Demetrio Túpac Yupanqui, admirado en el mundo por haber traducido al quechua el Quijote, lucha por su vida.,Una de las palabras que más escuchó Demetrio fue la palabra cholo. Cuando llegó a Lima desde Cusco (“caray, un cholo en la ciudad”), cuando ingresó a la Católica (“ha llegado un cholo y se llama Túpac Yupanqui”), cuando entró a trabajar a La Prensa (“‘mira, este cholo sabe latín”). Pero el hombre nunca se avergonzó de su estirpe ni de su apellido y se convirtió en el más decidido impulsor de la enseñanza del quechua en la capital. Demetrio Túpac Yupanqui, admirado en el mundo por haber traducido al quechua el Quijote, lucha por su vida desde el 29 de abril, cuando fue internado de emergencia en el hospital Almenara. Sus familiares han pedido a sus discípulos y amigos que recen por él. A sus 94 años, el filósofo, teólogo, profesor y periodista ha hecho más que ningún otro por la lengua nativa más extendida en el continente. Su labor se remonta a cuando el runa simi era despreciado en la ciudad, ninguneado, motivo de discriminación y mofa. Y, hoy, aunque según la Unesco es una de las 2.465 lenguas en el mundo en peligro, aunque se sigue menospreciando a los quechuahablantes y –como dice Virginia Zavala, de la PUCP- se asocia ese idioma a la pobreza, a la ignorancia, a la carencia, también hay avances gracias precisamente a personas como Túpac Yupanqui. Su enseñanza se ha multiplicado a todo nivel; grandes empresas le prestan atención, como las de telefonía; y a nivel internacional, Microsoft lanza programas de Windows y Office en la lengua nativa y Google tiene una versión de su buscador en quechua. Hace poco tiempo le preguntaron qué significa ahora el término cholo en Lima y respondió, tranquilo: “Ya no es un insulto, significa limeño”. Desde aquí, por toda su labor y mucho más, un abrazo de rendida admiración al Amauta, a este sabio heredero de la grandeza inca, al valiente difusor de una cultura y una lengua madre. Usted podrá salir de esta, maestro.