No, no creo en el “arrepentimiento” del agresor Abraham Valencia. Para mí, el verdadero reconocimiento de los errores y el arrepentimiento honesto se demuestran con el tiempo y con hechos concretos, no con declaraciones oportunistas para la tribuna cuando la denuncia ya se hizo pública y es altamente probable que las otras víctimas decidan también acusar. Las disculpas en esas circunstancias suenan más a un intento por poner el parche y acallar los cuestionamientos. Así que mejor esperemos a ver las acciones de Abraham Valencia para curar y controlar su violencia antes de darle palmaditas en la espalda. Ya bastante hemos visto “arrepentidos” que vuelven luego a las andanzas. Los argumentos del exasesor de la bancada de Nuevo Perú me resultan poco creíbles, lo que aumenta mis dudas sobre su real voluntad de enmienda. Aduce que no trata su personalidad agresiva debido a limitaciones económicas, situación que –según dice– lo habría obligado a abandonar una terapia psicológica. Mi impresión es que se trata de una excusa con la que pretende victimizarse y ganar la solidaridad de algunos incautos. Valencia no era un desempleado ni una persona poco informada o educada para buscar ayuda adecuada y profesional, si esa era realmente su intención. Además, hace púbicos los nombres de sus otras víctimas exponiéndolas sin su consentimiento, lo que constituye una nueva agresión. En un post escrito en sus redes sociales les pide perdón pero una de sus exparejas ha señalado que nunca la llamó, escribió o contactó de alguna forma para expresarle, siquiera, una disculpa. Así, su arrepentimiento no parece genuino. Valencia se presentaba también como un activista de la lucha feminista, las causas por la igualdad de género y la no violencia contra la mujer. Su caso no solo revela la poca visibilidad que le damos a la violencia psicológica, que muchos consideran menos grave que la física, sino que evidencia el nivel de hipocresía de muchos falsos defensores de la mujer que se suman a la causa pero que en lo privado son igual de violentos y abusivos. Hay que exponerlos y denunciarlos.