María Luisa Doig: reina de espadas
Está de regreso. Trece años después de sus primeros Juegos Olímpicos, la esgrimista nacional volvió para convertirse en nuestra carta de triunfo en Tokio 2020.
El grito de María Luisa Doig tras clasificar a Tokio 2020 al ganar el Preolímpico de Costa Rica esconde una historia de sacrificio con la que muchos peruanos se llegaron a identificar. La esgrimista nacional vuelve a unos JJOO luego de 13 años, dejando en el camino sudor, lágrimas y muchas horas de entrenamiento, en las que su familia fue su principal apoyo.
¿Cómo fue el proceso para tu clasificación a Tokio?
Yo entro al proceso de clasificación tarde, cuando vuelvo al alto rendimiento ya había avanzado el circuito olímpico de competencias que te dan puntos. Me estaba proyectando para París y Los Ángeles, pero de la nada mi psicólogo jugó con mi cerebro y terminé participando en el Preolímpico, donde solo clasificaba la primera.
Antes de ir al Preolímpico tú dijiste: “En Costa Rica va a ser una matanza”. ¿Fue así?
Sí, se sentía esa tensión en el ambiente, pero yo decidí no meterme tanta presión. Sabía que iba a dar el 100%, pero también quería divertirme, porque en verdad la he sufrido, he quedado sin aliento en cada entrenamiento, ajusté mi alimentación, analicé a mis rivales, etc. Así que me sentía lista para pasar como tractorcito para sacarlas a todas.
En un momento perdías la final 11-9. ¿Pensaste que se te escapaba la clasificación?
La verdad es que este es un deporte bastante mental. A Leonora Mackinnon ya la había enfrentado, una vez le gané y en los Panamericanos ella me destrozó (risas). Esta era una revancha y cuando iba perdiendo dije: “Ok, hay que cambiar la estrategia”. Lo hice y funcionó, le hice 3 toques seguidos y veo que se quiebra emocionalmente. Mi familia se sorprendió, mi hermana me dijo que estuvo muy orgullosa porque yo antes me desesperaba y ahora mantuve la calma.
Tu grito de celebración se hizo viral...
La gente se ha sentido identificada con el grito porque fue la expresión de todo el esfuerzo en este proceso. Fue una mezcla de emociones muy fuertes.
¿Es cierto que se equivocaron en poner el himno en la premiación?
Sí, yo estaba tan emocionada y llorando que cuando escucho que se equivocaron me quedé ahí parada y no me moví hasta que pongan el mío. Sí o sí tenía que escuchar mi himno para después irme en paz.
¿A quién le dedicaste este triunfo?
A mi primer entrenador Iván Huapaya, que lamentablemente ya no está, y mi abuelito, que era mi fan número uno, ya son 6 años desde que él nos dejó, pero siempre envío un beso al cielo para él, fue quien me hizo amar este deporte.
¿Tu abuelo fue quien te llevó al esgrima?
Mi abuelo era un súper atleta. Yo tenía 5 años cuando me dijo que elija un deporte en el que pueda se constante. Buscamos por todo el Regatas, llegamos a un salón donde estaban haciendo un combate y sentí que acababa de encontrar un tesoro. Él me inculcó la pasión por el deporte y mi familia es mi pilar. Cuando él falleció, mi abuelita me decía: “¿Cuándo me vas a traer la medalla de oro porque a tu abuelo siempre le traías?”, y ahora que traje la clasificación me dijo: “Es el mejor regalo de cumpleaños de la vida”.
¿Tienes una meta específica de cara a Tokio 2020?
Creo que todos los deportistas están yendo a pasar por encima de todos y a ponerse en el podio, creo que nadie está yendo a pasear. Todos estamos entrenando para la medalla.
¿Cuál es el plan para estas semanas previas a los JJOO?
Gracias a Vamos con Tokio fui a Hungría por 3 meses y quise seguir con esa metodología de trabajo que me ha funcionado. Se hicieron las gestiones y ya estoy de vuelta en Budapest para prepararme y de aquí ir de frente a Tokio.
Cuando clasificaste a Beijing 2008 tuvo mucho que ver el tema del Fair Play. Ahora que lo hiciste ganando un Preolímpico, ¿cómo haces ese contraste 13 años después?
Yo creo que es la misma esencia, soy la misma María Luisa solamente que ahora tengo más experiencia deportiva. La primera clasificación, muy aparte de lo del Fair Play, me lo gané por mi currículum por los logros que había conseguido. Lo del Fair play es parte de cómo me criaron en casa, siempre me ha gustado justamente competir de la manera más limpia, incluso en la semifinal del Preolímpico tuve que indicar que me estaban valiendo puntos que no hice.
¿Por qué cambiaste el florete por la espada?
Yo cambio de arma porque a lo largo de todo este tiempo, la esgrima ha evolucionado bastante y yo soy muy tradicional y la espada ha sido la que menos ha variado en el tiempo. Yo hacía los dos hasta que en un determinado momento en la Federación me dijeron que me tenía que especializar. Me dolió dejar el florete, pero al final de cuentas, me pasé al lado oscuro (risas), ya llevo 5 años haciendo espada que hasta la clasificación me ha dado.
¿Sigues entrenando escuchando ‘Nubeluz’?
Sí (risas), tengo mi playlist que lo uso para entrenamiento y competencia.
¿Tienes algún mensaje para la gente que celebró tu clasificación?
Mil gracias por el apoyo, me ha sorprendido la cantidad de gente ha compartido conmigo esto y espero traer muchas alegrías al país. Otra cosa, este deporte es longevo y para aquellos que de repente sienten que ya no pueden, siempre hay tiempo para empezar a practicarlo.
en acción. María Luisa compitiendo en el preolímpico. Foto: IDP
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