cada vez que salgo me encuentro con el tráfico sin ley. Cada vez que tengo que comentar una noticia donde un nuevo político se hizo hampón me siento más en el Perú porque ha perdido la brújula. Creo que estamos en uno de los momentos más decisivos de nuestra historia.

Es muy difícil que con el conocimiento ya visto por la Sra. Boluarte, visto su línea de tiempo, no va a ser capaz de liderar ninguna dictadura. Ella es lo mismo que Castillo: Castillo quiso hacer una dictadura y le duró 90 minutos. No me hagas reír, la Sra. Boluarte tiene el mismo nivel. No creo que estemos en una dictadura, no es capaz de consumar ni siquiera de anunciar una dictadura. Castillo, al menos, leyó temblando un papel y de ahí se fue preso. Los que creen que Castillo debe regresar están locos. Estamos en una democracia que se cae a pedazos.

—El final de Pedro Castillo fue un pasaje triste de la historia de nuestro país. Un presidente que se vaca solo, transformado en un intento de dictador, ¿crees que su historia en Palacio hubiese sido diferente si no hubiese iniciado su Gobierno tan solo?

—Castillo llegó con la gente rural del Perú. Tenía pequeños concejos, los chotanos, por un lado, la familia por otro, Perú Libre que ya le empezó a incomodar. Ellos instalan como una narrativa que Castillo llegó el 2021 por el plan de PL. Eso es falso. Castillo llegó a Palacio por el antifujimorismo, también acompañado de Verónika Mendoza. Fue una victoria pírrica.

Si Castillo hubiese llegado en un contexto feliz o más democrático, probablemente hubiese pasado lo mismo. Probablemente, Castillo hubiese sido el mismo protagonista del golpe de Estado más tonto de la historia republicana reciente.

—¿Ves la posibilidad de un Javier Milei o un Nayib Bukele en nuestro país? Ya que están tan de moda.

—Las condiciones están dadas. Los mileilovers van en aumento: el Perú es el segundo país en Latinoamérica con más seguidores de Milei. Seguidores dentro del Congreso y en la calle, tiene todo el derecho, pero no hay un Milei peruano. Hay algunos de derecha que están ensayando, quién sabe. Es un fenómeno global estos de los Milei y los Bukele.

—Considerando el tropiezo de la izquierda con Pedro Castillo, ¿qué características crees que podría tener el nuevo presidente o presidenta del Perú?

—Lo peor que nos podría pasar, lo peor de lo peor. El Perú quiere buscar el décimo círculo de Dante, los círculos de Dante no son diez, son nueve, ya estamos en el nueve. Algo que no debería ocurrir es una segunda vuelta entre Antauro y Keiko.

Yo diría que Carlos Álvarez podría tener muchas opciones y no estoy alentando a nada, estoy haciendo real ‘realpolitik’. Él tiene mucho de Milei, lo que pasa es que no tiene consistencia ideológica. Es un excelente imitador, un humorista que ha tenido sus altos, sus bajos, pero que no es político. Hay algunos en la derecha como Rafael Belaunde o Cateriano, pero a la derecha no le queda otra opción que unirse.

—¿Qué piensas sobre lo ocurrido en la Policía Nacional y el caricaturista Carlos Tovar?

—Siento que la libertad de expresión está otra vez bajo un jaque que no debería estar viviendo. Aquí la cosa escala porque hay una amenaza de la propia PNP. No recuerdo un comunicado donde la Policía amenaza a denunciar a un caricaturista. Le decía a Carlín que esto al final son medallas, hicieron que la caricatura recorra espacios que el propio Carlín nunca imaginó. También falta algo, creo que es algo más que correa. Les ha molestado porque ahí hay algo de verdad, hay policías buenos y me quito el sombrero por ellos, pero también hay coimeros. Es una amenaza, pero a la vez la caricatura les dijo su verdad.

—Medios independientes piden apoyo para sobrevivir, no yendo muy lejos el semanario de César Hildebrandt viene buscando un soporte económico vía Yape, ¿cómo ves esto desde tu posición en la televisión?

—Yo no lo llamaría un problema por el que están pasando, como si tuviesen un pasado porque recién está tomando vuelo ese fenómeno. Hay un grueso público que se va informando por el celular y ahí están los medios independientes y los hay de todo color, como debe ser.

Quizá está pasando un fenómeno que suele pasar en el país. Cuando aquí se liberalizó la economía, en el 93 más o menos, muchos de los trabajadores de las empresas públicas tuvieron que salir a buscar trabajo. Aquí se importaron unos carritos chiquitos coreanos, rudimentarios, se pusieron a hacer taxi. El mercado se volvió competitivo. Creo que con los medios está pasando algo parecido: los medios independientes están como las combis o las custers de los noventas y están ganando el mercado. Se darán cuenta que al final es lo mejor unirse. El futuro está yendo a lo digital, creo que habrá espacio para todos.

—Se lee menos sobre el papel, ¿crees que el periodismo impreso está condenado a fallecer?

—A mí no me gusta eso, yo soy de los que voy a una librería y huelo los libros. Yo me voy a aferrar a eso. Pero sí, es inevitable que el papel, al menos en la prensa escrita, está reduciendo su mercado conforme las generaciones van pasando y creciendo. Déjennos con el papel a los que queremos el papel. Aquí los dos medios que están agarrándose el mercado son El Comercio y La República, los demás están más abajo.

—La última entrevista que te hizo La República fue en mayo del 2022, tenías dos semanas en Octavo mandamiento, ¿cuál es tu mirada ahora tras ya muchos más programas encima?

—Es todo un viaje. Hacer un programa diario es como rendir un examen en vivo todos los días. Cuando estoy por salir al aire tengo el mismo bichito que cuando voy a dar un examen o un parcial, es la sensación que yo tengo. Me preparo, chanco, leo, tengo post-it, tengo la Constitución en papel, también tengo mi laptop, no es que sea todo vintage. También el programa me encuentra con una edad ya más cuajada.

—Tuviste un momento áspero con Mauricio Mulder en televisión, te recordó cuando hacías entrevistas en un vehículo. ¿Por qué te enfadaste tanto?

—Sí, claro. No me gustaba mucho ese formato. Yo lo empecé a hincar con la inscripción del partido aprista y comenzamos a polemizar sobre el presidente del JNE, él iba con adjetivos y yo creía que era un poco su fastidio porque había tenido un problema con la inscripción. Ya no supo qué responder y fue al ataque nuevamente con las etiquetas.

—¿Qué opinas de Willax y en lo que se ha convertido? Cuando estabas ahí el dueño no era Erasmo Wong, ¿crees que su llegada fue el punto de inflexión o de cambio que llevó a ese canal a ser lo que es hoy?

—Yo fundé Willax, el bueno. Yo escribí —con otras voces— el libro de estilo. No estaba ni por asomo ni por pesadilla Erasmo Wong ni lo de ahora. Ellos tienen derecho a hacer lo que quieran, tienen su público, hay gente que los ve y eso. No hay punto de comparación. Se quiso hacer Canal N 2.0, la propuesta de hoy es otra cosa.

—Durante la campaña electoral del 2021, varios medios tomaron postura, dejaron que esto se reflejara en el contenido, en la cobertura periodística. Canal N y América no escapan de ello, ¿cuál fue tu mirada frente a lo que ocurrió y si eso te hizo dudar en regresar a lo que llamas tu casa?

—Evidentemente que sí, claro que sí. Cuando conversamos nuestras condiciones eran muy claras de independencia, autonomía para hacer un programa periodístico y que yo me sienta realizado, decirle a la gente lo que pensaba. Fue tan grande el reto que le puse a mi programa Octavo mandamiento, haciendo honor a mi herencia católica en el colegio Champagnat. Yo soy agnóstico actualmente, pero debo ser consciente de que hay una mayoría católica.

—Te has confesado como un lector nocturno, ¿la noche es la mejor hora para leer?

—En el día, leo lo que tenía que leer para el background. Me aíslo para leer porque yo soy muy sensible al ruido en general, Lima es muy bulliciosa. La noche es para leer literatura.

—¿Sigues fumando? Alguna vez dijiste defendiendo ese hábito que “tenías los pulmones grandes”.

—Esa respuesta fue la justificación más pilla para poder escapar de lo que ahora no voy a escapar, es un vicio que no se debe propalar, es un vicio que yo mantengo y que espero poder dejar, no quiero morir de cáncer.