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La crónica de un peruano que votó anticipado en estas elecciones en Estados Unidos

A diferencia de años anteriores, en el que había mucha apatía, los ciudadanos han acudido a votar en masa en las llamadas elecciones tempranas y unos 27 millones han enviado sus boletas por el servicio de correos, entre ellos está el periodista peruano Antonio Camborda. Sin embargo, el día clave será el 3 de noviembre.

Antonio Camborda a las afueras del colegio
Antonio Camborda a las afueras del colegio

Por Antonio Camborda

No sé por qué este año 2020 me propuse estar entre las primeras personas que fueran al centro de votación para depositar la boleta correspondiente. Por eso, el 15 de octubre me levanté más temprano que de costumbre porque para ese día se había fijado la fecha de inicio del periodo, que aquí se llama “el voto adelantado o el voto temprano”.

Revisé los documentos sobre las elecciones que habían empezado a llegar por correo a la casa desde los primeros días de setiembre, en los cuales estaban los nombres de los candidatos que figuraban en la boleta electoral, los requisitos que debía cumplir como votante y, además, la relación de centros de votación de acuerdo al código postal del domicilio.

Me tomé varios minutos en revisar cuáles eran los cargos en estas elecciones, porque, además de votar por la fórmula presidencial, es decir por Biden-Harris o Trump-Pence, también había que votar por senadores del estado de Carolina del Norte y por un asiento en la Cámara de Representantes.

También por representantes al Congreso Estatal, por jueces y fiscales, por el comisionado escolar, el tesorero del Estado, y otras autoridades que son elegidas. Había que marcar por lo menos unos 45 casilleros.

Ya preparado, me trasladé manejando mi automóvil hasta el lugar más cercano, que era la sede de un Middle School, es decir una escuela intermedia, a escasos cinco minutos de la casa donde vivo; y al llegar, a pesar de ser muy temprano, la playa de estacionamiento ya estaba casi llena.

Luego de formar la fila, respetando la distancia social de seis pies, y mirar que todos los que estábamos allí llevábamos puestas las mascarillas faciales, ingresé a la sede de votación tras unos 15 minutos de espera. En la fila, estábamos varias decenas de ciudadanos ávidos por elegir.

Al llegar a la mesa de registro, una funcionaria del departamento de elecciones, me pidió mi documento de identidad (en Estados Unidos ese documento es la licencia de conducir), y, después de verificar mis datos, me comentó que formara fila para que me hicieran pasar a una de las veintenas de cabinas donde estaban las computadoras.

Previamente, me entregó un bolígrafo, con la inscripción “Vote” y la dirección del sitio www.NCSBE.gov, como mi comprobante de haber sufragado.

En esa fila no me demoré más de 5 minutos cuando fui llamado por un funcionario que me acompañó hasta la cabina donde estaba el ordenador y me dio rápidamente las indicaciones para proceder a votar.

Aplasté el botón de inicio y apareció primero un cuadro de las dos fórmulas presidenciales: Trump-Pence y Biden-Harris. Escogí la fórmula de mi preferencia, y luego, seguí, paso a paso, la selección de los candidatos que había elegido para el Senado, la Cámara de Representantes, jueces, fiscales, y otros altos funcionarios del Gobierno del Estado de North Carolina.

En la selección no me habré demorado más de cinco minutos. Cuando terminé, en la pantalla apareció un aviso para que revisara mi boleta y los nombres que yo había escogido a fin de corregir si hubiese habido algún error.

Y cuando aplasté el botón de confirmación, la máquina me indicó que imprimiera mí boleta para llevarla hasta la máquina de registro y conteo, y depositarla yo mismo.

Terminado todo ese trámite, mi participación en el proceso electoral del 2020 había concluido. Y los funcionarios, me explicaron que debía salir de la sala por otra puerta para dirigirme a la playa de estacionamiento.

Antes de retirarme, me tomé una fotografía en uno de los jardines adyacentes a las veredas interiores de la escuela, en la cual estaban las propagandas de los candidatos.

Cuando llegué a la casa, encendí el televisor y vi las imágenes del primer día de la elección temprana. En todos los canales, la noticia era que se había roto el récord de votaciones del primer día de la votación temprana en comparación con los años anteriores.

Esa votación temprana era para una docena de estados y en estos se podrá votar de esa manera hasta el 31 de octubre. Ahora mismo, cuando escribo esta crónica, se ha ampliado la votación para otros 20 y ya son 35 millones de electores que han acudido a la votación temprana, y se calcula que son unos 27 millones de ciudadanos que han enviado sus boletas electorales por correo.

Según las encuestas, Biden le ha sacado para esta fecha, 20 de octubre, una ventaja de 16 puntos a Trump. Pero esa ventaja no es todavía lo suficiente para decidir la votación. En el 2016, Hillary Clinton, la candidata demócrata de ese año, le había sacado también igual ventaja a Trump.

Por eso, las campañas de ambos candidatos están enfocadas en los estados claves, es decir en aquellos que la ley permite que el ganador se lleve todos los votos electorales, como son Florida, Iowa, Idaho, Texas, Wisconsin y Colorado.

Resido en Estados Unidos desde 1992, y desde que me hice ciudadano he podido sufragar en las elecciones (2000), en que fue elegido George W. Bush y en los comicios del 2004 en que lo escogieron para un segundo mandato.

También voté personalmente en las elecciones del 2008 en que fue elegido Barack Obama y lo hice por correo en las elecciones del 2012 en que fue reelecto.

Sufragué también el 2016. En esa oportunidad envié mi boleta por correo desde Lima, donde estaba residiendo porque dedicaba parte de mi tiempo a la docencia en la Universidad Jaime Bausate y Meza.

Para mí, las elecciones del 2020 son las más cruciales de todas en las que he tenido oportunidad de participar, porque pienso que Estados Unidos se está jugando su destino como la potencia más importante del mundo, y merece tener un presidente con mucho liderazgo.

Y, como dije al inicio de esta crónica, no se por qué quise votar muy temprano, entre los primeros, y pienso que tal vez sea porque de repente ya no podré hacerlo dentro de 4 años más y esta sea mi última oportunidad.

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