Economía

El periodista al que le robaron 30 mil criptomonedas

El corresponsal de tecnología narró el lado oscuro de la inversión en criptomonedas.

Monty Munford
Monty Munford

El corresponsal de tecnología de la BBC, Monty Munford, narró cómo le fueron hurtados 30 mil dólares en criptodivisas. “Esta es la historia de cómo caí víctima del oscuro mundo de la inversión en criptomonedas”, confiesa el periodista.

Según el reportero tecnológico, al inicio no tenía ninguna intención de invertir o especular con las monedas digitales, pero su curiosidad fue atraída por el ascenso del precio del Bitcoin el cual llegó a establecerse en casi 20 mil dólares a fines del 2017. Sin embargo, Ethereum fue la moneda en la que invirtió porque era la mejor valorada.

Un miedo profético

Munford explica que había historias sobre casas de cambio que habían sido pirateadas y habían perdido millones de dólares, teniendo que declararse en quiebra. Así que decidió guardarlo en una billetera online en My Ether Wallet.

Le dijeron que escribiera su clave y la almacenara de forma segura con otros documentos financieros. Según el periodista, almacenar su contraseña en una carpeta de borradores de Gmail fue un grave error.

Relata que llevaba tiempo sin usar su clave privada y estaba nervioso porque el precio de todas criptomonedas había empezado a caer en el 2018. Cuando intentó retirar algunas, observó que todos sus Ethereums, con un valor de alrededor de 30 mil dólares, ya habían sido retirados, es decir, la billetera estaba vacía.

Estuvo seis meses sin noticias, hasta que contactó a los cazarrecompensas estadounidenses CipherBlade, que trabajan con el FBI en Filadelfia para identificar a los criminales y localizarlos a cambio de un porcentaje de la recompensa.

Dividido en partes

Fue contactado por la unidad de ciberdelincuencia de Sussex, y una semana después, ya había recibido información útil de Binance, casa de intercambio de criptomonedas a la cual fue movido todo su dinero.

La unidad rastreó las direcciones IP hasta una empresa de telecomunicaciones en Holanda, pero, para variar, no había detalles de identificación personal. “Las investigaciones continúan y mi dinero sigue siendo robado”, declara Munford.

Admite que nunca debió almacenar contraseña en ningún lugar de su computadora ya que el malware pudo escanear movimientos de pulsación de teclas y hasta olfatear una clave privada, incluso si uno la fracciona en bloques separados y la almacena en diferentes lugares.

Añade que uno puede meter la clave privada en una caja de titanio resistente al fuego y a la corrosión (como la que vende Cryptotag) y luego guardarla en una bóveda bancaria, pero esto no es conveniente si uno desea acceder a su billetera criptográfica con regularidad.

“Así que me quedé sintiéndome como si hubiera entrado en un bazar salvaje donde los delincuentes pueden meter la mano a mi bolsillo a voluntad. Y salirse con la suya”, concluye.