Vanessa Robbiano: “He tenido metamorfosis profundas en mi vida”
De vuelta. La actriz debutó en la obra de Franz Kafka. Habla sobre la maternidad, la familia y sus procesos personales de transformación.
“Estoy feliz, disfrutando del proceso”, nos dice Vanessa Robbiano tras el estreno de La metamorfosis, en el auditorio Julio Ramón Ribeyro del Centro Cultural Ricardo Palma, montaje que la ha traído de regreso a la patria y específicamente al teatro después de 21 años. En esta obra de Franz Kafka, la actriz interpreta a la madre del protagonista.
—¿Cómo describirías a tu personaje, la señora Samsa?
—Siempre estoy tratando de salvarla porque es un poco insalvable. Es una mujer frágil, de alguna manera he sentido compasión por ella.
—Lo dices porque es difícil imaginar a una madre que termina despreciando a su hijo.
—En La metamorfosis llegan a un extremo, pero yo creo que pasa muchísimo, si por ahí te toca un hijo que no es lo que esperabas o te recuerda algo muy malo en tu vida o no sé. Somos seres humanos, pasa que uno lucha contra sentimientos negativos contra su propio hijo. Creo que, como madre, uno también aprende la incondicionalidad. Yo tengo un ejemplo de una madre incondicional que ahora mismo está en Argentina cuidando a mis hijos. A ella no le importa cambiar de vida, dejar su comodidad y aquí me ha dejado comida para un mes y medio como si fuera una adolescente.
—Y tú, ¿eres de las mamás gallinas?
—Soy sobreprotectora, muy pendiente de mis hijos, pero fueron mis hijos los que me mandaron acá, a Lima. Mi hijo me dijo: “Mamá, esta es una oportunidad, haz algo tuyo”. Creo que es importante crear esos espacios, que los hijos vean a sus padres realizarse, cumplir sueños. Creo que también me lo dijo porque tiene 15 años y quería un poco de aire (risas). Así que estoy aprendiendo de esta experiencia que me ha atravesado a nivel personal y laboral.
—La metamorfosis toca temas de fondo como la opresión, el egoísmo, la soledad. En tu vida personal, ¿has sufrido metamorfosis como el protagonista?
—Si, por supuesto. He tenido metamorfosis profundas, pero nunca me he sentido abandonada porque tengo una familia que ha estado conmigo en los momentos más importantes. Tal vez sí, cuando era adolescente con el divorcio de mis padres, me sentí indefensa, pero siempre he tenido una familia de fierro. Cuando me fui a Argentina a curarme de la bulimia y la anorexia, lo hice con mis dos abuelos que cuidaron de mí. Cuando no he tenido plata todos se juntaron para ayudarme. Nunca me he sentido utilizada, sino al contrario, querida y amada. Tampoco me han juzgado. Pero sí he tenido metamorfosis, toda la rehabilitación de la bulimia y la anorexia. Y también he sentido esa soledad de no encajar en muchos lugares durante mucho tiempo, de ser sapo de otro pozo, sobre todo cuando no puedes sostener el personaje de estar bien con todos. Pero llega un momento en que uno debe arriesgarse a ser uno mismo y eso no le gusta a todos.
—Algo muy difícil de asumir, más aún en este tiempo…
—Sí, siento que antes estaba, pero ahora es muy para afuera. No lo juzgo porque tengo dos hijos adolescentes que están en las redes sociales, son sus códigos, pero creo que hay que estar mucho, tener mucho diálogo con ellos para estar en sus vidas y hablar cualquier tema. Hay mucha desinformación en internet. Por ejemplo, mi hijo el próximo año vota en Argentina y en TikTok todo el mundo está tratando de meterte ideas.
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—Por cierto, ¿qué opinas de Javier Milei y su política?
—No soy una experta, pero es un efecto rebote por todos estos años. Creo que la gente, sobre todo los jóvenes, se hartó de los mismos personajes, Kirchner y Macri, y aparece esta figura, que sale a decir: “¡Voy a romper todo! ¡A desaparecer el Banco Central! ¡Yo soy el mesías!”. Y bueno, la gente dice: “Empecemos todo de nuevo. Pero es muy peligroso para mí”.