Hay tanto por aprender de esta selección de fútbol.,La noticia con que los peruanos despertamos ayer de que Paolo Guerrero será el capitán en el mundial de Rusia es tan significativa como cuando se logró la clasificación al ganarle en Lima a Nueva Zelanda. Este equipo estaba desahuciado a casi un año del final de la competencia clasificatoria. Tenía que lograr tantos puntos ante selecciones tan buenas en canchas tan difíciles, que era previsible que el resultado sería la misma frustración que desde 1982. Pero Ricardo Gareca –siempre respaldado por Edwin Oviedo y Juan Carlos Oblitas– nunca perdió el discurso, habló claro y a tiempo, con oportunidad; no buscó contentar a todos; no dejó ninguna duda de que él tomaba las decisiones —con su equipo técnico— y asumió la responsabilidad, no la escabulló; premió el desempeño del jugador poniéndolo en la cancha, en vez de privilegiar la trayectoria o los lobbies; transmitió confianza a partir de resultados concretos que iba logrando; y, sobre todo, apostó por la solidez del equipo en vez de optar por la individualidad. Todas esas características —que serían tan útiles en, por ejemplo, la deplorable, por mediocre y corrupta, política peruana— fue particularmente evidente cuando llegó la noticia de que Paolo no jugaría ‘definitivamente’ el mundial. Entonces todo se vino abajo en el ánimo de la afición. Y con toda razón, porque este equipo peruano es una cosa con Paolo en la cancha que sin él, como ha sido obvio con relación al último partido que él jugó, contra Colombia. Ya nadie quería mencionarlo, pero en el partido con Escocia del martes el equipo solo extrañaba a su capitán. No obstante, Gareca sacó a relucir lo único que puede hacer un líder ante la adversidad, que es reacomodar todo —estrategia, ánimo, mensaje— y apostar por el equipo y la esperanza en vez de entregarse a la desilusión. Mientras, el presidente de la FPF no tiró la esponja y, con perfil bajo y sin generar expectativa para no bajonear el espíritu del equipo que entrenaba en Lima, siguió peleando en la vía legal en Zurich hasta ayer en que se logró el objetivo de que Paolo vuelva al equipo en el mundial. Hay tanto por aprender en esta historia de pasión, agonía y resurrección para la clasificación, tan bien resumida en el video preparado por la FPF sobre la vuelta al mundial después de 36 años, que bien podría ser una gran película con final feliz, cargada de valores, cuya última escena sea la de ayer con todo el equipo llegando a Zurich a recoger a su capitán. Qué pase en Rusia, es otra historia. Mientras, como siempre, ¡arriba Perú!