Juliane Koepcke, la mujer alemana que sobrevivió sola en la Amazonía tras un trágico accidente aéreo
Durante su odisea, Juliane Koepche enfrentó numerosos peligros, como insectos y la falta de recursos, pero nunca perdió la esperanza de salir de la implacable selva.
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En diciembre de 1971, Juliane Koepcke viajaba en un avión cuando fue protagonista de un trágico accidente sobre la selva peruana. El avión perdió el control tras una tormenta eléctrica y se desplomó desde más de 4,000 metros. Juliane fue la única sobreviviente. A pesar de estar heridas, pasó 10 días sola en la Amazonía, enfrentando condiciones extremas.
Aunque herida, Juliane utilizó lo aprendido de sus padres biólogos para orientarse en la selva. Con determinación y sin rendirse, caminó buscando un río que la guiara hacia la civilización. La Amazonía le ofreció pocos recursos, pero Juliane hizo lo que pudo para sobrevivir.
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¿Cómo Juliane Koepcke sobrevivió a la caída del avión?
En medio de una tormenta eléctrica, el avión empezó a perder el control y cayó rápidamente. Juliane fue lanzada del asiento, sujeta al cinturón de seguridad. La caída fue brutal, pero los árboles de la selva la frenaron un poco. Cuando despertó, estaba sola, rodeada de la densa vegetación. Estaba herida y confundida, sin saber qué había pasado con los demás. Lo único claro era que tenía que mantenerse en calma y buscar una salida.
Juliane recordó lo que sus padres le enseñaron sobre la naturaleza y empezó a caminar. Sabía que debía encontrar un río para orientarse y llegar a la civilización.
¿Cómo la Amazonía se convierte en un peligro para los viajeros?
La Amazonía es implacable, y durante esos 10 días, Juliane tuvo que enfrentarse a todo lo que esa selva podía ofrecer: insectos, sanguijuelas, pirañas y cocodrilos. La falta de comida y agua la fue debilitando poco a poco, y las heridas de la caída comenzaron a infectarse. La deshidratación la hizo estar al borde de la muerte en más de una ocasión. A pesar de todo, Juliane nunca perdió la esperanza. Con cada paso, su única meta era encontrar una salida y no rendirse.
La selva no perdona, pero Juliane aprovechó su conocimiento sobre el terreno para mantenerse con vida. A pesar de los peligros, nunca dejó de caminar, guiada por la esperanza de encontrar un río que la condujera hacia la civilización.






















