Dos meses en la presidencia. Su estilo de mostrarse atento a recoger las necesidades de la gente en el terreno no basta si no hay resultados concretos, coinciden especialistas. Su cortesía excesiva ante arremetidas del fujimorismo también le juega en contra.,A poco de cumplir dos meses en la presidencia, Martín Vizcarra ya pierde popularidad por no satisfacer expectativas de diversos sectores, afirman especialistas consultados por La República. Su estilo de salir hacia la población, viajar al interior y llamar a la unión empiezan a contrastar con demandas aún insatisfechas. En la última encuesta de Ipsos, del 9 al 11 de mayo, la aprobación a Vizcarra cae a 52%, cinco puntos menos que el mes anterior. Y su desaprobación se eleva en 11 puntos, al pasar de 13 a 24%. PUEDES VER Vizcarra dice que se debe tener mucho cuidado para evitar apología al terrorismo El psicólogo Ricardo Cuenca, director del Instituto de Estudios Peruanos, nota que Vizcarra se muestra cercano a la gente y trabajadores, como recogiendo las necesidades en el terreno. Cree que ese estilo puede funcionar un tiempo, pero pronto la población se impacienta si no hay resultados. “Cuando se armó el gabinete, el premier dijo: no hay estrellas, sino un equipo de trabajo. Eso está bien, pero tampoco son los tecnócratas de altísima calidad ni políticos de gran calidad”, dice. Para Cuenca, en esta gestión también hay un déficit de política, aunque no tanto como en el equipo de Pedro Pablo Kuczynski. “Menor, pero hay déficit. Pero compensa que se ve un equipo trabajando. Eso puede ayudar un tiempo. La pregunta es cuánto tiempo más”, cuestiona. Aunque Vizcarra partió con una ola optimista en el país, Cuenca lo explica porque fue la solución a la crisis política que preocupaba, por una sucesión sin mayor desorden. Luego se espera mucho más. Para la socióloga Jacqueline Minaya, profesora de la Universidad de San Marcos, el estilo de Vizcarra enfatiza solo lo inicial de su función. “Ha sido ‘buen visitador’: el servidor que se acerca a instituciones importantes como hospitales, colegios y comisarías a hacer diagnóstico de ‘la verdadera situación’, y luego a trasladar los problemas identificados a una agenda encaminada al reajuste de políticas como soluciones”, anota. Pero después, agrega, la gente espera soluciones. Y no las ve. “Se podrían identificar algunas razones por que empiezan a desaprobarlo por ser vistas (sus actuaciones), ya no como preparativos a la acción sino como inacción. Para la gente, el tiempo de ordenamiento ya debiera haber culminado”, sostiene Minaya. “Estas actitudes han causado aceptación, pero a la vez, esperanza y expectativa en la ejecución real de acciones. Pasados dos meses, la gente empieza a identificar como inacción lo que antes fue ordenamiento previo”, dice. El historiador Joseph Dager, director de posgrado de la Universidad Ruiz de Montoya y profesor de la Universidad Católica (PUCP), considera que la caída de Vizcarra debe hacerle reflexionar y alistar “mensajes muy claros sobre temas que preocupan a la población” pero “que ya tienen que venir con resultados”. En palabras de Minaya, “Vizcarra debería entender que ya no está en luz verde y prestar atención a la luz ámbar en la que ahora está”. Es que hay decepción en la gente desde la época de PPK. “Está al borde del hartazgo con esta situación política debido a una crisis. Esos niveles de hartazgo se traducen en dos cosas: el “nada me interesa”, que es una de las respuestas más usuales, o busco canalizar esa frustración con otros elementos”, explica Cuenca. Para Dager, Vizcarra ya deba “comprarse el pleito de problemas fundamentales que atraviesa la sociedad”. “El presidente tiene que ser el líder de la lucha contra la corrupción. Y deben quedar muy claros los mensajes que marquen distancia con el gobierno de PPK, sospechoso de corrupción, pero también clara distancia del fujimorismo y cualquier fuerza relacionada con la corrupción”, asevera. Otros temas claves que resaltan son la seguridad ciudadana y la reforma educativa. “Liderar la lucha anticorrupción, dar claros ejemplos de preocupación por la inseguridad y demostrar que tendrá la misma preocupación sobre la educación que tuvo en Moquegua son tres elementos importantísimos para que mejore su popularidad, su gobierno y podamos lograr un mejor país en los meses y años que vienen”, dice Dager. Para Cuenca, además, debe lograr equilibrar lo técnico y lo político. “La tecnocracia no puede gobernar prescindiendo de la política. Que los equipos técnicos hagan lo suyo, pero alguien debe hacer política. En este país tan presidencialista, se espera que sea el presidente”, advierte. Un liderazgo puesto en cuestión El liderazgo del presidente Vizcarra, catapultado por su gestión en Moquegua y por mostrarse cercano a la población, empezó pronto a cuestionarse por su permisión ante arremetidas del fujimorismo. Su primera conferencia fue junto a Luis Galarreta respaldando la ley que exceptúa al Congreso de mayor fiscalización de la Contraloría y luego hasta apareció con Moisés Mamani, operador de los keikovideos. La conformación del gabinete ministerial dio más visos al nombrar a afines al fujimorismo como Néstor Popolizio en la cancillería y Salvador Heresi en Justicia. A esto se suma que Vizcarra no fue elegido presidente sino que ascendió por la renuncia de PPK. “Llegó sin haber sido elegido directamente para eso y van a salirle detractores. Y la precariedad de la política peruana hace la aprobación presidencial muy al vaivén del contexto político”, dice el director del IEP, Ricardo Cuenca.