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Cine y series

Retrato del poder y la barbarie

Festival de Cine de Lima. Blanco en blanco, de Théo Court y premiada en Venecia, se basa en el genocidio de indígenas al sur de Chile.

En Blanco en blanco, un fotógrafo llega a Tierra de Fuego del siglo XX para retratar el matrimonio de un latifundista que no conoce, pero varios crímenes se hacen bajo sus órdenes, sin cuestionamientos, como el exterminio de indígenas mientras prepara su boda con una niña.

El cineasta hispano-chileno Théo Court quiso acercarse de esta manera al horror debajo de la “aparente belleza” del paisaje, que quedó inmortalizado y ‘maquillado’ por un artista. “Es un sistema de valores que emplea este dios omnisciente que es ‘mister Porter’”, nos dice.

A Court su investigación lo llevó a las fotografías del latifundista Julio Potter, en las que se simula que sus empleados y él estaban batallando contra los indígenas, cuando en realidad estos estaban muertos. “Primero me interesó mucho el paisaje dramático donde subyacen historias, horrores. De ahí fui descubriendo las fotografías, me interesaba ese vínculo y la tergiversación de la historia”, agrega sobre su segunda película que tiene una imponente fotografía y que fue producida luego de siete años. “Estuve a punto de tirar el proyecto. Al final ganamos un fondo aquí, en España”, dice.

Blanco en blanco se inicia con ‘Pedro’ (Alfredo Castro) obsesionado con retratar ‘la belleza de la novia’ y normalizando el abuso. Por romper las reglas –o seguir su propia perversión– será expulsado de la casa y terminará fotografiando la barbarie. “Está ocurriendo hoy: el clasismo, la sexualización de las imágenes con las niñas, desde la moda al matrimonio, y el trato machista”.

Sin ser una película histórica, el director también se acerca al papel de la iglesia. En la película, los empleados del latifundista halagan la ‘estrategia’ de los salesianos sobre los indígenas con la frase ‘hacerlos trabajar es más inteligente que matarlos’. “Pagaban una libra esterlina para que no mataran a los indios. Los transformaban al occidentalismo con trabajos... Era una especie de campo de concentración. Empezaron a tener mucho poder económico por la mano de obra de los indígenas”.

Por la pandemia, Blanco en blanco se estrena de forma digital (compite en la sección ficción), pero hay películas que han sido hechas para una sala de cine. “Es una pena, ¡imagínate! Gastas mucho presupuesto para eso. Hay cosas que se pierden, muchos matices. Pero es lo que tenemos”, comenta Court.

Como artistas trabajan con la vulnerabilidad, ¿hay una línea delgada entre eso y el abuso?

Para mí sí. En el cine hay un abuso constante del poder, una maquinaria fortísima, ¿no? De repente, irrumpes en los lugares y empiezas a sustraer imágenes a como dé lugar y se persigue un fin determinado, incluso es narcisista. Eso siempre me ha costado, en mi película anterior trabajé con personas naturales, sujetos que no están tan conscientes de la cámara y de alguna forma aprehender algo termina siendo un poco violento.

¿Qué te pareció la decisión del Festival sobre Alexander Payne, por la denuncia de abuso?

No me he enterado mucho. Pero me parece una medida que hay que tomar. Luego ya veremos lo que ocurre con ellos.