Todos jugaron a hacer política con Alberto Fujimori.,Lo único positivo del drama en la situación de un anciano que dejó la cárcel por unos meses para volver a ella, es que se hizo justicia ante un indulto que fue instrumento político en vez de gracia humanitaria. Lo que concluyó la corte suprema es que el proceso para otorgarle el indulto a Alberto Fujimori estuvo plagado de irregularidades que lo deslegitimaron y obligaron a anularlo. Pedro Pablo Kuczynski siempre tuvo preocupación por la responsabilidad que le correspondería si Fujimori moría en la Diroes en su mandato. Pero el indulto se activó y aceleró cuando creció el riesgo de ser vacado, lo cual lo llevó a colocar en los ministerios de justicia y salud a personas con esa misión y que duraron ahí lo que demoró esa tarea. El indulto tuvo una motivación política y fue negociado con resultados contraproducentes para todos sus gestores. Alberto Fujimori volvió a la cárcel; PPK liquidó su presidencia y la reputación de su gobierno; y Kenji perdió su curul. Los dos últimos enfrentan ahora juicios complejos. Keiko Fujimori, por otro lado, actuó frente al indulto con la perspectiva de la conveniencia de este hecho para su propia proyección política, y ahora, por eso mismo, ha quedado con una reputación mucho más dañada que no será reparada por un llanto en el que pocos creen que sea real. Ella hizo todo lo que pudo para impedir la salida de su padre de la Diroes. Desde oponerse con los votos de la bancada de Fuerza Popular al proyecto para que condenados en ciertas condiciones puedan cumplir sentencia bajo arresto domiciliario; obstaculizar el indulto que, apurado por la circunstancia, empezó a ‘cocinar’ PPK; y hasta perseguir a sus promotores –PPK y Kenji– y desacreditar su legalidad, que es lo que sentenció anteayer la corte suprema. Por eso hoy son tan ridículas las expresiones de ‘dolor’ de Keiko Fujimori, o Héctor Becerril y Úrsula Letona con sus cartelitos en el hemiciclo. Fuerza Popular jugó a la política con fuego, usando a Alberto Fujimori de gasolina, y acabó quemándose. Tiene razón el abogado César Nakasaki cuando le reclama a Keiko que “ojalá se hubiera quebrado antes; cuando hay que sufrir, se sufre en serio”. Al igual que Kenji cuando hace unos meses dijo que “si mi padre vuelve a la cárcel, jamás se lo perdonaré a Fuerza Popular”. Shakespeare podría haber encontrado aquí el insumo para un dramafamiliar con el telón de fondo de un país donde la política solo es espacio de solución de asuntos privados y la ley solo pieza de escenografía.