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Miguel Ángel Tobías: “'Me llamo Gennet’ reinvindica la presencia de los sordociegos en el mundo”

El director de cine también expresó cómo la vida de una persona sordociega puede cambiar la forma de entender al prójimo y valorar la capacidad de comunicar.

Me llamo gennet
Me llamo gennet

Gennet Corcuera es la primera persona sordociega que consiguió un título universitario en Europa. Su historia fue llevada a la pantalla grande gracias al cineasta español Miguel Ángel Tobías, quien recreó el triunfo de la profesional etíope frente al silencio y a la oscuridad.

- Eres un hombre que hace trabajos visuales ¿cómo fue conocer a una persona que nunca ha visto?

Al conocer la historia de Gennet me di cuenta que quería hacer una película. Me decían que no era posible, porque en realidad la sordoceguera es lo antivisual y lo antiauditivo, es decir, el silencio y la oscuridad absoluta. Me planteé el reto de contar la historia de su vida, y le agregué el desafío de conseguir que el espectador se introduzca en el universo del silencio y la oscuridad de la protagonista. Eso me obligó a hacer un efecto de sonido enorme al que llamamos “El silencio Gennet”.

- ¿En qué consistía ello?

Tendemos a pensar que el silencio es la falta del sonido, pero no es verdad. Las personas sordas tienen un sonido interior. Entonces me pregunté cómo podría crear ese sonido. Decidí hacerlo mezclando la circulación de la sangre con el latido del corazón, que es lo que realmente oiríamos si no se escuchara la voz. Por ejemplo, para una persona sorda, más si es sordociega, ¿qué es el ruido? Gennet me contó que el silencio, para ella, era estar tumbada o sentada sin tocar. De repente, cuando coge una botella de agua o vibra el móvil ya hay ruido para ella. Salió del silencio.

Gennet Corcuera es la protagonista de su propia película. Foto: Cortesía

Gennet Corcuera es la protagonista de su propia película. Foto: Cortesía

- ¿Qué te animó a pasar de producir documentales a elaborar una película inclusiva?

Al inicio pensé en contar su vida a través de un documental, pero después de conocerla, quedé con ella para escribir el guion, y me di cuenta que la historia era demasiada grande. También me percaté que necesitaba los elementos de la ficción para generar un nivel de emoción que me permitiera profundizar en su vida. Fue ahí que decidí producir la película. El siguiente hito fue preguntarle a Gennet si estaba dispuesta a interpretarse a si misma en la edad adulta. Para fortuna nuestra, respondió que sí.

- ¿Cómo fue dirigir a una persona sordociega?

Tuve que inventar un método, porque no se puede hacer todo a través de un intérprete, ya que podría el mecanismo podría convertirse en un teléfono roto. El director necesita decirle en primera persona a la actriz o al actor lo que necesita. De modo que, después de explicarle toda la escena mediante el intérprete, me colocaba detrás de ella, hacía que pusiera sus manos encima de las mías, y nos movíamos por el espacio a filmar. Ella demostró que tiene la capacidad de captar lo que yo quería a través de las manos. Cuando lo teníamos claro, hacía el gesto de “sí” en lengua de signos, y hacía lo que habíamos practicado. El resto del equipo se quedaba alucinado.

Gennet perdió la vista a los dos años de edad. Foto: EFE

Gennet perdió la vista a los dos años de edad. Foto: EFE

- ¿Aprendiste lengua de señas?

Lo básico.

- ¿En algún momento usaste las señas para comunicarte con ella de forma directa?

Sí, claro. Ella tiene un signo para cada persona.

- ¿Qué signo te puso?

Formaba la marca de la barba. Lo primero que aprendí fue “Hola, Gennet. Soy Miguel Ángel”. Ella se reía y me decía: “Hablas un poco como indio en lengua de signos”. Poco a poco, a lo largo de los tres años que duró el rodaje, aprendí más, pero el resto del equipo, compañeros que tenían más tiempo que yo para estudiarla, se comunicaban con ella de manera fluida. Fue una experiencia enriquecedora para todos.

- ¿Cómo fue el lanzamiento de la película, teniendo en cuenta que ella no la vería?

Le decía a Gennet: "Me duele en el corazón que estemos rodando una película que nunca verás y oirás”, pero cuando la producción terminó, me senté con ella y, a través de la intérprete, le conté plano a plano todo lo que pasaba. Es muy alucinante explicarle todos los diálogos, describir la escenografía, de tal manera que cuando ella contesta entrevistas, los periodistas no sabrían que ella es sordociega, porque te cuenta como si realmente la hubiese visto.

- ¿Por qué “Me llamo Gennet”?

El concepto de “Me llamo Gennet” es reinvindicar su presencia en el mundo. El problema que tienen las personas con discapacidad es su invisibilidad. En el caso de los sordociegos, como no ven, no oyen, no pueden hablar ni comunicar de una manera normal, sienten que están completamente desaparecidos, cuando en la realidad hay, solo en Europa, 3 millones de sordociegos. Ahora imagina cuántos hay en todo el mundo. “Soy persona igual que tú. Existo igual que tú. Tengo nombre. No soy un número, una estadística. Soy un ser humano. Hola, mírame, estoy aquí. Me llamo Gennet.”

- ¿Te imaginas cómo sería ser sordociego?

¡Qué miedo pensarlo! La sordoceguera es una discapacidad tan grave, que nuestra mente no tiene la capacidad de imaginar lo que es. Aceptamos que no se ve. Si cierro los ojos, no veo, pero estoy en el mundo. Te oigo. Podemos imaginarnos que estamos sordos, pero te veo. Es como si nos encerraran en una habitación oscura, insonorizada, y nos dijeran que a partir de ese momento nuestra vida sería así. La gran fiesta para una persona sordociega es poderse comunicarse con otro ser humano. Entonces, en la medida que la película sirva para concienciar a la sociedad sobre las necesidades de los sordociegos, habremos cumplido el objetivo: Que nos demos cuenta que todos tenemos la misma dignidad y obligación de preservar y potenciar los derechos de las personas que tienen una vida más vulnerable, sin olvidarnos que cualquiera de nosotros, en cualquier momento, podemos estar en una silla de ruedas, ciegos o sordos, o sordociegos. Incluso, si tenemos suerte, que quiere decir que hemos vivido muchos años, todos terminaremos con alguna discapacidad.