El proyecto a gran escala que EE. UU. y Rusia querían financiar en Latinoamérica: prometía superar al Canal de Panamá
Una ambiciosa iniciativa en Nicaragua prometía transformar el comercio marítimo en la región, con el potencial de superar a otras vías internacionales. Aunque potencias como Estados Unidos y Rusia mostraron interés, el plan nunca se concretó.
Este país de Latinoamérica presentó una importante colaboración con una empresa china liderada por el multimillonario Wang Jing. Esta ambiciosa iniciativa que prometía ser tres veces más grande que una de las infraestructuras más importantes del comercio mundial. El plan consistía en crear una nueva ruta estratégica para el comercio marítimo internacional, conectando dos océanos a través de un paso de 278 kilómetros.
La iniciativa atrajo no solo el interés de China, sino también la atención de potencias como Estados Unidos y Rusia, que vieron en la obra una oportunidad para aliviar el creciente tráfico marítimo internacional. A pesar de los esfuerzos y la relevancia geopolítica, ninguna de estas naciones logró concretar el plan en territorio nicaragüense.
¿Cuál era el proyecto que Estados Unidos y Rusia iban a financiar en Latinoamérica?
El Gran Canal Interoceánico de Nicaragua fue presentado como la obra de ingeniería más grande de todos los tiempos en el mundo e iba a ser financiada por Estados Unidos y Rusia. El canal pretendía ser una alternativa superior al Canal de Panamá, con una inversión estimada de 50.000 millones de dólares y la creación de 50.000 empleos. El objetivo principal era duplicar el Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua en un periodo de cinco años, según las promesas del gobierno de Daniel Ortega.
La propuesta incluía la concesión del canal a la empresa HKND, que obtuvo derechos exclusivos por 100 años. Estos derechos abarcaban la construcción, operación y administración del canal, sin obligaciones fiscales y con la potestad de expropiar tierras a precios inferiores a su valor de mercado. Entre los detalles del proyecto, estaba la creación de un cauce artificial que cruzaría el istmo de Rivas, y pasaría por el Lago Cocibolca, la mayor reserva de agua dulce de Centroamérica, lo que generó preocupación entre activistas ambientales.
El interés por construir un canal en Nicaragua no era nuevo. Estados Unidos y Rusia, en diferentes épocas, intentaron concretar proyectos similares, pero ninguno prosperó. El dominio de Estados Unidos sobre el Canal de Panamá, hasta su devolución a Panamá en 1999, hizo que los intentos de otros países por desarrollar un canal alterno en la región fueran percibidos con escepticismo. Sin embargo, las necesidades crecientes del comercio internacional hacían cada vez más evidente la necesidad de una nueva ruta interoceánica.
El megaproyecto tenía el apoyo de tres grandes potencias. Foto: Camae
¿Por qué fracasó el canal interoceánico de Nicaragua?
El fracaso del proyecto se debió a una serie de factores, que incluyeron tanto la situación financiera de Wang Jing como la oposición interna en Nicaragua. Para 2015, el empresario chino, que había sido uno de los hombres más ricos del mundo con una fortuna de 10.200 millones de dólares, perdió el 84% de su patrimonio debido a la caída de su empresa Beijing Xinwei Telecom Technology Group Co. Esto minó significativamente su capacidad para financiar el megaproyecto.
Además de los problemas económicos, el proyecto enfrentó una fuerte oposición local. Los campesinos de las zonas afectadas, agrupados en el Movimiento Campesino, organizaron protestas para evitar la expropiación de sus tierras. La oposición también alertaba sobre los riesgos ambientales que la construcción del canal podría causar en el Lago de Nicaragua. Se temía que el proyecto afectara gravemente el ecosistema, comprometiendo la mayor fuente de agua dulce de Centroamérica.
Por último, las críticas sobre la falta de transparencia y la cesión de soberanía a la empresa HKND, que controlaría el canal sin pagar impuestos ni contratar mano de obra local, terminaron de erosionar el apoyo popular. El proyecto también se vio afectado por la inestabilidad política en Nicaragua, donde el gobierno de Ortega enfrentaba una creciente oposición interna.
¿Hay intentos de retomar el proyecto?
A pesar de la derogación de la ley que concedía los derechos del canal a HKND en 2023, la idea de construir una vía interoceánica en Nicaragua sigue latente. Daniel Ortega ha insinuado en varias ocasiones que el proyecto podría retomarse en el futuro, alegando que el crecimiento del tráfico marítimo mundial aún hace necesaria una alternativa al Canal de Panamá. En un discurso de septiembre de 2022, Ortega aseguró que el canal por Nicaragua sigue siendo una "realidad pendiente", que permitiría al país desarrollarse económicamente y aliviar la congestión del tráfico marítimo global.
El retiro de la concesión a Wang Jing no implica, según expertos, el fin definitivo del proyecto. Juan Sebastián Chamorro, economista y opositor al gobierno de Ortega, advierte que la Autoridad del Gran Canal sigue vigente, lo que permitiría que en el futuro se otorguen nuevas concesiones a empresas interesadas en completar el proyecto.
Sin embargo, la situación política y económica de Nicaragua, así como las tensiones geopolíticas en la región, podrían dificultar la reactivación del proyecto a corto plazo. Mientras tanto, la influencia de países como Estados Unidos y Rusia sobre Latinoamérica sigue presente, aunque ambos se mantienen distantes del megaproyecto canalero.
¿Cuál era el objetivo del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua?
El objetivo principal del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua era crear una nueva ruta de navegación que conectara el océano Atlántico, a través del mar Caribe, con el océano Pacífico, rivalizando e incluso superando al Canal de Panamá. Este megaproyecto de 278 kilómetros de largo pretendía facilitar el tránsito de barcos de gran calado que no podían utilizar el canal panameño, proporcionando una alternativa estratégica en el comercio marítimo global. Además, se proyectaba que el canal impulsaría significativamente la economía de Nicaragua, duplicando su Producto Interno Bruto y generando alrededor de 50.000 empleos directos durante su construcción.
A nivel internacional, el canal tenía como objetivo aliviar la creciente demanda en las rutas comerciales globales, que ya sobrepasaban la capacidad del Canal de Panamá, y ofrecer una opción competitiva en el cruce interoceánico. Este proyecto también buscaba atraer inversión extranjera y posicionar a Nicaragua como un actor clave en el comercio mundial, lo que supuestamente resultaría en un crecimiento económico sostenido y una mejora significativa en la infraestructura del país.