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Advierten que Gobierno de Malaui recomienda comer ratas “por ser buena fuente de proteínas”

El jefe del Ministerio de Salud del país africano, uno de los más pobres del planeta, fue quien sugirió el consumo de roedores.

Sylvester Kathumba, jefe del Ministerio de Salud de África. Foto: composicón.
Sylvester Kathumba, jefe del Ministerio de Salud de África. Foto: composicón.

Las ratas se han convertido en un ingrediente esencial de la alimentación de la población más pobre de Malaui, amenazada por el hambre. Tradicionalmente consumidos como bocadillo, la pandemia de coronavirus los ha transformado en un plato de supervivencia.

Cabe precisar que Malaui, ubicado al sur de África, es uno de los países más pobres del planeta y según la Universidad Johns Hopkins, hay más de 5.608 casos y 175 muertes por la COVID-19 en el país.

Una federación industrial local (ECAM) registró una pérdida promedio de 1.500 puestos de trabajo por día y estimó que el número acumulado podría llegar a 680.000 para fin de año.

El nuevo Gobierno del país africano está trabajando en mitigar las pérdidas económicas, por lo que el nutricionista y jefe del Ministerio de Salud, Sylvester Kathumba, sugirió el consumo de ratas “por ser una buena fuente de proteínas”.

El directo de alimentación del departamento de salud del distrito de Balaka dijo que el coronavirus “afecta especialmente a las personas con baja resistencia inmunitaria, por ello recomendamos una dieta completa”.

En vista de la falta de dinero, el granjero de nombre Bernard Simeon fue una de las primeras personas que comenzó a vender roedores en brochetas.

Cazamos ratones para ganarnos la vida. Los usamos como complemento de la dieta diaria y se los vendemos a los viajeros para complementar sus ingresos”, dijo Simeon.

“Cuando era niño, nos enseñaron a cazar ratones desde los tres años”, recuerda el exdiputado y exitoso músico Lucius Banda. “En el pueblo, esta actividad no se considera una obligación, sino un entretenimiento, tanto para niños como para niñas. Sigo comiendo (ratas), más como un recuerdo de infancia que como otra cosa”.

“Al hacerlo, los cazadores destruyen el ecosistema”, lamenta Duncan Maphwesesa, director de la ONG Azitona Development Services, en el distrito de Balaka.

“Entendemos que la gente pobre necesita vivir”, pero “no se dan cuenta de que tienen un impacto en el medio ambiente y que, por tanto, participan del calentamiento global”, concluye.