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Cultural

La fiesta de Mario Vargas Llosa en Madrid

Homenaje. Hace diez años, el escritor peruano ganó el Premio Nobel de Literatura. El Instituto Cervantes, la Dirección General del Libro y la Cátedra Vargas Llosa le organizaron una fiesta en la capital española.

La fiesta fue en Madrid, en la sede del Instituto Cervantes. Hace diez años, Mario Vargas Llosa ganó el Premio Nobel; por ello, ahora, sus amigos llegaron allí a celebrarlo, unos en forma presencial y otros a través de videos.

Una ceremonia cálida, emotiva, en la que se escuchó no solo palabras de admiración de sus colegas desde distintos confines del mundo, sino también el saludo de sus hijos, Morgana y Gonzalo. Álvaro estaba allí, a su lado, pues, según el programa, entrevistaría a su padre.

La fiesta, organizada por el Instituto Cervantes, la Dirección General del Libro y la Cátedra Vargas Llosa, rebasó fronteras. Se extendió a través del canal del Instituto Cervantes, de cuya transmisión en vivo, para nuestro país, se enlazó RTV de La República.

La ceremonia empezó con las palabras de Luis García Montero, presidente del Cervantes, quien, además de confesar su admiración, dijo que la obra de Vargas Llosa destaca “por su dimensión cívica y su compromiso político”.

Agregó que el autor de La casa verde tiene que claro que “el compromiso social no puede convertir su labor en una actitud panfletaria” y que en él había una “defensa de la libertad cívica y de la libertad creativa”.

María José Gálvez, de la Dirección General del Libro, recordó el discurso del nobel. “Que Vargas Llosa diga que leer es ‘la cosa más importante que me ha pasado en la vida’ nos ayuda de forma inestimable en el camino de hacer lectores”.

Raúl Tola, de la Cátedra Vargas Llosa, además de saludar al escritor, lamentó que la pandemia haya impedido llegar a muchos amigos, pero “gracias a la tecnología, ahora mismo nos sigue una enorme audiencia que se reparte a ambos lados del Atlántico”.

Lluvia de saludos

La ceremonia incluyó un trabajo audiovisual del fotógrafo argentino Daniel Mordzinski sobre el nobel peruano. Reunía una galería de fotos desde el 2010 en la que el autor de La fiesta del Chivo aparece junto a su familia y amigos escritores.

Luego se proyectó un video en el que se recogían los saludos de sus amigos y familiares.

Su hija Morgana aparece recordando el día en que su padre le dio la noticia de que ganó el Nobel.

“Me han dado el Premio Nobel, me dijiste, aunque todavía no sé si se trata de una broma”, contó la hija fotógrafa.

Refirió que en su casa nunca se hablaba de ese premio como una posibilidad. “Cuando alguien te relacionaba con el Nobel, mi mamá, mis hermanos y tú, solían reírse a carcajadas. Eso es imposible, decías. Pero así llegan las sorpresas”, comentó Morgana.

Y por supuesto, en escena aparecieron las nietas junto a sus padres y, reunidos todos, en coro saludaron al gran abuelo.

También llegó el saludo cálido de Gonzalo.

“Papá, te mando muchísimas felicitaciones desde Bruselas, qué pena que no haya podido estar hoy con ustedes en una ocasión tan especial por este tema de la pandemia. Nunca me olvidaré de cómo me diste la noticia de que habías ganado el Premio Nobel. En esa época, yo estaba viviendo en República Dominicana y estaba en la ducha”, le dijo Gonzalo.

“Siempre te he admirado muchísimo –agregó–, como padre, como escritor, pero también por tu vocación social”.

También le recordó el día que lo llevó, hace 30 años, a un orfanato en Ayacucho y que eso le cambió el rumbo de su vida.

Entre sus amigos, Fernando Savater dijo: “Para quienes hemos leído la obra de Mario Vargas Llosa desde muy jóvenes, es uno de esos autores que se le pega a uno a la piel cuando tienes poco más de 20 años, y ya no te abandona nunca”.

Javier Cercas fue radical: “Probablemente es el mayor novelista de nuestra lengua”.

Sobre el nobel, Cercas comentó que “cualquier escritorzuelo puede ganar el Premio Nobel, pero solo Vargas Llosa ha podido escribir lo que ha escrito: es más fácil ganar el Premio Nobel que ser Vargas Llosa”.

Nélida Piñón recordó que lo conoció en 1970, en Nueva York.

“Pude entender de inmediato la elocuencia moral, intelectual de aquel joven escritor. Me pareció, de inmediato, una persona ya con una ficción muy aplaudida, que estaba condenado a una gloria extraordinaria”.

No se equivocó. Así ha ocurrido.

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