"Estados Unidos planea anunciar nuevas medidas contra Cuba en las próximas semanas, incluyendo nuevas sanciones y el restablecimiento de la designación de Cuba como un estado defensor del terrorismo".,No hay duda que lo que hoy sucede en Venezuela tiene que ver con el petróleo. Venezuela es el país con más reservas en el mundo y habría mucho más que decir sobre ese asunto. Sin embargo, me interesa destacar otro tema: los cambios en las futuras relaciones entre EEUU y América Latina en el contexto de la crisis venezolana. Venezuela, al margen de lo que uno opine sobre Nicolás Maduro y su gobierno (y la mía no es una opinión positiva), es el eslabón más débil de una cadena que redefinirá las futuras relaciones de la región con el imperio. Mi hipótesis es que estamos pasando de un momento de relativa autonomía en la relación con EEUU, que se dio durante el llamado “ciclo progresista”, a otro de total subordinación. Como ha dicho Heinz Dieterich, “estamos viendo una política de reconquista de América Latina …por parte del grupo neoconservador actual que determina la política en la Casa Blanca”. No es extraño, por ello, que en la campaña contra Venezuela las figuras más visibles sean neoconservadores como John Bolton, asesor de Donald Trump, y Elliott Abrams. Bolton es un experto en fabricar mentiras como las famosas armas de destrucción masivas en Irak que legitimaron la invasión a ese país. Abrams, nombrado por Mike Pompeo, Secretario de Estado y antes jefe de la CIA, como emisario para “restaurar la democracia en Venezuela”, es un experto en financiar y organizar grupos mercenarios como la famosa “contra” en Nicaragua en los años ochenta. La presencia de estos personajes neoconservadores, además de evidenciar que el llamado “Estado Profundo” (Deep State), sigue gobernando la política exterior de EEUU, y representa una suerte de test. Como dice un experto ruso: es “hacer algo tan ridículamente estúpido y ofensivo que pone a tus vasallos ante una dura elección: haz como si no te hubieras dado cuenta o atrévete a decir algo y enfrenta la ira del tío Sam” (The saker: Rebelión: 04/02/19). Un ejemplo de todo ello es la reciente declaración del Grupo de Lima en Canadá que termina por rechazar, como quiere EEUU, cualquier solución negociada como plantean México y Uruguay. Es la reconquista de América Latina por EEUU luego del fin del ciclo progresista. Una nueva Doctrina Monroe en pleno siglo XXI. Por eso lo que suceda en Venezuela tendrá graves consecuencias políticas para la región. Una de ellas, además de que EEUU pueda reapropiarse de los recursos naturales, sería la constitución de lo que podemos llamar “democracias vigiladas o tuteladas” en América Latina. Es decir, gobiernos conservadores que tendrán que seguir un guion escrito por el imperio; que significaría terminar con democracias indisciplinadas como la de Lula, la de Chávez o la de Evo, o propuestas como las de igualdad de género. Según el diario Wall Street Journal “el esfuerzo por destituir al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es solo el primer paso del gobierno del presidente Donald Trump para remodelar Latinoamérica” (Democracy Now!: 01/02/19). En realidad, el primer paso fue el golpe en Brasil. El segundo es Venezuela. Bolivia podría ser el tercero. Ahora que tres senadores republicanos, mediante una resolución legislativa, le han pedido a Evo Morales que no postule a la presidencia y que uno de ellos, Ted Cruz, haya dicho que “Bolivia se encamina a una dirección muy peligrosa, alineándose con regímenes ilegítimos e ilegales, incluido el de (Nicolás) Maduro en Venezuela”. La semana pasada, según Democracy Now, el vicepresidente Mike Pence afirmó que a Trump “no le entusiasman” las intervenciones estadounidenses en el extranjero, “excepto en este hemisferio”. Y el último paso en esta “reconquista de América Latina” sería Cuba. Según el Wall Street Journal, Estados Unidos planea anunciar nuevas medidas contra Cuba en las próximas semanas, incluyendo nuevas sanciones y el restablecimiento de la designación de Cuba como un estado defensor del terrorismo. En este contexto cobra sentido el extraño mensaje del insólito Secretario General de la OEA, Luis Almagro (me pregunto si es empleado de los EEUU) sobre Cuba a inicios de enero, donde afirma que es “imprescindible que la dictadura (cubana) caiga porque es la única forma de terminar con la impunidad en materia de corrupción y de violaciones de derechos humanos” en la región. Todo indica que estamos ingresando a una larga noche en América Latina.