Política

Por hambre y miedo desertaron 10 terroristas

Duro golpe. Por el momento se han entregado “Luciano”, “Wilmer”, “Martín” y “Mauro”, pero las fuerzas del orden no descartan que el resto lo haga en breve plazo. Huyeron por las amenazas del cabecilla Víctor Quispe Palomino, camarada “José”, y decepcionados porque este se queda con el dinero de los “cupos”.

Veinticinco días se mantuvieron ocultos los cuatro miembros del grupo terrorista que opera en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), antes de entregarse a agentes de la División de Investigaciones de Alta Complejidad (DIVIAC) y del Comando de Inteligencia de Operaciones Especiales Conjuntas (CIOEC).

Los cuatro pertenecían a una columna de 10 sujetos bajo el mando del camarada Antonio”, uno de los jefes militares del cabecilla de la organización, Víctor Quispe Palomino, camarada “José”. Fuentes relacionadas con el equipo conjunto de policías y militares que participa en el caso informaron que en total son una decena los desertores, y no descartan que en los próximos días los seis restantes se rindan y entreguen las armas.

Las fuerzas de la DIVIAC y del CIOEC han verificado la identidad de los cuatro terroristas que usan los apelativos de “Wilmer”, “Mauro”, "Martín” y “Luciano”. Estos escaparon de la organización criminal aprovechando que se les había encomendado instar a la población a no votar en las elecciones del domingo 26 de enero y a atentar contra los vehículos que transportaban material electoral.

Exmilitantes terroristas que fueron compañeros de armas de "Wilmer", "Mauro", "Martín" y "Luciano" –ahora convertidos en colaboradores eficaces de las fuerzas del orden– confirmaron la identidad de estos.

Cuando los órganos de inteligencia supieron de las deserciones, las fuerzas del orden iniciaron acciones de búsqueda.

La deserción de los 10 senderistas fue de conocimiento de los órganos de inteligencia. De inmediato se organizaron patrullas de búsqueda combinadas de la DIVIAC y el CIOEC en la selva ayacuchana. El lunes 17 de febrero, el jefe del Frente Policial Vraem, general PNP Óscar Arriola Delgado, emitió un mensaje radial para que se entregaran los desertores y les aseguró que serían respetadas sus vidas. Tres días después, los informantes de las fuerzas del orden comunicaron que los terroristas se encontraban en el poblado de Mayapo, en el distrito de Canayre, provincia de La Mar, Ayacucho. En ese lugar los encontraron, ocultos.

“Decepcionados del dirigente Víctor Quispe Palomino, camarada ‘José’, enojados por el asesinato de militantes que no están de acuerdo con las políticas de este cabecilla, y molestos por el destino final del dinero que pagan los narcotraficantes al líder, decidieron abandonar la organización”, dijo a La República el general Óscar Arriola.

Marcados por el terror

Después de la captura de Abimael Guzmán Reinoso en 1992, Víctor Quispe Palomino y sus hermanos Jorge y Martín, hijos de fundadores de Sendero Luminoso, rompieron con la agrupación terrorista y formaron una facción radical que continuó con la lucha armada en el VRAEM. Luego se autodenominaron Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), que se financia fundamentalmente con los “cupos” abonados por los narcotraficantes del VRAEM y por ventas propias de droga.

El general Oliva indicó que los desertores están muy atemorizados porque en otras ocasiones, el camarada "José" ordenó buscar a los que huyeron de los campamentos terroristas y dispuso que los ejecutaran por "traidores".

“El 90% de los terroristas quiere desertar, pero la amenaza de muerte que tienen grabado en su mente desde niños, los disuade. Desde pequeños les dice que el desertor es hombre muerto. También los atemoriza diciéndoles que si son detenidos los policías y los militares los torturan y que luego son condenados a cadena perpetua. Así los tiene, aterrorizados”, indicó el jefe del Frente Policial Vraem, el general Óscar Arriola.

En octubre del 2000, un equipo del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) negoció la rendición de un grupo de senderistas del camarada “José” en Satipo. Al final el jefe terrorista emboscó a los militares, mató a seis y destruyó el helicóptero en que se transportaban. Esta vez son los propios militantes los que decidieron escapar de la organización criminal. Es uno de los peores reveses del cabecilla en varios años.