El secreto mejor guardado de la guerra: la Unidad 731 y el legado que Japón quiso olvidar
Este escuadrón, conocido por practicar disecciones en humanos, operó entre 1936 y 1945 en China, infectando a personas con enfermedades letales para estudiar sus efectos.
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Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unidad 731, base militar secreta, desarrolló armas biológicas y químicas de destrucción masiva. Para ello, realizó pruebas en humanos, a quienes infectó con enfermedades letales como el cólera, el ántrax y el tifus, con la finalidad de estudiar sus reacciones en los cuerpos.
Este procedimiento, realizado aproximadamente a 3000 prisioneros de guerra, principalmente a personas nacidas en China, Corea del Sur y Rusia, consistía en abrirlos vivos, proceso conocido como disección, para luego extraerle algunos órganos. También conocidos como 'fuerzas bacterianas', la Unidad 731 operó en más de 20 provincias y ciudades chinas.
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¿Qué era la Unidad 731?
La Unidad 731, con base en Japón, se presentaba como un departamento de purificación de aguas y fue un aliado clave para los objetivos del ejército imperial japonés. Este grupo operó entre 1936 y 1945 —periodo que coincide con la duración aproximada de la guerra— en la ciudad de Harbin, al norte de China.
A pesar de estos datos iniciales, nunca se conoció información completa sobre la Unidad 731. Tras el fin de la guerra entre Estados Unidos y Japón, algunos militares y científicos que trabajaron allí fueron juzgados. Sin embargo, con el paso del tiempo, comenzaron a aparecer testimonios que dieron indicios de cómo operaba este escuadrón.
Japón admitió que llevó a cabo una guerra biológica durante la Segunda Guerra Mundial
Entre 1997 y 1998, 180 ciudadanos chinos —entre ellos, sobrevivientes y familiares de las víctimas— presentaron una demanda colectiva contra el Estado japonés para que se esclarecieran en detalle las actividades realizadas por el programa secreto. En 2002, la corte de Japón rechazó los pedidos de reparación, pero reconoció los hechos del caso. Fue la primera vez que admitió haber llevado a cabo una guerra biológica.
En 2005, la Corte Suprema de Japón ratificó el fallo previo respecto a los pedidos de reparación, pero reafirmó que su país había inyectado virus letales a miles de personas para crear armas biológicas. De esta forma, la Unidad 731 representa un capítulo de la historia japonesa que aún no termina de esclarecerse.
























