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A 48 años de la mayor hazaña del equilibrismo: el hombre que caminó a 500 metros de altura

El equilibrista Philippe Petit caminó sobre un alambre tendido entre las Torres Gemelas por casi una hora, acto que lo catapultó a la fama por ser el primero y único en lograr esa proeza.

El equilibrista francés Philippe Petit hizo historia en 1974 cuando caminó entre las Torres Gemelas por casi una hora. Foto: The Pocket Magazine
El equilibrista francés Philippe Petit hizo historia en 1974 cuando caminó entre las Torres Gemelas por casi una hora. Foto: The Pocket Magazine

Las ideas de las grandes hazañas a veces nacen en lugares menos pensados. Así le ocurrió al equilibrista francés Philippe Petit, quien a sus 18 años visitó al dentista. Por casualidad, observó una de esas revistas que suelen estar en la sala de espera. En sus páginas encontró un artículo sobre el proyecto arquitectónico de las Torres Gemelas, en Estados Unidos. Y surgió su objetivo que alcanzó seis años después.

Se trata de la mayor hazaña en la historia del equilibrismo, ya que no hubo algo similar hasta la fecha. Cabe mencionar que el autor nunca pensó en realizar el acto como una manera de buscar gloria o reconocimiento del público. Solo era un reto personal.

Durante la mañana del 7 de agosto de 1974, lo imposible se hizo realidad. Petit, con 24 años, caminó sobre un alambre tendido entre las dos Torres Gemelas, a 500 metros de altura, en el World Trade Center de Nueva York. Cerca de una hora estuvo sobrevolando el centro económico mundial localizado en la comunidad del bajo Manhattan.

Philippe Petit, el hombre que cruzó las Torres Gemelas en la cuerda floja.

Philippe Petit, el hombre que cruzó las Torres Gemelas en la cuerda floja.

El desafío imposible de Philippe Petit

Tras volver a su casa del dentista, la idea de tender un cable de acero entre esos edificios y demostrarse a sí mismo que tenía la suficiente habilidad para cruzarlos se apoderó de él. Estuvo obsesionado con ese proyecto: practicó día y noche para mejorar su destreza en el equilibrismo, aquella que había comenzado a acumular después de una temporada de malabares con clavas, a sus 16 años.

Mientras las torres estaban en plena construcción, el volatinero entrenaba. Recopiló toda la información que pudo obtener, de la forma que la época le permitía, y se apasionó con los detalles de la estructura de las imponentes edificaciones de Manhattan. Mientras tanto, las presentaciones callejeras le permitieron juntar dinero para viajar a Estados Unidos.

Su vuelo aterrizó en la ciudad de Nueva York durante el invierno de 1974. Pasó meses realizando trabajo de campo. Ingresó ilícitamente a los edificios en varias oportunidades para registrar los horarios y turnos de los guardianes, y vías de acceso y escape. También tomó todas las medidas posibles, examinó el terreno y consiguió todo material necesario para su mejor actuación.

Durante el acto, Philippe Petit se tomó su tiempo para hacer una reverencia a su público.

Durante el acto, Philippe Petit se tomó su tiempo para hacer una reverencia a su público.

El proyecto estaba en curso y solo se podía ir para adelante. Nadie pensó en aquel momento en el joven francés que quería arriesgar su integridad por una “rebeldía poética”, como el mismo Philippe describiría años más tarde su presentación.

Faltaba poco para el día de la función, Philippe, junto con su novia y amigos, pasaron la noche del 6 de agosto poniendo un pesado cable de acero de 200 kilos. Tuvieron que lanzarlo desde una azotea a la otra con la ayuda de un arco. Una vez instalado, se escondieron y esperaron a que salga el sol.

Aquel 7 de agosto en Nueva York, a las 7.15 a. m., el equilibrista colocó su primer pie en el alambre mientras todavía amanecía. Philippe llevaba consigo apenas una garrocha desmontable de 8 metros para conservar el equilibrio. La proeza empezó, y el acróbata hizo historia.

Los obreros de la construcción —las Torres Gemelas todavía se encontraban deshabitadas— no lo podían creer. Los transeúntes que miraban desde abajo quedaron boquiabiertos ante tal acto. Philippe Petit tocaba el cielo mientras en las avenidas se aglomeraban los neoyorkinos atónitos y los guardias decididos a detenerlo.

Petit buscó entretener a su público. Primero caminó despacio, luego más rápido, se acostó en el cable, le hizo reverencias a los presentes, y hasta se atrevió a bailar. Durante casi 60 minutos, el francés caminó por el alambre los casi 60 metros que separaban a las míticas torres. Ocho veces realizó el trayecto hasta que la lluvia lo forzó a concluir con su show.

Ya fuera de la cuerda, la Policía lo aprehendió. No obstante, recibió una ovación casi justiciera de cientos de ciudadanos testigos de la heroicidad. Esposado y arrestado, Philippe fue juzgado por la falta de permisos para llevar a cabo su acto.

El francés Philippe Petit no deja de elogiarse a sí mismo cuando habla de su vida.

El francés Philippe Petit no deja de elogiarse a sí mismo cuando habla de su vida.

Detención y juicio del equilibrista francés

La opinión pública estaba a favor del equilibrista. La Justicia le retiró los cargos y como “castigo” le impusieron una puesta en escena similar, a menor altura, en el Central Park. El evento consistió en cruzar el lago Belvedere.

Petit también cuenta con otros actos recordados antes del gran acontecimiento de las Torres Gemelas. En 1971, el funambulista caminó entre las torres de la catedral de Notre Dame. Y dos años después, hizo lo mismo en el puente de la Bahía de Sídney, en Australia.

Cabe mencionar que en el libro “Alcanzar las nubes”, Philippe Petit cuenta en primera persona la travesía de cruzar las torres. Su vida también llegó al cine. El galardonado documental “Man on Wire”, basado en su historia, fue presentado en 2008. Y en 2015, se estrenó la película “The Walk”, a cargo del director estadounidense Robert Zemeckis.

En diálogo con la revista The New Yorker, contó: “Me preparo reduciendo la incidencia de lo desconocido y también definiendo mis límites. Si me creo un héroe invencible, pago con mi vida. Debo ser respetuoso con el espacio, que ni conquistaré ni dominaré. Pero si camino de forma artística, con poesía, con sentido, como asumiría una obra de teatro o una ópera, entonces puedo inspirar a alguien más”.