Jesús Abad Colorado: “En Colombia hay gente que le está apostando a la guerra”
Una entrevista al fotoperiodista colombiano y ganador del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2019, que se realizó del 2 al 4 de octubre en la ciudad de Medellín. En exclusiva para La República.
Por Jessica Gargurevich
En un mundo donde las guerras traen consigo más desgracias que soluciones, y dónde sanar heridas, a veces, suele costar más que la vida; el fotoperiodista antioqueño Jesús Abad Colorado propone una nueva narrativa visual del conflicto armado de Colombia, en el cual expone una mirada más humana de lo que significa una guerrilla y sus consecuencias de muerte y dolor en ella.
Ganador del Premio Gabo a la Excelencia 2019, Jesús Abad en una entrevista exclusiva para La República, en la ciudad de Medellín, comentó sobre su lado más humano y transparente.
Su manera peculiar de realizar el periodismo, a través de fotografías reflejan el verdadero matiz de la realidad colombiana, e incluso, del mundo entero.
El legado del lenguaje entre guerras
“Hay cosas que lo tienen que marcar a uno en la vida. Siempre he planteado que somos sumatorias de memorias, de aprendizajes y de dolores que pudo haber vivido mi familia”, comenta el fotoperiodista colombiano para La República.
Para Jesús Abad Colorado, el lenguaje que se le enseñó en su casa, de personas que habían llegado del campo, era de educación y de respeto por la vida, de solidaridad y de humanidad; que a lo largo de su trayectoria se ha podido ver reflejado en sus fotografías.
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos pasado por grandes o pequeñas historias que se convierten en huracanes y terminan acechándonos. En el caso de Jesús Abad el golpe que marcó un antes y un después en su vida y la del país fue en 1987, cuando aún asistía a su primer año de la universidad.
Fue un momento en que la violencia acabó con 20 estudiantes y profesores sin piedad alguna.
Ante una situación tan angustiosa como lo es un conflicto armado, Abad sentía la necesidad de retratar, aportar y narrar la realidad. “A mi me daba miedo contar a través de la escritura, es por eso que convertí a la fotografía en un vehículo de la memoria”.
¿Cuál es la importancia de reflejar estas guerras a la sociedad?
“Yo creo que aquí hay territorios que durante muchas décadas han vivido conflictos constantes, donde los perdedores son siempre las mismas personas, y eso indigna y duele porque son los campesinos los perdedores de las grandes guerras en Colombia. Ellos son las principales víctimas.
De los 230 mil muertos, desde los conflictos de los año 60 hasta la de 2013-2014, alrededor de 180 mil son campesinos civiles y unos 40 o 50 mil fueron parte de los grupos armados. Estos fueron también los campesinos civiles despojados de la tierra y los que huyeron a las ciudades por el desplazamiento.
Es ahí cuando uno dice "¿Hasta cuándo tienen que seguir sufriendo y soportando los campesinos las mismas humillaciones repetidas, no sólo por las personas armadas, sino también por esas personas que están interesados con que la guerra se perpetúe?’ ‘¿Hasta cuándo van a continuar con la violencia, como una forma de distribuir un país, donde no debería seguir sucediendo lo mismo?’.
Es infame porque la vida de nuestros campesinos merecen dignidad y respeto.
Una de las fotos de Jesús Abad Colorado que refleja el 'rostro' de la guerra colombiana. Foto: Archivo
¿Por qué cree que aún se mantienen los grupos disidentes de las FARC?
“Creo que esto se debe que nuestro país (Colombia), en lugar de apostarle todos a un proyecto de paz, hay gente que le está apostando a la guerra y en lugar de implementar los acuerdos, no solamente para la reintegración de los armados, sino también para llegar a los territorios, han puesto trabas para que llegue a realizarse.
El partido del Gobierno ha hecho eso, ha querido tirar atrás muchos de los procesos de paz y obviamente eso desgasta.
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¿Cómo están ayudando ese 90% de personas, para que el pasado y los conflictos armados no se vuelvan a repetir?
Muchas de estas personas están en proyectos productivos y otros están educando. De todos estos niños que fueron parte de la guerra, la gran mayoría quiere continuar con una carrera de vida que esté lejos de todas estas armas de las que estamos hablamos. Sin embargo, esta sociedad tiene que ayudar a que ellos cumplan sus sueños; porque la educación, la salud y el derecho a la vida tienen que ser un eje de la construcción de una sociedad que tiene que dejar atrás los odios y las guerras.
Esto es difícil cuando tenemos líderes en la política que, a través de las redes sociales, utilizan los mensajes para sembrar odio en el corazón de muchas personas que no conocen lo que ha pasado y que se dejan guiar.
¿Consideras que Colombia ha logrado un verdadero acuerdo de paz?
Claramente, no. La paz sí termina siendo una utopía en una sociedad, pero en Colombia hay regiones que están en post-conflictos y hay otras en las que están en un conflicto tan fuerte como el de hace 10 o 15 años, incluso, con más riesgos que la de esa época, porque hay grupos cuyo interés no está en la política, sino que está en las rentas ilícitas del narcotráfico y eso es un riesgo.
El problema del narcotráfico no es un problema solo de Colombia, es un problema global, donde la ilegalidad va a dejar creaciones de mafias para enriquecimiento de ciertos tipos de agrupaciones. Acabadas las guerrillas de las FARC, firmado el proceso de paz, lo único que uno quiere es que este país se encamine hacia allá. Sin embargo hay líderes en este país que no quieren que eso realmente pase y como contraposición, lo que hacen es sembrar odio.
La muestra fotográfica de Jesús Abad Colorado es una de las más populares en Colombia. Foto: Archivo
Desde tu perspectiva ¿qué tan significante ha sido darle participación política a las FARC?
Yo fui testigo, como periodista y fotógrafo, de una negociación con una organización insurgente que tenía a miles de hombres; yo estuve en el lugar donde se entregaron las armas y las Naciones Unidas verificó todo eso: cada fusil, cada pistola, cada mortero, cada granada, todo estaba codificado, y todas esas armas se destruyeron.
Unas de ellas, están en la ciudad de Bogotá en una obra de una artista colombiana (Doris Salcedo), son el piso de una vieja casa que tiene ruinas y uno va allá a pisar las armas, porque las armas deberían estar por debajo de nuestros pies, en la tierra. Y a 200 metros está mi exposición fotográfica desde hace 11 meses para hablar de lo que nos dejó la guerra.
Siempre he dicho que las armas sobreviven, pero que son nuestros jóvenes los que terminan perdiendo sus vidas y ponen su piel bajo la tierra: están en los ríos, están en los mares, están en los cementerios, y lastimosamente, acaban como personas no identificadas.
La construcción de la paz es muy importante y que haya 8 o 10 personas en el congreso es muy significante para que tengan su voz y se hagan oír, pero -y sobre todo- no desde la guerra. Yo lo veo como producto de una negociación, pero entiendo que llegaron porque la idea es que no vuelvan a la guerra y que miles de jóvenes hayan dejado esa vida entre balas y sangre, y yo siempre voy a celebrar eso”.
¿Cómo se están sanando las heridas de estos pueblos, donde las balas fueron muy profundas?
Aquí hay un proceso que está desarrollando la Comisión de la Verdad, también hubo una Comisión Nacional de Memoria Histórica, donde yo trabajé con ellos con la finalidad de contar lo que otros no quisieron ver para dejar huellas, para dejar memorias y eso es muy importante.
Se han hecho trabajos sobre el tema del perdón y la reconciliación, pero como digo siempre, el perdón es un acto individual, la paz no es un decreto.
Muchos lugares del país tienen las víctimas de Colombia y yo he trabajado con muchas de ellas, son mucho más generosas, a pesar de haber perdido familiares en la violencia; son mucho más generosas que personas que están en la misma economía del país o en el poder político. Estos últimos son los que a veces, sobre todo los de algún sector político, nos quieren volver atrás porque saben que su lenguaje virulento y violento generan opiniones y emociones. Ellos trabajan con estas mismas.
Yo también trato de trabajar desde lo sentimientos, pero para hablar de humanidad, para lograr empatía, para que no se repitan estas heridas”.
Su conversatorio se llamaba ‘Retrato de una guerra entre hermanos’, ¿cuál es tu mirada de todos esos espectadores que, cuando llegan -quizás- se sienten reflejados en esas fotografías (del conflicto interno) o, en todo caso, les deja interiorizado una reflexión?
En mi exposición yo tengo un espejo y cuando digo espejo es porque es real. Es un espejo que encontré en una trinchera; donde murieron 23 infantes de marina de un pueblo y donde había un espejo roto que estaba rodeado de balas. El periodismo lo que hace, y lo que yo hago en esa exposición, es eso: ayudar a juntar los fragmentos de ese espejo destrozado, buscando que nos podamos ver en el y entender que la búsqueda de la verdad, es así, como un espejo roto.