“¿Quién mataría a su propio padre?”: soldado ucraniano lucha contra su progenitor, un coronel ruso
Padre e hijo enfrentados en una guerra cruel que ha destrozado a muchas familias y en uno de los momentos más tensos desde la Segunda Guerra Mundial.
“No cojas un arma. Kiev caerá de inmediato”, le escribió Oleg, coronel de las fuerzas separatistas rusas, a su hijo Arthur, de 27 años, en las primeras horas del 24 de febrero, cuando los misiles de Rusia empezaron a caer sobre Ucrania, en uno de los mayores ataques registrados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Arthur desobedeció el consejo de su padre y se unió al Ejército de su país como voluntario para la defensa de la capital ucraniana. Posteriormente, se unió a la contraofensiva militar en el norte y el este del país.
Durante todo este tiempo, ambos se han mantenido comunicados (el papá se encuentra en el Donetsk) por intermedio de mensajes recientemente difundidos por el medio inglés The Guardian. El soldado cuenta que ambos se encuentran en los lados opuestos de la línea del frente. “Pero solo uno de nosotros está luchando por la causa correcta”, refiere.
El padre había servido al Ejército ucraniano por una década
Nacido en el seno de una familia de militares, Artur es natural de Borispol, una ciudad próxima a Kiev. Su padre es originario de la región de Donetsk, ocupada por las fuerzas de Putin, y antes había servido al Ejército ucraniano por una década.
Sin embargo, el joven cuenta que cuando sus padres se divorciaron, Oleg tomó la decisión de mudarse a Rusia para buscar trabajo. Así fue como se unió a las fuerzas separatistas prorrusas de Donetsk en 2016, dos años después de la anexión de Crimea por parte de Rusia y del despliegue militar en la zona.
Foto: @artur_asadov/ Instagram
“Me sorprendió cuando me dijo que se unía a las milicias de Donetsk —cuenta el joven—. Para mí, como para muchos ucranianos, esta guerra empezó en 2014, y eso significaba que se unía al enemigo”.
“La propaganda rusa se fue apoderando de él. Pensé que no se dejaría engañar, que sería más inteligente. Pero me equivoqué”, cuenta el joven, quien vio cómo su padre, gradualmente, fue cambiando su postura hasta convertirse en prorruso.
“No creo que pudiera dispararle”
En marzo, cuando la mayoría de las tropas rusas fueron repelidas, Artur le envió un breve mensaje a su padre: “Estoy caminando por los alrededores de Kiev, pero no veo ni un solo ruso. Parece que han desaparecido. ¿Puedes aconsejarme, por favor? No entiendo dónde están”. Su padre le dijo que la situación cambiaría pronto y volvió a instar a su hijo a rendirse.
Meses después volvieron a hablar, cuando empezaron a surgir pruebas de matanzas rusas de civiles en Bucha. Oleg dijo que todo era falso y que había sido montado por los ucranianos. El joven le dijo que él había sido testigo de la situación, pero su padre no le creyó. “Me di cuenta de que mi padre era un caso perdido. Dejé de intentar convencerlo. Es una pérdida de energía”, comenta el joven.
Ante un posible enfrentamiento entre ambos en el campo de batalla, Artur dice que no podría atacarlo. “No creo que pudiera dispararle ni que él pudiera dispararme a mí. ¿Quién podría matar a su propio padre?”, expresa el joven y recuerda un mensaje reciente de su padre que decía: “Sigues siendo mi hijo. Quiero lo mejor para ti. Que seas feliz y estés sano”.