Y jamás olvidaré al locutor aquí en Lima exigiéndole calma y tranquilidad. “¿Cinco mil muertos?, no exageres, porque mi tocayo, el General Juan Velasco, ya tiene todo controlado”.,El partido inaugural del Mundial México 70 terminó con un magro empate entre el equipo anfitrión con la selección de la Unión Soviética. Por aquel entonces ignoraba que era la primera transmisión global de un mundial de fútbol. Lo vi en el televisor en blanco y negro en una reunión familiar donde compartimos la emoción de ver por primera vez en directo al equipo peruano. Todavía sonaban las estrofas de “Perú campeón, Perú campeón…” cuando a las 3 y 23 de la tarde de ese domingo 31 de mayo de 1970 el grito que repite la afición se transformó en un grito de pánico colectivo cuando un aterrador rugido surgió desde las profundidades de la Tierra seguido por un sacudón telúrico que hizo saltar los autos en la cochera mientras los árboles se sacudían sujetándose a duras penas a sus raíces y se agrietaban las veredas de la calle. Fue el primer terremoto de mi vida. Al día siguiente, corrí a la habitación de mis padres para escuchar las noticias. No existía RPP y se escuchaba Radio Periódico El Mundo. El locutor de moda logró comunicarse por radio con un colega en Huaráz. Recuerdo el zumbido de la transmisión y las interrupciones de la señal pero jamás olvidaré la voz quebrada del corresponsal cuando rompió en llanto pidiendo socorro porque la ciudad estaba en escombros y Yungay fue borrada del mapa. Entre sollozos, el corresponsal pidió ayuda inmediata “porque deben haber cinco mil muertos, don Juanito”. Y jamás olvidaré al locutor aquí en Lima exigiéndole calma y tranquilidad. “¿Cinco mil muertos?, no exageres, porque mi tocayo, el General Juan Velasco, ya tiene todo controlado”. ¿No exageres? Ese terremoto dejó 70 mil muertos. Y mi padre, como buen serrano, se la pasó despotricando del locutor: “Pedazo de sobón. Silenció a su corresponsal para quedar bien con el Gobierno". Fue mi primera lección de periodismo.