"Las redes hicieron de la mayoría del mundo una sola plaza pública. El poder de cada humano de escribir y divulgar lo que guste es un logro tan, pero tan inmenso, que aún no se mide o valora en todos los niveles en los que cambió nuestra vida cotidiana. Y ya es irreversible".,Hace unos 15, 13 años –menos de una generación– solo un pequeño grupo de privilegiados tenía espacios en diarios, televisión o medios de comunicación, para expresar opiniones, análisis o reflexiones sobre lo que sucedía en nuestro país y el mundo. Que fuese justo, injusto, merecido o inmerecido que algunas personas específicas tuviésemos tribuna, ya es otro tema. Pero durante mucho, fue así. Hasta que, a fines del siglo 20, irrumpieron las redes sociales, y en muy pocos años se abarató su acceso. Un día despertamos, y ya no las usaban mil pudientes, sino prácticamente toda persona con cualquier formación cultural. La tecnología igualó voces, borró fronteras y –exceptuando dictaduras y totalitarismos– hoy si usted tiene una cuenta de correo o Twitter (gratuitas) puede expresar lo que quiera. Lo que QUIERA. Y esto puede ser enriquecedor, brillante, lúcido, verdadero, falso, cruel, estúpido, nauseabundo, o el adjetivo que guste. Porque los propósitos de todas las personas –los suyos, de sus conocidos, de los desconocidos, o los míos– son tan variados que no existen límites, ni en lo sublime ni en lo abyecto. Las redes hicieron de la mayoría del mundo una sola plaza pública. El poder de cada humano de escribir y divulgar lo que guste es un logro tan, pero tan inmenso, que aún no se mide o valora en todos los niveles en los que cambió nuestra vida cotidiana. Y ya es irreversible. Los nacidos en el siglo 21 lo asumen como algo tan natural como respirar. Pero… ¿y quienes nacimos antes, y aprendimos a cocachos, o a la prepo? O ni siquiera “aprendimos” y solo asumimos y nos adaptamos. Nos dieron la caja de Pandora, la abrimos… y recién vamos entendiendo TODO lo que sale de ella: el Aleph y todas las mentes. ¿Alguna vez lo ha visto así?