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Espectáculos

Guns n’ Roses: formidable noche en San Marcos

Concierto. Por casi tres horas, Slash, Axl y su banda ratificaron su vigencia sin mayor parafernalia que la destreza con sus instrumentos y su pasión por el rock and roll.

Algarabía. Guns n' Roses hizo rockear al estadio San Marcos el último fin de semana. Foto: Katarina Benzova
Algarabía. Guns n' Roses hizo rockear al estadio San Marcos el último fin de semana. Foto: Katarina Benzova

Por Juan Álvarez.

Ha pasado la medianoche y los aún emocionados asistentes al concierto de Guns n’ Roses empiezan la retirada del Estadio de la Universidad San Marcos. El recinto estuvo al tope (más de 40 mil espectadores según los organizadores), por lo que el avance es lento, a modo de procesión.

Esta vez el objeto de culto ha sido Guns n’ Roses, y si hubiera sido posible los fans hubieran puesto en andas a Slash, Axl Rose, al bajista Duff McKagan, al tecladista Dizzy Reed, al guitarrista Richard Fortus, el baterista Frank Ferrer y a la tecladista Melissa Reese.

“Qué buen concierto…”, “Qué capo es Slash”, eran los comentarios con mayor consenso. “Parecía su show propio”. “¿Viste cómo tocó con siete u ocho guitarras diferentes?”, se decía también en medio de la multitud. Con ello se ratificaba lo que era previsible, y que se había visto ya el 2016 en el Estadio Monumental: a la hora de apreciar lo musical en el momento actual de la agrupación, el talentoso guitarrista se pone el espectáculo sobre los hombros.

Sin embargo, eso no significa que los demás músicos no hicieran lo suyo. Por el contrario, lo visto y oído la noche del sábado fue formidable por lo bien ensamblada que se ve y se oye hoy la ochentera banda.

Y en eso también aportó, y mucho, el propio Axl Rose. Más allá de la ya ociosa constatación esa de que no canta como antes, el vocalista estuvo de muy buen talante y con suficiente estado físico como para entregarse con energía a su clásica danza, los saltos de siempre y a las carreras por todo el escenario.

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Hay casos en los que los artistas suelen esforzarse por sonar como en sus discos, pero otros prefieren hacer de cada concierto –sobre todo cuando es en el formato de estadio- una puesta en escena básica con ciertos matices, muy independientes de lo que hicieron en el estudio 30 años atrás. Eso fue lo que se vio, y se escuchó en San Marcos. Full fan service. Y el agradecimiento de los fans no se hizo esperar.

Guns N’ Roses en Lima

Fans acamparon para estar en primera fila. /Foto: Katarina Benzova

Durante las casi tres horas de show (empezó a las 9:20 p.m., una puntualidad sorprendente), el público puso de su parte. Ya es inevitable que muchos sigan con la tendencia de tratar de registrar todo con sus celulares, y bueno, es su forma de disfrutar el show; sin embargo, hubo momentos en los que se dejó de hacerlo, sobre todo cuando Slash hipnotizaba a todos con sus riffs y sus solos.

Como para contradecir a quienes solían afirmar que el público peruano era ‘pecho frío’, muchos coreaban las canciones, y no paraban de saltar, sobre todo con el fabuloso remate con ‘Paradise city’. Hubo conatos de pogos, pero no se concretaron por la falta de espacio, y porque se reportaron casos de desvanecimientos que, al ser atendidos rápidamente, no pasaron a mayores.

Aunque se hubiera podido hacer un poco más para evitar los embudos de gente que se formaron a la hora de dejar la cancha y las gradas del estadio, y que pudieron generar situaciones de riesgo, un punto a favor de los organizadores fue permitir el ingreso anticipado. Abrir las puertas a las 3 p.m. permitió que no se vieran las larguísimas colas de recientes espectáculos similares.

Eso contribuyó además a que la actuación de Molotov, la banda telonera, también pudiera ser disfrutada por todos. En este punto, el debate sobre si los mexicanos eran los apropiados o no para abrir el espectáculo, se disipó rápidamente; como pasó con las dudas acerca de la perfomance de los integrantes de Guns n’ Roses: los años han dejado naturales huellas en los cuerpos de estos rockeros, pero apenas empiezan a tocar nadie duda ya de su vigencia.

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