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Gerald Martin: “Uno actúa como si la vida fuera una novela”

Gerald Martin. El biógrafo inglés, invitado a la FIL de Lima, habla sobre el oficio de hacer biografías, narra aspectos de cómo hizo la de Gabriel García Márquez y ahora de Mario Vargas Llosa.

Por Pedro Escribano

El oficio de Gerald Martin es la de un perseguidor. El biógrafo inglés fue tras las huellas de García Márquez, ahora va tras los rastros de Vargas Llosa. Invitado a la FIL de Lima, anuncia que el próximo año debe publicarla, aunque admite que el Nobel peruano le hace trampas para que eso no ocurra.

¿Hacer una biografía es, como decía Gunter Grass, pelar una cebolla?

Sí, esa metáfora tiene un significado real, importante. Da la impresión de que hay un centro, de que cualquier biógrafo va a llegar al mismo centro, y que en ese centro hay un hombre real. Todos vivimos como si fuera así, yo creo en lo que pienso de mí mismo, pero mi esposa puede pensar distinto. Es que uno actúa como si la vida fuera una novela y que al final de esa novela está la muerte. Eso es lo primero que me dijo Gabo a los dos minutos de conocernos: “Quieres hacer mi biografía, la biografía significa la muerte”. Yo le dije, haré dos versiones: la primera antes de tu muerte y la segunda después de tu muerte. Era una broma (risas).

¿Y cómo va la cebolla con Vargas Llosa?

Con Vargas Llosa esa cebolla la tengo hace tiempo. Lo conocí en 1967, en Londres. Me lo presentó Miguel Ángel Asturias. Era un joven alto, simpático, muy cortés. Asturias me dijo: Es Vargas Llosa, un gran escritor. Empecé a buscar sus libros. Diez años después, cuando yo había leído todos sus libros, dije “voy a escribir la biografía de este hombre”.

¿Fue fácil buscarlo?

Sí, lo había visto una vez más, de paso, pero tuve la suerte de conocerlo en Londres por tercera vez. Le hice una emboscada, lo esperé en la estación y lo acompañé hasta donde iba. Después lo he visto todo en estos años. Esa cebolla ya estaba media pelada y supongo que estará toda pelada el año que viene.

¿Está en su revisión final?

Pero me hace trampas. Está haciendo todo lo posible con sus nuevas aventuras, escapadas y cambio de lugar para que yo no la termine. Ya no tiene casa en Londres, no tiene la misma esposa. Siempre hay algo nuevo en él.

¿Más esquivo que Gabo?

Gabo no cambió de esposa, no cambió de lugar. En los último ocho años de su vida, Gabo no había hecho tantas cosas como sigue haciendo Mario. Estoy seguro que Mario va a seguir haciendo estas cosas. Escribe una columna cada dos semanas y uno no sabe lo que va a hacer o decir.

Internarse en la vida de un artista, hay zonas de ficción y leyenda, ¿cómo hace un biógrafo para no equivocarse?

Es muy buena pregunta, porque todas las vidas son complicadas, pero las vidas de los hombres que inventan otras vidas y también se inventan una personalidad propia, lo es aún más. Vargas Llosa no es lo que parece. Yo tampoco soy lo que yo digo. Uno se maquilla, se enmascara frente al otro. Gabo solía dar versiones distintas de lo que le había pasado a cada periodista.

Vargas Llosa desliza rasgos biográficos en sus obras.

Claro, por ejemplo, La tía Julia y el escribidor. Mario siempre dice que el personaje es ficción, pero se llama Julia. Su esposa se llamaba Julia, y era su tía de alguna manera. ¿Es o no es Julia? Esa Julia esta hecho de palabras, pero todos estamos hecho de palabras. El colegio Leoncio Prado pudo tener otro nombre, pero se llama como el colegio donde estudió. Los egresados dicen que del colegio tiene poco, entonces hay que descifrar cuánto de imaginación.

Carlos Aguirre tiene una biografía sobre La ciudad y los perros, tiene más de 300 páginas.

Es mi amigo. Es un libro maravilloso. Imagínese, yo tengo que hacer de 40 libros, 2.000 artículos y ensayos y toda la vida de Vargas llosa. Voy a seguir escribiendo su biografía hasta el fin de su vida. Esto, por ejemplo, no podía decirle a Gabo, era supersticioso. Hubiera pensado que yo le estaba deseando su final. En el caso de Mario, que aparentemente es más viejo que yo, es en realidad mucho más joven. Si esperara el final de su vida, yo ya me habré muerto (risas).

Es que Vargas Llosa en su vida da brincos.

En ese sentido, Gabo debió ser para mí un desafío. Mario tiene que ver más con mi vida. Mario podría ser, a mi primera vista, un inglés. Es un hombre del siglo XX, de ciudad. No es de campo ni de provincia a pesar de que nació en Arequipa. Gabo era de provincia, de pueblo pequeño. Tenía una vida sencilla, no participó en la política. Vargas Llosa, cansa, agota.

¿Cómo preservar la vida privada del biografiado?

Eso es muy complicado. García Márquez, que era un hombre despierto y listo, me explicaba cosas para que yo siguiera lo que él me decía. Me dijo que había tres vida: la vida pública, la vida privada y la vida secreta. Sobre su vida privada y secreta no me iba a contar, que ahí están sus novelas. O que hablara, no sé, con mujeres. Vargas Llosa es un escritor muy provocador. Ha tenido una relación muy turbulenta con su país. Todos nosotros tenemos vida secreta que buscamos esconder.

Incidente Gabo

Sobre personas públicas hay derecho a saber.

Sí, la posteridad exige ese derecho, porque Vargas Llosa es un hombre ambicioso, ha escrito libros que ha dirigido al público, entonces el futuro tiene el derecho a saber quién era, de qué vivía, cuáles eran sus principios, etc. Pero al mismo tiempo tiene privacidad

¿No se atrevería ingresar a esas zonas?

Hoy en día las biografías, incluso, son pornográficas, pero yo, en ese sentido, soy un poquito tradicional. Yo publicaría cualquier cosa, hirientes, escandalosas sobre Vargas Llosa si estuviera convencido que sin esa información no se podría comprender aspectos importantes sobre su vida y su obra. Yo hago todo lo que puedo para no hacer daño.

Cuando a Vargas Llosa le preguntan sobre el incidente con Gabo, él dice es tarea de los biógrafos. ¿Usted es su biógrafo?

(Risas) Yo creo que cuando Mario lo dijo, de alguna manera, estaba olvidando la posibilidad de que algún día hubiera un biógrafo, pero tienes razón, aquí hay un biógrafo. Mario no me ha hablado ni me hablará de ese incidente. Que yo sepa, no ha hablado con nadie. Gabo tampoco lo hizo. Corren versiones. Yo creo que sé lo que pasó, pero no estoy seguro. Lo que no creo es que es puramente chismoso querer saber lo que pasó porque es un gran drama histórico de la literatura latinoamericana. Son dos de los grandes escritores latinoamericanos, amigos del alma, qué paso. Imagínate que entre Heminway y Faulkner haya ocurrido lo mismo. Cada quien tiene su historia. No es una obsesión mía, pero es una cosa muy interesante y también, hay que decirlo, bastante divertida. Yo no conozco la verdad, pero creo que conozco la versión más convincente.

¿Y cuál es la versión más convincente?

No te lo voy a decir ahora, es una primicia.

Sabe que Vargas Llosa y su maestro Raúl Porras cenaron, junto a sus amigos, en un prostíbulo.

No, eso me tiene que contar.